Una rocambolesca y engañosa conversación con Tomás Díaz Ayuso: “Es una putada verme afectado por lo que es mi hermana”

El hermano de la presidenta madrileña es un hombre sin rostro que no aprecia conflictos de intereses y se cree con derecho a seguir vendiéndole a la sanidad pública madrileña

La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, en un acto en Fuenlabrada para celebrar el primer año de su victoria en las elecciones del 4-M.Jaime Villanueva

Tomás Díaz Ayuso no es la persona que aparece en la foto que multitud de medios de comunicación han publicado de él, tomada del Instagram de su hermana presidenta. En esa foto se ve a Isabel Díaz Ayuso en el estadio Vicente Calderón abrazada a otro hombre, ambos en chándal, el día de una carrera popular. “Es un primo mío al que le estáis haciendo polvo”, le dice Tomás a este periódico en una conversación telefónica de 50 minutos. “Ni soy del Atleti ni voy en pantalones cortos a ningún lado”.

Tomás ha estado jugando al despiste desde hace medio año. Por eso no es extraño que recur...

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Tomás Díaz Ayuso no es la persona que aparece en la foto que multitud de medios de comunicación han publicado de él, tomada del Instagram de su hermana presidenta. En esa foto se ve a Isabel Díaz Ayuso en el estadio Vicente Calderón abrazada a otro hombre, ambos en chándal, el día de una carrera popular. “Es un primo mío al que le estáis haciendo polvo”, le dice Tomás a este periódico en una conversación telefónica de 50 minutos. “Ni soy del Atleti ni voy en pantalones cortos a ningún lado”.

Tomás ha estado jugando al despiste desde hace medio año. Por eso no es extraño que recurra al engaño al ser contactado por este periódico para explicar por qué compró mascarillas de una fábrica china inexperta y defraudadora (como aparece en el expediente de compra que la propia Comunidad facilitó en marzo de este año a EL PAÍS). “Dale, dale, tú publica”, dice retador, ocultando que cambió de fábrica.

Tomás es un hombre sin rostro que nunca ha dado entrevistas a la prensa, pero en la conversación con este periódico se entretiene, se desahoga por el mal trago que está pasando y baja la guardia: “Es una putada. Realmente la palabra, o la definición, es que es una putada que conforme a lo que se dedica tu hermana tengas tú que verte afectado”. Ha estado en la mira de los medios de comunicación desde que en noviembre empezó el escrutinio público por un contrato de mascarillas que la Comunidad de Madrid adjudicó a un amigo íntimo. Él, que fue quien realmente compró el material y también se lucró por ello, cree que no debe explicaciones a la ciudadanía. Tampoco es consciente del conflicto de interés al que se enfrentaba cuando llegó su hermana a la presidencia. Tomás es un comercial sanitario que ha vivido desde 1995 de vender productos médicos a la sanidad pública madrileña. Cuando Isabel llegó al poder en 2019, el vendedor y la jefa de todos los compradores estaban unidos por un lazo de sangre. A él eso le parecía “una putada”, pero no dejó de hacer lo que siempre hacía.

Reconoce que después de la venta en la que participó bajo el paraguas de su amigo ha seguido vendiendo a la sanidad madrileña: “De verdad, se está haciendo una cacería política con este asunto. Yo me he dedicado única y exclusivamente toda mi vida a esta profesión. De hecho, sigo trabajando en esto. Todavía volverán a aparecer noticias mías de que mañana o pasado en el hospital infanta lo que sea Tomás ha vendido algo. Claro, es que yo me dedico a esto. Entonces a mí esto ya me sobrepasa”.

Tomás no revela en qué sitio está, pero debe de ser un espacio al aire libre porque se escuchan pájaros y un perro ladrando. La semana pasada no se presentó en el Ayuntamiento de Madrid, donde la comisión de investigación sobre el espionaje a su hermana le había citado. Se publicó que estaba “en paradero desconocido”. Le molesta que en alguna televisión se hayan hecho bromas comparando su ausencia con el mítico programa de televisión ¿Quién sabe dónde? También dice estar cansado de aparecer un día sí y otro también en informaciones sin aparente relevancia, como que es dueño de una chatarrería en Sevilla. Otras informaciones han señalado que se enriqueció de más ventas a la Comunidad de Madrid.

“Es que yo voy ya por 25 millones de euros, ¿sabes? Tres millones de no sé donde, luego vendimos la luz de Arroyomolinos, luego un contrato con no sé qué, luego un contrato a mi suegro que no era mi suegro... cuando llevas tantos millones vendidos y además siempre encima mal... porque, coño, nos podíamos dedicar a vender obras de arte, o cosas bonitas que digas ‘joder, no hemos pagado los impuestos’, pero quedas bien. Pero los Ayuso siempre somos unos gitanos. Tenemos siempre que estar jodiéndola y vendiendo guarrerías. Nunca lo hacemos bien”, dice, expresando hastío.

