La metamorfosis de la cantautora Travis Birds
La madrileña aprendió a tocar la guitarra en su habitación, que le sirvió de refugio en un momento de desencanto vital y crisis personal
Detrás del nombre artístico de Travis Birds se esconde la historia de una chica que decidió cambiar el rumbo de su vida con tan solo 19 años, lo que la llevó a descubrir una nueva versión de si misma a través de la música. La madrileña, que ahora tiene 31, evita desvelar el nombre que aparece en su DNI porque asegura que ya no la identifica. Desde entonces, la joven vive en constante transformación. Con alma de aventurera, pero con los pies en la tierra, la cantante derrocha una gran serenidad que ha desarrollado durante varios años de introspección. Su metamorfosis personal se refleja también...
Detrás del nombre artístico de Travis Birds se esconde la historia de una chica que decidió cambiar el rumbo de su vida con tan solo 19 años, lo que la llevó a descubrir una nueva versión de si misma a través de la música. La madrileña, que ahora tiene 31, evita desvelar el nombre que aparece en su DNI porque asegura que ya no la identifica. Desde entonces, la joven vive en constante transformación. Con alma de aventurera, pero con los pies en la tierra, la cantante derrocha una gran serenidad que ha desarrollado durante varios años de introspección. Su metamorfosis personal se refleja también en sus letras que, colmadas de metáforas, cuentan con una gran carga social: “El cinismo te hace creer que tienes el control de cómo eres, pero son las experiencias más fuertes las que te dan una versión de ti que desconoces”.
Anclada en una rutina que la oprimía, Travis apostó por refugiarse en la música en un momento de desencanto vital y crisis personal: “Me di cuenta de que estaba estudiando un trabajo que no quería hacer para llevar una vida que no quería tener”. La joven estudiaba un curso de formación profesional de diseño en el barrio de Puerta Bonita, en Carabanchel. Desde muy pequeña había sido una apasionada de la música en directo, pero no fue hasta hace más de una década cuando inició su aventura musical. Su espíritu libre y soñador ya circulaba en sus venas desde que era adolescente:“No me planteo lo difícil que puede ser conseguir lo que quiero, simplemente voy a por ello”. Encerrada en su habitación, aprendió a tocar sus primeros acordes con una guitarra vieja que había dejado su tía en el salón de su casa de la infancia en Leganés, donde creció con sus padres y su hermana gemela, a quien considera su mayor aliada. Lord Cah, que se dedica a la pintura, fue la primera en escuchar a Travis: “Mi hermana suele hacerme de filtro y de fuente de inspiración. Para mí es un gran apoyo, sobre todo, cuando surgen pequeñas inseguridades durante el proceso creativo”.
El recorrido siguió por los micros abiertos de las salas de música de Madrid. Con su compañera de viaje colgada en su espalda, la artista aprovechaba cualquier oportunidad para hacerse un hueco en la escena musical de la capital. Tras dos años de “buscarse la vida”, los sellos discográficos empezaron a interesarse por su voz quebrada y sus letras llenas de simbolismo hasta que consiguió presentar su primer disco, Año X, en el Café Berlín en 2016. Escuchar su música supone adentrarse en un mundo meditabundo guiado por una voz tan potente como delicada. Con unos ojos azules deslumbrantes y una figura esbelta y menuda, la artista es capaz de cautivar al público desde el primer verso.
La madrileña vuelve a la ciudad donde empezó su andadura después de un año de gira en furgoneta por más de 30 ciudades de España y Portugal. Travis Birds actuará con su banda este domingo en el Teatro Circo Price de Madrid. Por primera vez, lo hará en un gran anfiteatro frente a más de un millar de espectadores. “Antes de venir aquí les escribía a los chicos, que, por favor, extremen las precauciones [por el coronavirus]”, cuenta días antes de la actuación en el Café La Manuela en el barrio de Malasaña. Con este concierto, Travis regresará a su habitación de manera simbólica en un escenario iluminado por un deslumbrante espectáculo de luces.
“Soy muy obsesiva con que las luces tengan el tono perfecto de calidez”, explica la cantante, que ha creado su propio ritual en el que las luces pintadas de naranja que decoran su cuarto se han convertido en un recurso esencial. Con una grabadora y una mesa de mezclas, la compositora sopesa una a una las palabras con las que crea sus canciones, que nacen de reflexiones que florecen en la intimidad de su habitación. Son melodías hechas por y para ella misma, pero con mensajes que transcienden más allá de esas cuatro paredes.
Su esencia reivindicativa deconstruye la obra de Joaquín Sabina en una nueva versión de 19 días y 500 noches, que defiende la caracterización de la mujer. El tributo, elaborado junto a Benjamín Pardo, cuenta con más de cinco millones de reproducciones en Spotify y da respuesta a la canción original desde el punto de vista de la protagonista. “Me preparé el texto como si fuera el guion de una película para familiarizarme con el personaje desde el que quería cantar la canción para que fuera más real”, recuerda la madrileña.
Entre sus referentes, se encuentran otros artistas españoles como Enrique Morente, Camarón o Jorge Drexler y cantantes internacionales como Amy Winehouse. La diversidad de sus influencias musicales resultan en melodías que fusionan diferentes estilos, desde el folklore latino y el jazz hasta la música urbana.
Curiosa y trotamundos, Travis no ha dejado de buscar diferentes fuentes de inspiración fuera de la ciudad. El mar y la montaña la estimulan tanto como los sonidos de los pájaros, un recurso que utiliza en sus canciones. La joven se trasladó en 2018 con su gemela a la selva de Ecuador, cerca de la ciudad de Puyo, para realizar un voluntariado. Pero, el viaje duró menos de lo previsto. Las dos hermanas trabajaron en la zona amazónica durante tres semanas: “Buscábamos el intercambio, pero cortábamos fruta de sol a sol y no nos dio tiempo a conocer mucho más”. Cuatro años después, la joven lo recuerda con un sabor agridulce, aunque cuenta que el paisaje allí es “fascinante”.
Su admiración por la naturaleza se descubre en su segundo disco, que presenta el “instinto animal” como vehículo hacia la locura. El tema que abre el álbum, Las Cinco Disonante, supone el principio de un viaje de 10 canciones que transcurren por las obsesiones del subconsciente. El lanzamiento estaba previsto para 2019, pero, por problemas para desvincularse con su anterior discográfica y debido a la pandemia, tuvo que esperar dos años para salir a la luz. Con esa entereza que la caracteriza, la cantante avanza que este año tiene pensado lanzar nuevos temas con cuentagotas: “De momento, no me pongo la presión de que vaya a formar parte de un disco, pero van a ir saliendo canciones nuevas”.
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