Los exploradores del neomudéjar de Tetuán
Los vecinos recorren las calles para localizar los edificios centenarios que quedan en el distrito con el objetivo de visibilizar el patrimonio y conseguir una mayor protección urbanística para conservarlos
Un comercial de una inmobiliaria llama a la puerta de una casa. No es una decisión aleatoria. Esta vivienda es diferente a las demás. Con tan solo dos plantas y su fachada de ladrillo rojo, la casita parece condenada a desaparecer entre los dos bloques altos de viviendas de hormigón que la rodean, que incluyen un local de apuestas en la planta baja. “Déjenme en paz”, les espeta el propietario desde el interior. “Haber venido cuando aquí no había nada”, añade a continuación. Sabe que la casa donde vive es una joya del neomudéjar popular que construyó su bisabuelo a finales del siglo XIX y princ...
Un comercial de una inmobiliaria llama a la puerta de una casa. No es una decisión aleatoria. Esta vivienda es diferente a las demás. Con tan solo dos plantas y su fachada de ladrillo rojo, la casita parece condenada a desaparecer entre los dos bloques altos de viviendas de hormigón que la rodean, que incluyen un local de apuestas en la planta baja. “Déjenme en paz”, les espeta el propietario desde el interior. “Haber venido cuando aquí no había nada”, añade a continuación. Sabe que la casa donde vive es una joya del neomudéjar popular que construyó su bisabuelo a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando todo aquello era campo. Un estilo arquitectónico en peligro de extinción que los vecinos del distrito se han empeñado en proteger.
Todo comenzó con una reivindicación. Salvar Bravo Murillo 315, una fachada histórica de un edificio de dos plantas que data del 1900, un buen ejemplo de la arquitectura típica de los primeros barrios periféricos que se construyeron en Madrid. Está abandonado, con las ventanas tapiadas para evitar su ocupación y, desde hace unos meses, una gran pintada cubre las tres ventanas. El propietario quiere demolerlo, pero los vecinos han sido más rápidos. Buscaron en el Catálogo de Edificios Protegidos del Ayuntamiento de Madrid y comprobaron que estaba incluido. Además, se dieron cuenta de que este listado estaba abierto a revisión. Ahí surgió la idea. Localizar el estilo neomudéjar de Tetuán para protegerlo.
Estamos hablando de la construcción de una gran parte de Madrid, no podemos olvidar la historia de casi la mitad de la ciudadLuis de la Cruz, historiador
“Estos edificios explican la historia del barrio”, indica el historiador y vecino del barrio Luis de la Cruz. “Cuando no hay un testimonio material, el olvido es mucho mayor. Estamos hablando de la construcción de una gran parte de Madrid, no podemos olvidar la historia de casi la mitad de la ciudad”, insiste. Entre finales del siglo XIX y principios del XX, Madrid empieza a crecer y se proyectan los primeros ensanches. “Los albañiles que llegan de todas las puntas del país para construirlos se hacen sus casas alrededor de las carreteras de acceso a Madrid, como en Bravo Murillo. Pero no solo. También en Carabanchel, en Vallecas, en Prosperidad”, explica De la Cruz. “Y todo lo que aprenden construyendo la ciudad lo llevan a la periferia para levantar sus casas en el extrarradio”, añade. La razón es muy sencilla: el material es barato (ladrillo) y la arquitectura simple y característica a la vez. Los maestros ladrilleros juegan con repisas, columnas, balconadas y cornisas como si el ladrillo fuese piezas de lego, realizando caprichosas formas: Cruces, guirnaldas, geometrías o rombos. Y a este estilo los arquitectos lo han bautizado como neomudéjar popular: casas que aún quedan desperdigadas por los seis barrios que forman el distrito de Tetuán.
“Hacen falta más jubilados como nosotros que se pateen sus barrios, los pongan en valor y la líen si hace falta”, dice Santiago Navas, que trabajaba “colocando monedas en orden” en el banco Santander y, desde hace unos días, es experto en localizar edificios centenarios junto a su amigo Antonio Granero, antiguo perito de coches y presidente de la Asociación de Vecinos de Cuatro Caminos-Tetuán. “Trabajamos más que cuando trabajábamos, pero hacemos lo que nos apetece hacer y, además, aprendemos un montón sobre arquitectura”, dicen mientras pasean por el barrio de Castillejos sin perder detalle de sus edificios.
Entre los 40 vecinos y vecinas que recorren las calles del distrito desde hace semanas no hay solo jubilados. La idea partió del grupo informal que se ha constituido por la Protección del Patrimonio de Tetuán formado por historiadores como De la Cruz, arquitectos y vecinos. Se trasladó a otras asociaciones del barrio que, entusiasmados, se pusieron manos a la obra. Han dividido el distrito en sus barrios, y cada barrio en cuadrículas. Se hacen grupos de trabajo de dos o tres personas que recorren las calles con la mirada siempre atenta y apuntan su inventario en un mapa colaborativo. Todo es intuición: los vecinos identifican el neomudéjar con las casas de ladrillo rojo, las más antiguas del barrio. “Los más mayores, los que llevan más tiempo del barrio, saben además que debajo de muchas casas encaladas se esconde el ladrillo neomudéjar, o lo que ahora es un solar, antes era una casa baja”, añade el historiador.
“Nos dimos cuenta de que aquí vinieron a vivir los expertos de la construcción cuando empezamos a hacer el mapeo”, dice Olga Berrios, periodista y vecina de 38 años. “Hay que poner en valor el carácter de los edificios de Tetuán, porque si vas a Las Tablas o Alcobendas no sabes dónde estás. Aquí, sin embargo, sí”, explica. Berrios es una “apasionada de descubrir el barrio” y quiere organizar visitas guiadas a partir de septiembre para que los vecinos conozcan su historia. Además, se han dado cuenta de algo curioso: hay muchos edificios nuevos que se construyen homenajeando este estilo tan característico de Madrid. “¿Qué sentido tendría que pervivieran estos homenajes y no los originales?”, se pregunta Berrios.
Localizadas más de 70 construcciones
Entre las más de 70 construcciones que los vecinos han localizado —la lista aumenta cada día— hay de todo: casas okupadas, otras vacías y semiderruidas, algunas en perfecto estado de conservación, otras mantienen incluso corralas en su interior y otras, sin embargo, son tan antiguas y pobres que son infraviviendas. “Tampoco hay que romantizar, hay que ver en qué condiciones se protege el edificio para que los vecinos puedan seguir reformando el interior de sus casas si lo necesitan”, explican las vecinas. Y el historiador añade: “Queremos que la obligación de proteger el patrimonio llegue acompañada por una ayuda a sus moradores, la protección no debería generar problemas a los que viven dentro del edificio protegido”.
El siguiente paso lo darán los expertos del distrito. Una vez terminado el mapeo, los arquitectos, urbanistas e historiadores tendrán que hacer una criba entre todos los edificios localizados por los vecinos para reivindicar los de mayor valor, las joyas, y presentar la lista al Ayuntamiento de Madrid para conseguir la protección urbanística que merecen. “Hay dos tipos de patrimonio a conservar: uno inmaterial, que es la historia de la clase obrera; y otro material, los propios edificios”, indica De la Cruz. Además, este proyecto popular ha inspirado ya a los vecinos de otros barrios, como los de Carabanchel, interesados en replicar el proyecto en su distrito, donde también existe neomudéjar en peligro de extinción.
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