Las urgencias extrahospitalarias: en pie de guerra desde hace nueve meses, pero “abandonadas” por la Comunidad de Madrid
Los profesionales sanitarios advierten de que un gran número de centros opera todavía sin médico y de que la “desatención” a la población se agrava en verano
La frase lleva nueve meses recorriendo de punta a punta la Comunidad de Madrid: “No hay médico”. En grupos de WhatsApp, en redes sociales, en pancartas, en consignas gritadas a todo pulmón. Los profesionales de las urgencias extrahospitalarias de la región no han parado de advertirlo desde el pasado 27 de octubre, cuando se puso en marcha el plan de reorganización de estos 78 centros ...
La frase lleva nueve meses recorriendo de punta a punta la Comunidad de Madrid: “No hay médico”. En grupos de WhatsApp, en redes sociales, en pancartas, en consignas gritadas a todo pulmón. Los profesionales de las urgencias extrahospitalarias de la región no han parado de advertirlo desde el pasado 27 de octubre, cuando se puso en marcha el plan de reorganización de estos 78 centros ―antes llamados SAR, los rurales, y SUAP, los urbanos―, que empezaron a operar con la mitad de personal que había antes de la pandemia. Llevan prácticamente igual desde entonces, a pesar de las huelgas, las manifestaciones y las quejas, que no han cesado en más de medio año. Los sanitarios advierten de que la situación en verano se ha agravado y muchos más puntos, rebautizados como Centros de Continuidad Asistencial (CCA), están funcionando sin médico. Algunos, como el de Paracuellos del Jarama o el de Getafe, han pasado prácticamente todo julio sin él.
La presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, anunció su plan de reorganización de las urgencias a bombo y platillo ―tras meses de protestas por mantener los antiguos SUAP cerrados desde la pandemia―, pero la iniciativa resultó rana y tuvo que rectificar hasta tres veces la propuesta. Uno de los cambios incluyó incluso la posibilidad de implantar la polémica telemedicina en el 43% de las urgencias. Ante el caos generado, los sanitarios fueron a la huelga. Después de diez convulsos días de paros, el Gobierno regional se comprometió a abrir 49 de los centros con el equipo completo (un médico, un enfermero y un celador) y los 29 restantes se determinó que lo harían con personal de enfermería. Pero lo pactado cayó en saco roto y los profesionales denuncian que las plantillas están cada vez más mermadas.
“No ha cambiado nada, porque no tienen previsión de cobertura y les da igual. Hasta nos han prohibido la autogestión, que es lo que hacía funcionar el sistema”, critica Mar Coloma, de 62 años y enfermera en las urgencias rurales de Soto del Real, a unos 50 kilómetros al norte de la capital. La sanitaria resume así los últimos nueve meses: “Primero cambiaron las condiciones de trabajo [a muchos les avisaron de cambio de centro y horario por correo, de madrugada y de un día para otro] y renunciaron bastantes profesionales. Luego vinieron las nuevas incorporaciones de la oposición y entre medias una reestructuración”. Todas las personas con plaza fija, cuenta, tuvieron que volver a concursar. “El argumento para hacerlo fue el cambio de nombre de los centros”, explica. Eso derivó en que equipos que funcionaban y ya estaban conformados se deshicieron y tuvieron que empezar incompletos y de cero.
La Plataforma SAR ―de la que forman parte médicos, enfermeros y celadores de las urgencias extrahospitalarias― emitió el 30 de julio un comunicado donde alertan de que los problemas de atención por la falta de doctores han aumentado en verano: los profesionales se van de vacaciones y las zonas rurales acogen a mucha más población de lo habitual. Angel Bayo, médico del antiguo SAR de Arganda del Rey y miembro del sindicato médico Amyts, cuenta que llevan tiempo pidiendo a la Consejería de Sanidad una planificación especial para el periodo estival. “No ha habido refuerzo y en la última reunión, a principios de julio, nos dijeron que estaban en ello. Pero si ya estábamos en pleno verano”, señala.
Los sanitarios también hacen un recuento por zonas de los profesionales que faltan. Los números del último mes son desalentadores. En las urgencias de Ciempozuelos (que atiende a 26.719 personas), por ejemplo, estuvieron 17 días sin médico y en las de Getafe (183.219 habitantes), fueron 25 días solo con enfermero y celador, cuando antes había 10 médicos en plantilla. No es fácil determinar en cuántos de los 49 centros que deberían haber abierto con el equipo al completo lo están cumpliendo, porque los facultativos disponibles bailan de un día para otro y algunos se enteran nada más entrar al turno de cómo se va a desarrollar la jornada.
