El Teatro de Títeres de El Retiro, un tesoro que lleva 74 años pasando de abuelos a hijos y nietos
Creado a finales de los años cuarenta, este espacio al aire libre y de acceso gratuito del Ayuntamiento de Madrid tiene programación durante todo el año, al que suma un festival de verano y otro por Navidad
Sentada sobre una alfombrilla de juegos con su hija Clara, de cuatro años, en su regazo, Silvina Wenk, de 42, espera pacientemente a que se complete el aforo y comience la función. Son las seis y pico de la tarde del pasado sábado y a la sombra hace fresco en El Retiro, sobre todo por el viento que azota los eucaliptos y las falsas acacias. “Es un plan completo, ya vienes a pasar la tarde entera entre los títeres, los juegos en el parque de niños de enfrente y el picnic”, cuenta con su delicioso acento argentino mientras ...
Sentada sobre una alfombrilla de juegos con su hija Clara, de cuatro años, en su regazo, Silvina Wenk, de 42, espera pacientemente a que se complete el aforo y comience la función. Son las seis y pico de la tarde del pasado sábado y a la sombra hace fresco en El Retiro, sobre todo por el viento que azota los eucaliptos y las falsas acacias. “Es un plan completo, ya vienes a pasar la tarde entera entre los títeres, los juegos en el parque de niños de enfrente y el picnic”, cuenta con su delicioso acento argentino mientras cubre a su nena con una pashmina gigante. Completo y baratísimo, ya que las entradas, al ser un espacio municipal, son gratuitas. Viven en Estrecho y lo habían disfrutado varias veces antes de la pandemia, “el truco era llegar con muuuucho tiempo y coger sitio”, pero el sistema cambió, como todo lo demás, y hay que descargarse las entradas online y de un aforo de 250 y hasta 300 personas se pasó a 104. “Este fue el segundo viernes que se agotaron dentro de la primera media hora, es la primera vez que lo conseguimos”, dice relamiéndose de la suerte. Es el Teatro de Títeres de El Retiro, uno de los tesoros del parque por excelencia de Madrid, que pasa de generación en generación con el mismo sabor popular y familiar de siempre.
En las gradas está Alma, de 43 años, que charla con Félix, su hijo de ocho. “Venimos muchísimo, desde que tenía cuatro años, lo mejor es que es al aire libre”, cuenta ella. “Me gusta mucho, son obras divertidas, nada de cosas raras”, añade él. “Pues a mí, del uno al 10, me gusta un nueve”, dice Bárbara Abad, de seis años, que apunta maneras de actriz porque lo que más le gusta es “inventar cosas”. Otro padre, Paco Santos, de 41, destaca que es “gratuito para empezar y para seguir, que tiene una programación permanente”.
“Que empiece ya, que el público se va”, corean unas niñas en primera fila. En la puerta, Guillermo Gil Villanueva, director artístico del espacio, apunta a un remolino de familias sin entrada y con cara de ojalá en una lista de espera, porque siempre hay quien no se presenta. “Unas 15 o 20 personas por función”, detalla el director.
Gil Villanueva sube al escenario y saluda al público, al que recuerda lo afortunados que son, porque la web se llegó a bloquear por la demanda y hay veces que los tickets vuelan en cinco minutos. El sábado se representaba una obra de títeres de mesa, Las Tres Cerditas, de Xarop Teatre, con Carles Benlliure y Rebeca Castro, una historia con tintes antibelicistas y ecologistas, con momentos inquietantes como el ataque de unos lobos cazabombarderos o la denuncia del drama de las pateras, inspirada en el cuento clásico de C. Perrault y La Rebelión en La Granja de G. Orwell. Los niños asisten al espectáculo sorprendentemente quietos, fascinados, mientras los abuelos, los más desinhibidos, se arrancan a saludar y a contestar a las preguntas de los actores.
Al terminar, Benlliure y Castro comentan que ya habían actuado antes aquí, dos años antes de la pandemia. “Es un lugar precioso, mágico, emblemático, es como ir al Teatro Real para nosotros, por el entorno, por el teatro en sí, especialmente creado para los títeres, y por el público, muy habituado a nuestro lenguaje”, sentencia el actor, director y dramaturgo.