El motivo de la entrevista es la compra por la que está siendo investigado por las fiscalías Anticorrupción y Europea. Él ya declaró ante la primera de ellas, el 6 de abril, y dice haber entregado todos los documentos que le reclamaron, entre ellos los certificados de calidad de las mascarillas FFP2 que compró en China. El producto de la segunda fábrica también es sospechoso de poca calidad. Un certificado hecho público por El Español este martes no es una garantía de seguridad, como ha reconocido a este periódico el propio laboratorio italiano que lo expidió. El centro no tiene autorización legal europea para evaluar equipos de protección individual (EPI) y no examinó las mascarillas, sino solamente la documentación técnica. La Fiscalía está indagando la validez de los otros dos certificados, de origen chino, según ha sabido EL PAÍS.

Correos electrónicos

La Fiscalía Anticorrupción también le ha pedido sus comunicaciones por correo electrónico, según dice él. La comparecencia le dejó mal cuerpo. “La Fiscalía Anticorrupción y Crimen Organizado, que es una cosa muy seria, y lamentablemente ahí estoy yo metido y toda mi familia, me ha hecho una serie de peticiones e inquietudes y me ha dicho presénteme estos papeles y ahí están. Entonces a esperar. Yo espero que al final, como es un tema de papeles más que nada, pues se coteje todo y la Fiscalía estudie concienzudamente todo lo que yo he aportado, con mi declaración y que tome la decisión que tenga que tomar. Nada más”.

Preguntado por si, si estaba tan seguro de su trabajo, ¿por qué recurrió a Priviet Sportive y no se presentó él mismo con una sociedad propia como adjudicatario?, Tomás Díaz Ayuso responde: “Yo cómo hago los negocios o cómo los gestiono no es asunto absolutamente de nadie, siempre que esos negocios sean claros y sean legales y uno cumpla con sus obligaciones fiscales”, apuntando a que la iniciativa del contrato fue suya y no de su amigo Daniel. “Si yo tuviera una empresa en el extranjero o hubiera cobrado en Andorra o en las islas Feroes [sic] pues entiendo que la prensa se hubiera hecho eco de que esta persona no ha hecho las cosas bien. Pero, claro, yo facturo como autónomo y todas mis declaraciones están en España. No tengo bancos extranjeros y mis datos están ahí. Entiendo que la Agencia Tributaria española, la Fiscalía y todo el mundo tiene mis datos. No pueden pensar nunca que soy una persona que tiene un doble rasero empresarial, que tenga negocios extraños, ahí están mis datos”.

La persona que examinó la oferta de Priviet y recomendó la adjudicación es Manuel de la Puente, un buen conocido de la sanidad pública a quien Tomás le vendió en el pasado. Pero Tomás dice que esa es una pista falsa: “Con las personas que hablábamos nosotros no era Manuel de la Puente”, dice enigmáticamente y luego se niega a explicarse. Dice que conoce a todo el mundo en la sanidad pública de Madrid. “¿Sabes cuántos hospitales hay en Madrid? 33. ¿Quieres que te diga el nombre de los 18 gerentes más importantes de Madrid?, ¿los 18 directores médicos?, ¿los 18 directores de enfermería y los 18...? ¡Los conozco a todos, joder! Pero también sé quién es el jefe de la UCI de Sevilla, joder. Y de Valencia y de Murcia. Que me dedico a esto”.

Foto del 15 de abril de 2019 en el Hospital de la Fuenfría en la que aparecen, de izquierda a derecha, Manuel de la Puente, gerente del hospital; la entonces candidata a la presidencia madrileña Isabel Díaz Ayuso, y Enrique Ruiz Escudero, consejero de Sanidad.

Luego, preocupado, matiza: “Que a nosotros en ningún caso se nos ha beneficiado con ningún tipo de contrato porque yo sea no sé quién, mi hermana sea no sé quién. No ha habido ningún tipo de interacción con ninguna persona, en especial del Sermas, la dirección general de sanidad, o con quien sea que yo haya trabajado en cualquier momento, ni con ninguna persona que digas: ‘Oye, chato, mírame esto’. Eso es lo que estoy diciendo. Entiendo, espero y deseo que no se tergiverse y no focalicemos en que había una persona de contacto. No hay personas de contacto. Hay un trabajo genérico y específico que se hace todos los días y durante todos los años en el cual llega la necesidad. A ver si es que ahora cuando vino el tema del covid no se llamó a todo el mundo, pues claro”.

Tomás se despide pidiendo al periodista que si la Fiscalía archiva la investigación se acuerde de llamarle para reconocérselo. “Me va a hacer ilusión que me digas: ‘Chico, estaba todo bien’ en dos, tres, cuatro meses, no sé los plazos de la Fiscalía Anticorrupción para sus investigaciones”. Y añade que, según él, todo está en orden. “Papeles. Este rollo va de papeles. No va de otra cosa”.

Por su parte, Isabel Díaz Ayuso se mostró el miércoles convencida de que se archivará el caso del contrato público de compra de mascarillas vinculado a su hermano. “Ahora lo que toca es sembrar la sospecha, porque así algo queda”, se quejó en un desayuno informativo en Madrid.

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