Los opositores que fueron por segunda vez al examen de RTVE: “Pensaba que nunca me iba a llegar esta oportunidad”

Tras la filtración del examen en septiembre, aún bajo investigación, los opositores dan el primer paso para lograr plaza

Malena Ramaio y Víctor García, a la entrada del campus de Somosaguas de la Universidad Complutense de Madrid, este sábado.Daniela Gutiérrez

Cuando a las 16.15 de este sábado finalmente se han abierto las puertas de una de las facultades del campus de Somosaguas, en la Universidad Complutense de Madrid, los opositores al puesto de informador de Radio y Televisión Española (RTVE) se pusieron a aplaudir. Llevaban exactamente 34 días esperando el momento de sentarse en estas aulas para completar el cuestionario de 100 preguntas que, ahora sí, ha llegado sin percances a las manos de los aproximadamente 3.000 aspirantes.

El camino ha sido largo ―han pasado 17 años desde que se celebró la ultima oposición para este puesto―, pero para algunos más que para otros. Malena Ramajo, de 26 años, vino en tren desde Barcelona este mismo sábado sobre las 10 de la mañana y Víctor García, de 37 años, salió a las 9.00 en autobús desde Zaragoza. No se conocen de nada, pero coincidieron en el trayecto de Metro Ligero que los trae desde Aravaca hasta el campus de Somosaguas, en Pozuelo de Alarcón. Se les reconoce como opositores por los cientos de folios impresos subrayados con rotulador neón que van revisando mientras esperan el metro.

“Lo bueno es que ya sé dónde es y no me pierdo”, dice Malena riendo. El pasado examen del 29 de septiembre tuvo que ser aplazado debido a la filtración del temario, lo cual provocó descontento y enojo a partes iguales en los aspirantes, quienes esperaban dar el primer paso para hacerse con una de las más de 1.000 plazas de informador convocadas. Pero más allá del estrés, el costo monetario y logístico de hacer estas oposiciones ha sido alto. En la anterior ocasión, Malena se quedó en un hotel la noche previa a la prueba para llegar temprano a la convocatoria de las 10 de la mañana y, en esta, programada para las cinco de la tarde, se quedará a pasar la noche en la casa de un familiar porque al ser puente festivo, reservar un hotel es bastante caro. En su caso, como trabaja los fines de semana en el periódico digital catalán El Nacional, le ha supuesto un esfuerzo doble organizar sus horarios. Víctor en cambio ha decidido cenar con amigos para celebrar, caminar por Madrid y regresar a Zaragoza en el último bus de la madrugada. Aunque la organización de consumidores Facua solicitó que RTVE compensara los gastos de transporte, comida y alojamiento de los afectados, y varios opositores han puesto reclamaciones a la corporación pública, hasta el momento no se ha anunciado nada al respecto.

Sobre las tres de la tarde, el campus ya está lleno de opositores que caminan de un lado a otro hablando desde el móvil, que conversan en pequeños grupos o toman un café en la cafetería. Alejandro Piqueras, que tiene 28 años y lleva tres como interino en Radio Nacional de Almería, está sentado en una de las mesas junto a su novia, Cristina Cano, quien le ha acompañado las dos veces. Entre sus manos guarda su “tortuga de la suerte”. “La vez anterior, a nivel emocional fue un poco de bajón”, reconoce. Las seis horas de camino desde su ciudad y los más de 300 euros que le ha costado este segundo viaje valen por la oportunidad de conseguir un puesto fijo, porque, dice, “sería maravilloso quedarse”.

Alejandro Piqueras enseña su "tortuga de la suerte", en la cafetería de la facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, este sábado.Daniela Gutiérrez

Algunos de los opositores, sin embargo, tienen muy poca o ninguna relación con la radio o la televisión. Víctor García ha colaborado con una tele suiza, ha hecho varias prácticas laborales relacionadas con el periodismo y ha trabajado como presentador de casinos online entreteniendo a los jugadores durante las partidas. “Pensaba que nunca iba a llegar esta oportunidad”, confiesa.

Paula González lleva más de una década esperando estas oposiciones. Aunque no pudo acceder a la carrera de Periodismo con su selectividad, eligió Sociología porque “era lo que más se le parecía”, y luego se fue a estudiar cine a Cuba. Desde entonces ha tratado de vincularse a la profesión, pero no ha sido hasta ahora, a sus 33 años, que le ha llegado la oportunidad. Aunque hoy asegura estar menos nerviosa que en el anterior examen, siente que “es muy extraño todo”. Su madre, Antonia Ozaez, la ha traído en el coche desde su casa en Torrejón de Ardoz porque no se sentía capaz de conducir y, de paso, se ha quedado para acompañarla.

Paula González, opositora, junto a su madre, Antonia Ozaez.Daniela Gutiérrez

Poco antes de que llegue la hora de entrar a las aulas, los familiares van dando abrazos y dicen adiós a los que suben las escaleras para colocarse frente a las puertas, aún cerradas. A algunos otros todavía les alcanza para apurar una última mirada al temario. Un hombre con varios folios subrayados le pregunta a otro dónde fue el último concierto de Madonna: “Fue en la playa de Copacabana y había un millón y medio de personas”, le responde.

La prueba de hoy consiste en un temario de actualidad, para la que estudiar sirve de todo y a la vez para nada. Una de las preguntas de la prueba pasada pedía el nombre del fotógrafo que capturó el momento del disparo que Donald Trump recibió en la oreja, contaba Víctor con sorpresa, mientras aseguraba que nunca hubiera seleccionado al fotoperiodista Doug Mills entre las opciones. A Malena le preocupaban más las preguntas sobre deportes, teniendo en cuenta que ella tampoco hubiera podido responder que Aitana Bonmatí y Alexia Putellas fueron las dos goleadoras del partido de final de la última copa Champions femenina.

Una opositora revisa sus apuntes poco antes de entrar a realizar la prueba. Daniela Gutiérrez

Cuando finalmente anuncian la entrada pasadas las cuatro de la tarde, tanto los convocados en la facultad de Psicología como en la de Económicas respiran tranquilos. Dos horas después, la mayoría de opositores comienza a salir de las aulas. Alejandro Navarro, de 33 años, ya sentado en una de las mesas de la cafetería comprueba las respuestas con otra compañera. Hablan de la fecha del ataque de Hamás a Israel que desencadenó la actual guerra en Gaza, del nombre del presidente de la Real Academia de la Lengua Española y de la película que ganó el premio especial del jurado en el pasado festival de cine de Cannes. “Fue más fácil de lo que pensaba ―asegura la otra opositora que prefiere no identificarse―, pero lo mismo te preguntaban sobre qué combaten los antibióticos, o quién fue el primer invitado de La Revuelta”. Y en algo ambos coinciden, que el ambiente al interior de los salones era tenso: el funcionario responsable del salón de Alejandro no quiso abrir el paquete donde se guardaban las pruebas impresas hasta comprobar que, efectivamente, todas las puertas estaban cerradas.

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