“Tiene muchos años de historia, ya que arranca a finales de los años cuarenta, aunque al principio estaba más cerca de La Rosaleda”, explica Gil Villanueva, que rememora que fue el mítico titiritero Talio, el padre de José Luis Moreno, quien logró el permiso para hacer un teatro estable en el parque en 1947 con un aforo de mil localidades. Pero “el titiritero más famoso fue Paco Porras, padre del humorista, que en los ochenta le dio más cuerpo a la programación e ideó un festival de verano que se sigue haciendo”, al que se ha sumado otro por Navidad. El ciclo de verano acabó el 5 de septiembre, con dos pases, funciones nocturnas, cuatro compañías extranjeras, 10 espectáculos premiados y obras de adultos.
La sucesora de Porras fue Marta Bautista, que le dio continuidad durante 25 años desde Titirilandia. Tras un parón de un año, Gil Villanueva, por aquel entonces presidente de la Unión Internacional de Marionetas, logró la dirección artística, que sacó a concurso Manuela Carmena por tres años y que está a punto de expirar, razón por la cual la programación llega hasta octubre. “Mi única preocupación es que se resuelva pronto el concurso y no haya un vacío porque es un espacio muy popular y querido, con un ambiente muy salao de abuelos que llevaron a sus hijos y ahora llevan a hijos y a sus nietos y de gente que si se tiene que apretar para que quepan más, pues se aprieta”. “El 50% de un espectáculo es el público y el nuestro es la bomba, muy fiel, hay familias que vienen fin de semana tras fin de semana”, los piropea.
Este fin de semana toca La Granja, de la compañía Teloncillo y premiado en Feten, la feria de artes escénicas para niños de Gijón. “Es para niños muy pequeñitos de 0 a 5, juegan con animales y con canciones que tocan en directo y dura media hora”, avanza el director del espacio. El siguiente finde, ya 3 y 4 de octubre, se pasa al horario de mañana, que se mantiene hasta mayo. “Vendrá La Ratita Presumida, de la compañía El Retablo, con Pablo Vergne, que tiene una mano mágica y es uno de los titiriteros más destacados del país”, continúa Gil Villanueva.
Le sigue Peneque y los Álvarez Quintero, de Producciones Miguel Pino, el 9 y 10 de octubre. “Peneque el Valente era un títere de cachiporra de los años cuarenta creado por Pino, una reliquia que sus hijos han sabio actualizar”, explica. El resto del mes lo completan La Sirena Hidráulica, de la compañía Matito ―”títeres de guante en el que una narradora cuenta que de niña soñaba con ser sirena”―, La Chef Pipa de Coma14 ―”muy dinámica y curiosa, con marionetas tipo muppets, es la grabación de un programa de cocina en el que todo es un desastre”― y La senda del Agua, una coproducción de Teatro de Carmen y La mar de marionetas ”que cuenta una leyenda del Palmar de Elche”.
¿Y siguen funcionando los títeres en la generación de la tablet? “Por supuesto que sí. Además, hay un resurgir del títere, que entra en el teatro de actor y de objetos y que ha superado el estigma de ser para niños, cuando en sus orígenes no lo era”, responde el director del espacio. La prueba de fuego de lo mucho que les ha gustado a los niños es que, al llegar a casa, cogen todas las marionetas, incluidas las de adorno, y se ponen a crear su propia obra. “Pero funciona aún más con los padres y los abuelos. Yo creo que la gente tiene niños para poder ir con ellos a los títeres. Verlos con un niño te hace disfrutar como un niño”, ríe Gil Villanueva.
Dónde. Parque del Retiro (avenida de México 4, entrando por la Puerta de la Independencia, frente a la Puerta de Alcalá, a la derecha). Cuándo: sábados y domingos a las 18.30 en horario de verano, a partir octubre pasa al de invierno, a las 12.30. Precio: gratuito, previa descarga de la entrada en su web a partir de las 10.00 del viernes. Hay lista de espera en la puerta.
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