Más de 100.000 madrileños no reciben atención de su médico de cabecera

Las bajas de facultativos sin suplir afectaron a más de 220.000 personas en 2021

Un grupo de personas esperan en una fila en el Centro de Salud Abrantes, a 13 de enero de 2022, en Madrid.Eduardo Parra (Europa Press)

Puede que en cada cita toque un médico nuevo. Y que en cada visita se empiece a contar el mismo problema de siempre desde cero. Siempre con el tic-tac del reloj marcando los tiempos. Más de 220.000 madrileños acudieron en algún momento de 2021 a su centro de salud sin que les atendiera el médico de familia o pediatra que tenían asignado, por estar de baja, ni tampoco un suplente fijo, que conociera su historial sanitario, según un documento oficial al que accedió EL PAÍS. Esas ausencias sin suplir adecuadamente por pa...

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Puede que en cada cita toque un médico nuevo. Y que en cada visita se empiece a contar el mismo problema de siempre desde cero. Siempre con el tic-tac del reloj marcando los tiempos. Más de 220.000 madrileños acudieron en algún momento de 2021 a su centro de salud sin que les atendiera el médico de familia o pediatra que tenían asignado, por estar de baja, ni tampoco un suplente fijo, que conociera su historial sanitario, según un documento oficial al que accedió EL PAÍS. Esas ausencias sin suplir adecuadamente por parte de la Administración, que la Consejería de Sanidad cifra en 108.056 para el arranque de 2022, dificultan que se cumpla uno de los principios clave de la Atención Primaria, según denuncian los profesionales: tratar la enfermedad teniendo en cuenta la biografía sanitaria del paciente. Así, esos ciudadanos viven con la incógnita de qué facultativo les tocará en la próxima cita.

“Lo que muestran estos datos son falta de respeto hacia el paciente y sus médicos, y falta de previsión. ¿Por qué están esas plazas sin cubrir y sin suplente? ¿Se han jubilado los titulares? Es desesperante, porque es mala gestión”, lamenta el profesor emérito del departamento de Salud Internacional de la Escuela Nacional de Sanidad, exdiputado autonómico del PSOE y exconsejero de Sanidad del País Vasco, José Manuel Freire. “En lugar de favorecer la continuidad los médicos de familia en la atención a su población, se organizan concursos de traslados de facultativos a otros centros que en el último caso afecta a casi un millón de ciudadanos. ¡Es una falta de respeto!”, insiste. Y ejemplifica: “El conocimiento de la biografía de la salud de un paciente, y de su entorno, es clave, y una de las características de la buena atención primaria. Su médico sabe la historia de un niño con asma, pero no uno nuevo que encima va con prisas y solo pueden escuchar una parte de su historia. Si su médico es el de siempre, sabe también el historial médico de la familia y si puede haber relación entre ambas, y reacciona de una manera distinta”.

“Esto demuestra que las colas en los centros de salud no son porque no quieran trabajar los profesionales, cuelguen el teléfono o desaparezcan de repente, como dice la presidenta, sino porque no son capaces ni de sustituir las ausencias”, amplía la diputada de IU integrada en el grupo parlamentario de Podemos en la Asamblea, Vanesa Lillo, que pregunta habitualmente al Ejecutivo por estos datos. “Es la precariedad la que expulsa a los profesionales fuera de Madrid”.

El Gobierno de la Comunidad no niega el problema, pero lo minimiza subrayando que afecta al 1,6% de la población regional, y se defiende con el argumento de que no es una dificultad específica de Madrid, sino común a todo el sistema sanitario español. Así, en 2018, el último estudio demográfico de la Organización Médica Colegial (OMC) alertaba del “déficit estructural de las plantillas de médicos de familia y pediatras de AP [Atención Primaria]” en todo el territorio nacional y del empeoramiento que se iba a producir en esos números “a consecuencia de la jubilación de miles de profesionales y la escasa oferta de plazas MIR”.

“Existe una situación generalizada de falta de médicos y pediatras que no afecta sólo a la Comunidad de Madrid, sino al conjunto del Sistema Nacional de Salud, lo que en casos puntuales dificulta la cobertura de las bajas o ausencias de los profesionales”, expone un portavoz gubernamental. “No obstante, todos los ciudadanos residentes de la región disponen de atención por parte de un médico de familia o pediatra y una enfermera, bien por el que se le asigna por tarjeta sanitaria, o bien por suplencias o reorganizaciones que se realizan para garantizar la calidad asistencial cuando falta un profesional”, añade.

