Eugenia Carballedo, la mano de hierro que embrida la Asamblea de Madrid
La única consejera de la que prescindió Ayuso en su actual gabinete, desde que es presidenta de la Cámara ya ha expulsado a dos diputados en apenas una decena de plenos y la izquierda pide su reprobación
14 de marzo de 2020. Isabel Díaz Ayuso y María Eugenia Carballedo son dos amigas en lucha contra la pandemia. Ese día se convoca una ovación en apoyo a los sanitarios que arriesgan su vida en la lucha contra el virus. Y las dos se unen para salir juntas a un balcón de la Real Casa de Correos, sin saber los largos meses de aplausos diarios que quedan por delante. Poco más de un año después, Carballedo es la única consejera del PP que no rep...
14 de marzo de 2020. Isabel Díaz Ayuso y María Eugenia Carballedo son dos amigas en lucha contra la pandemia. Ese día se convoca una ovación en apoyo a los sanitarios que arriesgan su vida en la lucha contra el virus. Y las dos se unen para salir juntas a un balcón de la Real Casa de Correos, sin saber los largos meses de aplausos diarios que quedan por delante. Poco más de un año después, Carballedo es la única consejera del PP que no repite en el Gobierno, tras las elecciones del 4-M. ¿Su destino? Convertirse en presidenta de la Asamblea, donde el jueves pasado expulsa a una diputada del PSOE por mencionar el presunto vínculo entre los gastos de determinados hospitales y el hermano de la presidenta. Tras registrar este martes la izquierda una iniciativa para su reprobación, una fuente conocedora de las entrañas del PP describe su tránsito de Sol a Vallecas como un premio de consolación, tras meses de desgaste en el primer Ejecutivo de coalición de la historia de la región.
“Fue uno de los pocos integrantes a los que eligió personalmente Ayuso, casi su única persona de confianza, pero pronto empezaron los rumores de que se la quería cargar, porque la presidenta es una persona de filias y fobias muy fuertes”, asegura este interlocutor. “Por eso acaba en la presidencia de la Asamblea, un puesto importante, pero que es bajar un peldaño respecto al anterior”, describe. “Carballedo es una persona moderada, razonable, y solvente”, describe. Y compara: “A Carballedo le gusta trabajar para bajar la crispación, buscar el punto medio. Díaz Ayuso es más de incendiarlo todo. Y es la que manda”.
“Ahora se siente relegada a un puesto que no le gusta”, diagnostica una fuente que no pertenece al PP, pero interactúa con frecuencia con la presidenta de la Cámara. “Es dura con sus colaboradores, al mismo tiempo que simpática y cordial en el trato cercano”.
Desde el verano de 2019, la carrera de Carballedo (1971) es algo parecido a una montaña rusa. Abundan los contrastes. Primero es una presencia constante en la Asamblea mientras Díaz Ayuso se desgasta de reunión en reunión infructuosa para la formación de gobierno, y de amarga rueda de prensa en amarga rueda de prensa respondiendo preguntas sobre el caso Avalmadrid. Cuando la situación se desatasca de la manera más rocambolesca (PP, Vox y Cs acuerdan investirla presidenta sin que haya ningún acuerdo firmado de por medio), Carballedo es nombrada consejera de presidencia.
—Conoces bien esta casa y sé que harás un buen trabajo de coordinación de este Gobierno—, le piropea en público la presidenta cuando asume el cargo de consejera y las dos se agarran de la mano tras su juramento, estirando poco a poco los brazos, como si nunca quisieran separarse.
Desde esa jornada, Carballedo se sienta a un lado de Díaz Ayuso en el Consejo de Gobierno, como corresponde a la consejera de Presidencia. Pocos puestos hay en los que se requiera mayor complicidad con el líder, ni que supongan un reto mayor en un Ejecutivo de coalición, donde la coordinación brilla por su ausencia.
Y así llega el duro día a día del Gobierno que han formado el PP y Cs, dos socios mal avenidos, en público y en privado. Y un choque por Telemadrid, que ya desde el principio está en la diana de la presidenta: Díaz Ayuso firma una carta de queja contra el programa Aquí hay madroño, al entender que se mofa de la Infanta Elena. Su amiga discute la oportunidad de la misiva. La tensión aumenta. El Mundo llega a publicar que Díaz Ayuso se plantea destituir a Carballedo. Eso no ocurre, pero pasados los meses, la consejera acaba como presidenta de la Asamblea.
En el PP niegan que ocupar un puesto de tanto prestigio pueda interpretarse como un paso atrás. Con Díaz Ayuso, Carballedo es la principal autoridad institucional de la región. Cobra más de 6.000 euros netos al mes, según el portal de transparencia de la Cámara. Y disfruta de un protagonismo que no tenía como consejera: decide el día a día del Poder Legislativo madrileño.
Nada más llegar a la Asamblea, el diagnóstico de esta licenciada en Derecho, exdiputada en el Congreso, y excandidata a la alcaldía de Leganés, se resume en cinco palabras, según una fuente parlamentaria: “Aquí ha faltado mano dura”.
La nueva presidenta del Parlamento tiene claras tres cosas. Primera: el PP acaba de cerrar una legislatura en la que Cs le ha hecho pagar caro el error estratégico de dejar que su socio controlara ese puesto, que marca los tiempos políticos de la región. Segunda: los plenos se han distinguido por una virulencia que no debe repetirse. Y tercera: de su capacidad para controlar las descalificaciones que se lanzan sus diputados, y concretamente las que recibe la presidenta, depende la nota final que recibirá su mandato. Y Carballedo se arremanga.
Dignidad y decoro
“Asumo personalmente la obligación de velar por que la Asamblea lleve a gala la dignidad y el decoro inherentes a todo órgano de representación en un Estado de derecho”, dice en su primera intervención como presidenta. Inmediatamente pasa del dicho al hecho: en apenas una decena de plenos ya ha expulsado a dos diputadas.
Una es María del Carmen López, del PSOE, protagonista del incidente del pasado jueves por mencionar al hermano de Díaz Ayuso. “Creo que el cabreo es por decirle que no es ecuánime, que no tiene el mismo rasero para medir al conjunto del Cámara”, dice.
La otra es Vanessa Lillo, representante de IU integrada en Podemos. “Su perfil es de sonrisa permanente, de estar siempre a disposición, pero eso no hace menos malo lo que te dice”, opina. “Parece que por eso incluso pierdas el derecho a rebatirle”, añade. “Por mucho que repita que su función es velar por el decoro en la Cámara, lo que aplica es la ley del embudo”, remata, en referencia a que, en su opinión, es más dura con los representantes de la oposición que con los del Gobierno.
En el PP discrepan. “Lo que hace es aplicar el reglamento”, señala una fuente que cuenta con la confianza de la presidenta regional. “[Plantear que actúa así por proteger a Díaz Ayuso] es una chorrada”.
“En algún momento hay que decir hasta aquí”, añade otra fuente popular que conoce bien a Carballedo.
La presidenta de la Asamblea se ha convertido en protagonista de la agenda política. “Por supuesto, no voy a dimitir”, afirma, porque la izquierda pide su marcha. De momento, Más Madrid, PSOE y Podemos registraron este martes una iniciativa para reprobarla, aunque el PP asegura que esa votación no se celebrará porque el reglamento no la permite. Es la última consecuencia de que Carballedo esté intentando embridar los debates con mano de hierro en guante de seda.
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