Un portavoz de la Consejería de Sanidad indica que la Comunidad de Madrid cuenta con 78 puntos de urgencia extrahospitalaria y que también prestan atención la Casa de Socorro de Alcalá de Henares y el CUE de El Molar, que depende del SUMMA 112. De ellos, señala que 52 operan con médico de familia, enfermera y 38 con dos enfermeras y un celador. La plantilla total de profesionales en estos centros la conforman: 178 médicos, 250 enfermeras y 196 celadores. “En alguno de estos puntos se pueden dar situaciones sobrevenidas o ausencias imprevistas que no siempre es posible cubrir debido a la falta de profesionales de esa categoría, una circunstancia, la escasez de profesionales, que afecta de manera completa al Sistema Nacional de Salud. A todo ello, hay que sumar los permisos de vacaciones estivales en esta época”, añade el portavoz.
Un plan “imprudente”
“Así es materialmente imposible asumir las guardias. Dicen que no encuentran profesionales, pero también sabemos de compañeros se ofrecen a cubrirlas y unas horas antes del turno les llaman pidiendo que no vayan, tras haberles dicho días antes que fueran”, comenta Coloma. Cuando en un centro falta médico ―enfermeros y celadores no pueden prescribir medicamentos, por ejemplo― los pacientes son derivados a una de las urgencias extrahospitalarias más cercanas o las del hospital más próximo. En Soto del Real, explica Coloma, atienden también a los habitantes de Colmenar Viejo y otros municipios de la zona. “El trabajo acaba siendo agotador, no es atractivo y los médicos se van. Son puestos que acaban siendo tan penosos que nadie los quiere asumir”, lamenta.
Begoña Gómez, médico en las urgencias rurales de Cadalso de los Vidrios, uno de los puntos más alejados en la región, dice que se sienten “abandonados” y califica de “imprudente” el plan de Ayuso. También coincide con Coloma en que los centros cada vez se vacían más. “Navalcarnero, por ejemplo, tenía siete doctores y ahora no tiene ninguno. Los profesionales se van, nadie quiere ver a más de 100 pacientes al día solo. No tienes tiempo ni para comer o ir al baño. Ya no es cuestión de que no haya médicos, es de que son puestos de trabajo con condiciones indignas”, critica. Para la sanitaria, desde el 27 de octubre todo a ido a peor y recuerda que antes del cambio las urgencias rurales funcionaban “sin un solo problema”. “Ahora cuando falta un médico directamente buscan enfermeros. Normalizan que este es el modelo, cuando en realidad están exponiendo [a enfermeros y celadores] a una serie de riesgos y responsabilidades que no tendrían por qué asumir”, añade.
Por ejemplo, en Paracuellos del Jarama (unos 26.400 habitantes) la última semana de julio solo hubo médico una día y en todo el mes han estado sin doctor dos semanas en total. Enfermeros y celadores han tenido que hacer frente a cualquier tipo de paciente, con su correspondiente patología, que acudiera a la urgencia. Para cubrirse las espaldas, en caso de que ocurra algo grave debido a la falta de médico, han cogido la costumbre de firmar todos los días y que así quede constancia de cuándo falta un profesional. “Debería haber cinco médicos en plantilla, pero solo tenemos uno. Cuando tiene su guardia, va, pero el resto de días dependemos de la Administración”, cuenta una de las enfermeras, que prefiere no decir su nombre.
Más de una tarde, la sanitaria ha llegado al centro y se ha encontrado sola. Entonces hace lo que muchos otros profesionales en muchas otras localidades, llama a la dirección de área ―hay una por cada zona: norte, sur, este, oeste y capital― y pregunta:
― ¿Van a mandar médico?
― No, no hay. Pero irá otra enfermera una hora más tarde.
“Nos han llegado personas con taquicardia, niños con atragantamientos. Y si estamos solo los enfermeros, la ley no nos ampara si suministramos una medicación. Si sale adelante, vale, pero, ¿y si no?”, se pregunta. Luego están los desplantes de algunos pacientes, que la toman con ellos al enterarse de que no hay doctor. “Nos han insinuado que no pongamos en la puerta que falta el médico. Entonces el paciente entra y se enfada. Nos enfrentan”. Recuerda cómo una mujer no paraba de pedirle que le prescribiera una medicación, algo para lo que la enfermera no está autorizada. “¿Y para qué estás tú aquí, eh?”, le gritó.
En noviembre, apenas una semana antes de que comenzara la huelga en las urgencias extrahospitalarias, una doctora del centro sanitario 24 horas de Guadarrama fue agredida por un paciente, al grito de “si es que os lo tenéis merecido” y “os tenemos que dar de hostias por vagos. ¡Te voy a matar!”.
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