En 2021, los profesionales que se dieron de baja durante más de tres meses, y luego se reincorporaron a su puesto de trabajo, estuvieron de media cinco meses y medio sin ver a sus pacientes (165 días). Si se tiene en cuenta a los que ya estaban de baja el año pasado, o se fueron entonces, y que no han retornado a trabajar, los datos se disparan: 14,6 meses de media de ausencia, para 438 días. En total, son casi 190 bajas que se concentran más al sur de la capital y de la región que al norte y que, al no ser compensadas con un sustituto fijo, dificultan la atención a los pacientes.

“Conocemos la historia del paciente, su historial médico, su entorno familiar y social… y muchas veces cuando entran ya sabemos qué le puede pasar”, describe su trabajo la médico de familia y presidenta del sector de Atención Primaria Amyts, María Justicia. “El problema es que la gran mayoría estamos muy saturados, tenemos una excesiva presión asistencial, llegamos a ver al día 50, 70, 90 pacientes… cuando lo ideal sería no pasar de 30″, lamenta. “Y esto ha aumentado con la covid, pero los problemas ya los veíamos arrastrando de antes, porque falta tiempo y faltan médicos”, añade. “La situación en atención primaria es realmente mala, muchos no pueden más y lo han dejado por depresión o crisis de identidad profesional”.

El trabajo, la saturación, la falta de especialistas y la pandemia han ocasionado, cuenta Justicia, una ola de bajas por depresión y ansiedad anticipatoria que se vio reflejada en una reciente encuesta del sindicato entre los profesionales del sector con un resultado demoledor: más del 50% de los doctores de atención primaria tomaría psicofármacos para pasar consulta.

Antonio Cabrera también es médico de atención primaria, en su caso de un centro de salud de Ciudad Lineal, y reclama sobre todo “tiempo”. Es el bien más preciado entre los doctores porque de él depende que los pacientes tengan “una atención personalizada y de calidad”.

“Tengo compañeros que les toca atender a personas por teléfono, sin conocerles de nada y sin saber nada de su situación o de su entorno. Así es imposible”, lamenta. Para empezar, porque de esa manera, sin saber qué vida ha llevado o lleva un enfermo y cuál es su historial médico “muchas veces tiendes a recetar medicamentos que no son siempre necesarios”. Y eso, añade, implica además “más gastos al sistema, porque se realizan más pruebas diagnósticas, se utilizan más recursos y muchos pacientes acaban acudiendo a urgencias cuando con un médico de atención primaria que ha atendido desde el principio lo puedes evitar”.

Mientras, 108.056 madrileños acuden al médico sin saber con quién hablarán, porque su médico no está ni su plaza tiene asignada un sustituto permanente. La Administración lo llama “ausencias de larga duración no cubiertas”. Para los pacientes es otra cosa: un problema.

"Madrid es la comunidad que menos paga"

Algo pasa en la atención primaria madrileña que no es nuevo. La Consejería de Sanidad lo admite, aunque asegura que un problema general, y asegura que para paliarlo va a poner en marcha un Plan de Mejora Integral, con una dotación de 200 millones, que va a servir para crear 1.200 plazas más.

Pero los especialistas en la materia niegan que esa sea la solución. Al menos la única. María Justicia, presidenta del sector de Atención Primaria de Amyts, apunta a un déficit estructural que el sistema lleva arrastrando una década: faltan 1.400 plazas de médicos de familia más 350 en pediatría. A eso, dice Justicia, se le suman las 1.250 personas que están a punto de jubilarse, por lo que “el plan de la Administración es completamente insuficiente”. A pesar de eso, los sindicatos de médicos como Amyts creen que el foco hay que ponerlo en otros frentes, como conseguir que los médicos no se quieran ir a otro país, donde se sienten mejor remunerados y donde, sobre todo, tienen el tiempo suficiente para realizar bien su trabajo, para investigar y para disfrutar atendiendo a sus pacientes en su día a día. “Y dentro de España, Madrid es la comunidad que menos paga. La diferencia tampoco es mucha, pero el nivel de vida aquí es más alto, por lo que una mayoría tiende a irse. Da igual que abras muchas plazas de MIR, si luego todos se te van no sirve de nada”, apunta Justicia.

Créditos

Datos y gráficos: Daniele Grasso

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