35.000 flores para honrar el recuerdo de los seres queridos

La Fundación Casa de México celebra el Día de los Muertos con una ofrenda que mezcla elementos tradicionales con intervenciones del arte popular mexicano

Unos visitantes miran el altar de muertos en la Casa de México en Madrid.Andrea Comas

El Día de los Muertos es una conmemoración ancestral que simboliza el encuentro entre los vivos y los fallecidos, una verdadera fiesta que se celebra en México para entender la muerte como parte de la vida. Y una tradición que ha llegado a Madrid gracias al altar de muertos que la Fundación Casa de México realiza cada año. En esta cuarta edición, más de 35.000 flores naranjas y amarillas de papel de seda, 132 calaveras de barro negro y un tapete de Huamantla dan ...

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El Día de los Muertos es una conmemoración ancestral que simboliza el encuentro entre los vivos y los fallecidos, una verdadera fiesta que se celebra en México para entender la muerte como parte de la vida. Y una tradición que ha llegado a Madrid gracias al altar de muertos que la Fundación Casa de México realiza cada año. En esta cuarta edición, más de 35.000 flores naranjas y amarillas de papel de seda, 132 calaveras de barro negro y un tapete de Huamantla dan la bienvenida a quien quiera sumergirse en esta tradición, que en 2003 fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

Entre el día 1y 2 de noviembre, las familias mexicanas montan en sus casas altares con las fotos y las comidas favoritas de los difuntos para permitirles regresar durante unas horas al mundo de los vivos y reunirse con sus seres queridos. De la misma forma, Casa México ha construido una ofrenda que rinde homenaje al México prehispánico e incorpora elementos del arte popular y que se puede visitar todos los días hasta el 14 de noviembre. Fátima Cabañas, que diseñó el proyecto de esta edición, explica así la decisión inusual de no poner ninguna fotografía en la ofrenda: “Este año hemos decidido que cada persona que llegue a Casa México pueda pensar en sus difuntos y ofrecerle este altar”.

Además de los cuatro elementos de la naturaleza que nunca pueden falta en un altar ―el aire, representado con el papel picado y que al moverse anuncia la llegada de los difuntos; el fuego, que a través de las velas ilumina el camino de las ánimas; el agua, que simboliza la fuente de la vida; y la tierra, en forma de maíz, calabaza y frijol—, en esta ofrenda destacan tres intervenciones, obras del arte popular mexicano.

En la fachada, los cinco soportales están enteramente recubiertos de cempasúchil, las flores amarillas originarias de México, hechos a mano en papel de seda. “Su color como el sol y el fuerte aroma sirven a los muertos para encontrar el camino hacia el altar”, aclara Cabañas. Un tapete tradicional de Huamantla, ciudad en el estado de Tlaxala, conduce hacia la ofrenda, colocada al final del altar. La obra de arte ha sido realizada por los artesanos Angélica Vértiz y Rubén Pérez, que volaron desde México a Madrid para trabajar día y noche a lo largo de dos semanas para confeccionar esta explosión de colores.

La última pieza original es el tzompantli (en náhuatl, hilera de cráneos), un altar tradicional en forma de bastidor donde se montaban un conjunto de cráneos con el fin de honrar a Huitzilopochtli, dios del sol y de la guerra. En esta ocasión ha sido recreado con 132 calaveras de barro negro, realizadas artesanalmente en el pueblo de San Bartolo Coyotepec, en el Estado de Oaxaca.

Tradiciones cristianas

Aunque los orígenes del Día de los Muertos se remontan a la época prehispánica, hay muchos elementos del cristianismo esta tradición. “La cruz de sal, que sirve para la conservación del alma, o las imágenes de los difuntos son claros indicios de este sincretismo”, reconoce Cabañas. “Los españoles introdujeron también el incienso y el pan de muerte, que probablemente están relacionados con la Eucaristía”. En homenaje, los colores predominantes de la ofrenda de este año son el amarillo, el color de los cempasúchiles, y el morado, que representa la muerte de Cristo.

Tras cuatro años celebrando el Día de los Muertos, en Casa México se dieron cuenta de que los madrileños se toman esta tradición como propia: la fundación está recibiendo muchas solicitudes de empresas, colegios o asociaciones que piden elementos tradicionales para montar una ofrenda. Mientras el porcentaje de mexicanos que acude a ver el altar en octubre es muy bajo, la mayoría de los visitantes son españoles. “En España se llora mucho y con tristeza a los muertos, y cuando la gente de aquí descubre que nosotros festejamos que en este día los difuntos, vuelven a nosotros, quieren formar parte de esta celebración”, afirma la realizadora.

Una mujer dedica a un familiar la ofrenda de en uno de los altares en la Casa de México. Andrea Comas

Por esta razón, el altar principal no presenta fotografías, para que cada visitante pueda sentirlo como propio y honrar a sus familiares. Sin embargo, un segundo altar menor, instalado en la primera planta de la exposición, ofrece la posibilidad de escribir en un papel los nombres de los seres queridos y dejarlos a los lados de la instalación, para dedicarle a ellos la ofrenda.

Visitantes de todas las edades han llenado los cestos del altar desde que se inauguró la exposición el pasado 8 de octubre. Durante una excursión con su clase, un niño de primaria se esmera en escribir el nombre de su perrito en un trozo de papel morado que dejará en la ofrenda, mientras intenta retener las lágrimas. “Es un material valiosísimo el que se está generando allí, tenemos que guardarlo, porque creo que va a dar para algo importante”, sueña emocionada Cabañas.

El altar de muertos puede verse gratuitamente todos los días hasta el 14 de noviembre en la Fundación Casa de México (calle de Alberto Aguilera, 20). Durante la temporada del Día de los Muertos el horario de apertura es de 10.00 a 22.00.

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