El evidente desgaste de Almeida

El alcalde de Madrid comparece este martes en un pleno extraordinario sobre el ‘caso de las mascarillas’, a petición de la oposición y en el peor momento de su mandato

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, a su llegada a la inauguración de la ampliación de la planta de biogás del Parque Tecnológico de Valdemingómez, el 20 de abril.Foto: EUROPA PRESS

Hay que pasar página cuanto antes: esa es la principal consigna del círculo más cercano que asesora a José Luis Martínez-Almeida. Pero ―siempre hay peros en el ala oeste de la política― la misión se complica con el paso de los días. El alcalde de Madrid cree que los medios de comunicación llevan demasiadas jornadas narrando el caso de las mascarillas, el último escándalo que hace tambalear los cimientos del Ayuntamiento de...

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Hay que pasar página cuanto antes: esa es la principal consigna del círculo más cercano que asesora a José Luis Martínez-Almeida. Pero ―siempre hay peros en el ala oeste de la política― la misión se complica con el paso de los días. El alcalde de Madrid cree que los medios de comunicación llevan demasiadas jornadas narrando el caso de las mascarillas, el último escándalo que hace tambalear los cimientos del Ayuntamiento de la capital de España con el principal regidor del PP en el centro de la diana. Fue un primo hermano suyo quien dio el teléfono de Elena Collado ―la alto cargo del Consistorio que se encargaba de gestionar los contratos sanitarios― a los dos comisionistas. A Luis Medina, el hermano del actual duque de Feria e hijo de Naty Abascal, y a un amigo suyo, el empresario Alberto Luceño. Los dos se llevaron una comisión de seis millones de euros sobre una compra de material sanitario que costó cerca de 12 millones para las arcas municipales durante el pico de la primera ola de la pandemia, cuando fallecían en la capital centenares de madrileños cada día. Con el montante se compraron decenas de coches, relojes de alta gama, un piso de lujo en Madrid, seis noches de hotel en Marbella a 6.000 euros la noche, un velero...

La versión de Almeida es que él no sabía nada de todo este asunto hasta hace solo unas semanas. También dijo que desconocía que su pariente cercano dialogara por teléfono varias veces con la directora general de alcaldía ―y amiga suya desde hace más de 20 años―, Matilde García Duarte, para pedirle el contacto de la encargada de los contratos. “No tenía ni idea de que mi primo había intervenido”, declaró el alcalde tras conocerse este escándalo. “¿Responsabilidad política? No, hay que entender el contexto”, dijo otro día. El caso está ahora en los tribunales, sin ningún miembro del Ayuntamiento investigado. Tampoco su familiar cercano. El juez ha retirado el pasaporte a los dos comisionistas.

Pero en el palacio de Cibeles se ha abierto una brecha más y los mazos que golpean al PP se amontonan a menos de un año para las elecciones municipales. El foco del día a día se ha desvirtuado por completo. Por más que Almeida inaugure obras, haga entrevistas a medios afines, acuda a eventos o anuncie pequeñas reformas, el equipo del alcalde no logra marcar una agenda propia. Los escándalos se imponen sobre la gestión diaria. Nadie duda ya de que Almeida atraviesa ahora el peor momento de su mandato. “El desgaste es evidente”, admite un alto cargo del Ayuntamiento.

“Todos los días le preguntan por lo mismo”, añade uno de los colaboradores del regidor. Almeida considera que ya ha dado suficientes explicaciones, tanto del escándalo del intento de espionaje desde su propio partido a la presidenta regional Isabel Díaz Ayuso a través de dos empresas municipales―que terminó con la caída de la anterior cúpula del PP y con la dimisión de su íntimo amigo y alto cargo del Ayuntamiento, Ángel Carromero―, como del de las mascarillas.

La estrategia trazada desde el primer momento por el equipo de Almeida consistía en responder a todas las cuestiones, sin límite de tiempo. El alcalde se desenvuelve como pez en el agua en este tipo de situaciones. Sin embargo, el pasado martes en el palacio de Cibeles se produjo una situación inédita entre la vicealcaldesa, Begoña Villacís, de Ciudadanos, y el propio regidor.

Rodeada de micrófonos, la número dos del Ayuntamiento atendió a la prensa. Criticó que el alcalde hablara horas antes de una “caza de brujas” al Consistorio por parte de la Fiscalía Anticorrupción en el caso de las mascarillas. Villacís confía plenamente en su alcalde, pero aquí la distancia entre ambos es evidente. “No, no hay una caza de brujas. La justicia es más independiente de lo que pensamos, más allá de izquierdas o derechas”, recordó. Al concluir, se giró. Vio que Almeida bajaba las escaleras junto a su equipo. El alcalde y ella, con un desgaste político evidente, evidencian sonrisas en público y desavenencias en privado. Los dos coincidían de nuevo en un acto conjunto con un grupo de empresarios. La vicealcaldesa, al verle, le dijo: “Te toca hablar a ti ahora”, mientras le indicaba con la mano izquierda el enjambre de micrófonos de los periodistas.

Almeida, visiblemente incómodo, contestó: “Bueno, bueno, primero vamos al acto y luego ya hablamos”. Después, ya no hubo comparecencia. Un silencio que evidenciaba el cambio de rumbo interno de su equipo. En su lugar habló la portavoz del Ayuntamiento, Inmaculada Sanz, del PP. Esta metamorfosis de caras a la hora de dialogar con la prensa fue un movimiento más del círculo más cercano del alcalde, que cree que tantas comparecencias acaban por desgastar más todavía al mandatario. Este martes, por ejemplo, habrá dos plenos en el mismo día. Uno extraordinario y otro ordinario. Así se evitan dos plenos en dos jornadas diferentes. Una manera de evitar posibles titulares negativos durante dos días consecutivos: estrategias políticas.

El pleno extraordinario se celebra a petición de la oposición. Será un monográfico del escándalo de las mascarillas. Dará comienzo a las nueve y cuarto de la mañana, con Almeida en el centro de la diana. Según fuentes municipales, el alcalde hablará “mucho” del “cinismo” de la izquierda durante su discurso. Más tarde, en el pleno ordinario que afecta a la política municipal y a las cuestiones de ciudad, todo apunta a que el alcalde guardará silencio. Serán sus concejales quienes asuman los embistes del resto de grupos parlamentarios. Este año ha cambiado todo en la zona de mando del palacio de Cibeles. Por ahora, hablar mucho desgasta a Almeida. Un signo acorde con los nuevos tiempos políticos del PP.

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