Planes con niños en Madrid: visita guiada a Grefa para descubrir que “la naturaleza no es Disney”

La ONG, que “no es un ni zoo ni una granja escuela”, imparte educación ambiental mientras muestra parte de sus instalaciones los fines de semana y festivos

Dos niños observan los buitres en el centro de Grefa en Majadahonda, el domingo pasado.Santi Burgos

“Ojo, que esto no es un ni zoo ni una granja escuela”, advierte para que nadie se lleve a engaño Sebastián Gómez, coordinador de actividades de fin de semana, al inicio de la visita guiada. Es domingo por la mañana y una treintena de personas, entre ellas muchos padres con niños, ha acudido a Naturaleza Viva, las instalaciones que la ONG Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (Grefa) tiene en el Monte del Pilar de Majadahonda (Madrid). “A v...

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“Ojo, que esto no es un ni zoo ni una granja escuela”, advierte para que nadie se lleve a engaño Sebastián Gómez, coordinador de actividades de fin de semana, al inicio de la visita guiada. Es domingo por la mañana y una treintena de personas, entre ellas muchos padres con niños, ha acudido a Naturaleza Viva, las instalaciones que la ONG Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat (Grefa) tiene en el Monte del Pilar de Majadahonda (Madrid). “A veces, las familias llegan pensando que le van a dar un biberón a un cervatillo, pero eso no es lo que hacemos aquí. Somos un centro dedicado a estudiar y a conservar la fauna, a recuperar ejemplares heridos, a reintroducir especies amenazadas y a la educación ambiental”, aclara el guía, para puntualizar que recorrerán una parte del espacio, pero no verán “ni el hospital de fauna salvaje, probablemente el mejor de toda Europa, ni el centro de cría en cautividad”.

No los muestran porque hay una enorme diferencia entre la fauna doméstica y la salvaje que tendemos a olvidar, humanizando a animales que nos temen como a un nublao. “El ser humano es el peor de los depredadores y los animales lo saben. Cuando nos ven, sufren un estrés tremendo, pueden llegar a morirse en nuestras manos”, explica Gómez, que recuerda que un animal salvaje, una vez improntado, no podrá ser devuelto al medio natural, que es el fin que persigue su organización una vez sanados.

“Pero sí que vais a ver muchos animales y vamos a contaros un montón de cosas interesantes”, concede a los niños. Se trata de ejemplares considerados irrecuperables, que no podrían sobrevivir ahí fuera por las secuelas de sus heridas o porque llegaron domesticados. Hay una veintena de especies ―galápagos europeos y leprosos, tortugas mora y mediterránea, perdices, cuervos, urracas, buitres, lechuzas, búho real, cigüeñas negras, milanos reales, águilas...― que viven en espacios que recrean sus hábitats y con ventanales-espejo. “Mira mamá, le falta un ala, ¿y cómo la perdió, ¿y le duele?, ¿y no está triste por no poder volar?”, pregunta un niño, enternecido, mientas señala al muñón de un buitre leonado.

La visita, que se realiza en dos grupos de 15 a 20 personas acompañadas por un monitor, está pensada para todos los públicos y, aunque usan un lenguaje cercano y se adaptan a todas las edades, la complejidad de lo que cuentan y su duración ―dos horas mínimo, depende de lo curioso y participativo que sea el grupo― hace que se recomiende a partir de siete u ocho años. “La educación ambiental debería de tener más peso en el currículo escolar”, opina Gómez. Actividades como esta, en la que casi 8.400 niños participaron en 2021 llevados por sus colegios, sirven para paliar ese déficit y para concienciarles de los problemas medioambientales.

Dos veterinarias realizan una cura a un ejemplar de águila ratonera​ durante la visita.Santi Burgos

El momento estelar es el paso por el área veterinaria, una de cuyas salas se puede contemplar a través de grandes ventanales. El guía habla por el walky talky con una de las veterinarias y ha habido suerte, están a punto de realizar una cura a un águila ratonera, que otra profesional trae liada en una mantita. “Tenía una espiga en el ojo, se le inflamó y hubo que abrírselo”. Grefa, donde trabajan 50 personas con ayuda de decenas de colaboradores, 3.000 socios, padrinos y un presupuesto de cerca de dos millones, batió su récord el año pasado: atendió a más de 7.500 ejemplares, “con picos de 300 al día”. El 89% de ingresos son de aves y el 17%, de especies protegidas. “Lo que más recibimos son vencejos, que se caen de los nidos por el calor”, detalla Gómez. También enseñan la guardería de huérfanos. “Debería estar vacía, pero tenemos un polluelo de mirlo. Los animales, a causa del cambio climático, cada vez se reproducen antes”, lamenta Gómez.

Durante el paseo, muy interesante, divertido y didáctico, niños y mayores descubren que España “es el país con más biodiversidad de Europa”, qué es una especie invasora ―”son la segunda causa de extinción de la fauna autóctona tras el deterioro del medio porque la desplazan, la depredan y traen enfermedades nuevas”―, que liberar animales exóticos es delito ―”mucha gente pensó que era buena idea tener una cotorra, pero luego se cansaron porque son muy ruidosas”― y que el águila perdicera es una de las especies más amenazadas de Madrid ―Grefa ha logrado quintuplicar las parejas―.

También explican qué hacer cuando se encuentra a un animal herido ―nunca hay que darles comida o bebida y, si es doméstico, hay que llamar a protectoras o al Seprona, y si es autóctono, a Grefa― y los principales proyectos de la ONG―como el Monachus para la reintroducción del buitre negro en los Pirineos o en el sistema Ibérico o el Aquila a-life para la recuperación del águila de Bonelli en el Mediterráneo occidental―.

Verán las cajas de madera para el control biológico de plagas como el topillo ―”en tres meses, una pareja de lechuzas que viva en una de estas cajas se comerá mil”―, jugarán a adivinar si un ulular es de lechuza, de mochuelo o de chotacabras, les mostrarán egagrópilas ―bolas de alimentos que regurgitan las aves― con restos de pulseras de plástico para que vean lo que pasa cuando se tira basura en el campo y, lo más importante, aprenderán a respetar a los animales y a “no contemplar el mundo desde una perspectiva antrópica”. “La naturaleza, lo lamento niños, no es Disney, los animales mueren y se comen unos a otros. A veces es terrible y, a veces, preciosa”, sentencia Gómez.

Y todo ello aderezado con curiosidades sobre las especies autóctonas y anécdotas, como la historia de amor entre dos cigüeñas negras, Sol y Sombra, que han logrado reproducirse a pesar de que nadie daba un duro por ellos. Para delicia de los niños, durante el paseo aparecen varias ardillas y Sancho, el cuervo escapista “y golfete” que se liberó gracias a Filomena pero que no ha ido muy lejos y “disfruta de lo mejor de los dos mundos”: ser libre mientras roba la comida a los turistas. “Me ha gustado mucho la visita, ha sido muy chula y he aprendido un montón”, sonríe Jimena, de nueve años, al acabar el recorrido. Su madre, Mábel Montes, que fue brigada forestal, cuenta que conocía la labor de Grefa, pero que es la primera vez que se acercan a sus instalaciones y que se van encantados.

Dónde: Monte del Pilar s/n, Majadahonda. Hay que dejar el coche antes de cruzar la garita de entrada del monte, por ejemplo en el aparcamiento de la estación de Cercanías, y andar 700 metros. Cuándo: sábados, domingos y festivos a las 11.30, previa reserva por teléfono (91 638 75 50). Precio: cinco euros. Duración: unas dos horas.

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