Vuelve a la política española el interés por el voto inmigrante
Hace algo más de una década, los partidos intentaron sin éxito apelar a los votantes llegados de fuera. Esta vez puede ser distinto
Cuando Pablo Iglesias anunció hace un mes su candidatura al 4-M apareció un sondeo preelectoral en un grupo de Facebook llamado Inmigrantes Venezolanos en Madrid. ¿Por quién vas a votar? era la pregunta. Había tres opciones: la presidenta Isabel Díaz Ayuso sacó 416 votos; el líder izquierdista, 26; y “otros”, 36. La cuestión no estaba formulada en condicional como si se tratase de una curiosidad...
Cuando Pablo Iglesias anunció hace un mes su candidatura al 4-M apareció un sondeo preelectoral en un grupo de Facebook llamado Inmigrantes Venezolanos en Madrid. ¿Por quién vas a votar? era la pregunta. Había tres opciones: la presidenta Isabel Díaz Ayuso sacó 416 votos; el líder izquierdista, 26; y “otros”, 36. La cuestión no estaba formulada en condicional como si se tratase de una curiosidad planteada a unos observadores que se inician en la política española. Muchos de los 86.000 miembros de ese grupo tienen derecho a voto y lo van a ejercer.
“¿De verdad hay venezolanos que votarían por Iglesias? No me lo puedo creer”, fue uno de los comentarios más aplaudidos.
Esa encuesta, aunque acientífica, es una de las pocas pistas que tenemos sobre el voto inmigrante en Madrid porque no hay sondeos profesionales a pesar del potencial impacto de este grupo de votantes. En Madrid hay casi 1,4 millones de inmigrantes, según el INE. De ellos, 505.840 tienen nacionalidad española y más de 18 años. Son los que podrán participar en las autonómicas madrileñas del 4 de mayo, un tipo de votante nuevo que crece año tras año y en la Comunidad de Madrid ya supone el 10% del censo electoral.
De todos los inmigrantes, los venezolanos sobresalen por su movilización. Todas las señales apuntan a que van a apoyar en masa a opciones de derechas. Son casi 39.000 los nacidos en el país sudamericano que tendrán derecho a voto el 4-M.
Su fuerza electoral va a seguir creciendo en los próximos años porque en Madrid ya hay 122.059 residentes nacidos en Venezuela y su número sube a un ritmo sin igual en la última década. Todos los que están ya aquí y los nuevos que se sumen a esa cifra ganarán el derecho al sufragio muy rápidamente. Muchos lo tienen desde antes de bajarse del avión en Barajas porque son hijos o nietos de españoles. Al resto les bastan dos años de residencia legal para solicitar la nacionalidad española (aunque el tiempo de espera es unos dos o tres años mayor debido a la lentitud de la burocracia española).
La revolución ignorada
Es una revolución electoral casi ignorada que podría fortalecer a la derecha madrileña en años venideros, alejando a la izquierda aún más del poder de la región. Podrían ser decisivos en elecciones ajustadas: las opciones de derecha (PP, Cs y Vox) que elevaron a Ayuso al poder ganaron a las de izquierda (PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos) por menos de 95.000 votos en las autonómicas de 2019.
El PP lo sabe y confía en que el entusiasmo de los venezolanos arrastre a otras comunidades latinas en Madrid. La presidenta Isabel Díaz Ayuso está apelando a ellos con etiquetas importadas del lenguaje político estadounidense. El PP de Madrid ha lanzado el eslogan “Latinos con Ayuso” que usan en merchandising y en redes sociales, y la presidenta les ha guiñado varias veces: “Me emociona cuando tantos hispanos me dan las gracias por vivir en Madrid”, dijo en un tuit el mes pasado, dos días después de convocar elecciones. Incluso el lema “comunismo o libertad” parece inspirado en proclamas del continente latinoamericano (La candidata de Vox, la hija de cubanos Rocío Monasterio, ha dicho que la frase socialismo o libertad ha sido usada por cubanos opositores al castrismo).
El presidente del Foro de Inmigración del PP de Madrid es un venezolano de 39 años, Gustavo Eustache, que está convencido de que el futuro de la política en España pasa por seducir a estos nuevos votantes. Las naturalizaciones de inmigrantes han estado atascadas durante años y hay una lista de espera enorme de extranjeros que van a adquirir la nacionalidad. “El latino es el votante de la próxima década en este país y va a ser determinante porque hay un tapón en Extranjería desde el año 2016. Se estima que en todo el país hay alrededor de 500.000 personas que hoy deberían ser españoles y no lo son todavía”, dice Eustache.
Pero dentro del PP hay resistencias a segmentar su electorado. Una portavoz dice que la candidata no está haciendo una campaña específica dirigida a los inmigrantes. “Madrid es una región abierta que no colectiviza y en la que no se crean guetos”, afirma. “Lo que si estamos viendo es un movimiento por parte de ellos y de su preocupación, porque ellos vienen de países que han visto lo que suponen las políticas bolivarianas y podemitas”.
Foco en los latinoamericanos
El foco en los latinoamericanos tiene sentido porque son la inmensa mayoría de los inmigrantes que pueden votar, más de medio millón con la mayoría de edad cumplida y nacionalidad española, habitualmente añadida a la de origen. Comunidades de inmigrantes enormes están excluidas de este derecho en las autonómicas y generales. Hay 126.547 rumanos, 94.551 marroquíes y 56.165 chinos, pero solo están nacionalizados y son mayores de edad 2.475 rumanos; 29.528 marroquíes y 2.886 chinos. Esta brecha se explica porque los rumanos no tienen incentivos para nacionalizarse (tienen ciudadanía europea y no hay tratado de doble nacionalidad) y porque tanto ellos como los marroquíes y chinos tienen una barrera de entrada más alta para acceder a la nacionalidad (10 años de residencia legal).
Otros partidos también están poniendo énfasis en los nuevos votantes. La izquierda quiere movilizar el voto del sur de Madrid y por ello será fundamental el apoyo de los inmigrantes con menos renta que viven en esos barrios y municipios. En lo alto de las listas de la izquierda aparecen candidatos inmigrantes o descendientes de inmigrantes como Hana Jalloul (número dos del PSOE, hija de libaneses), Manuela Bergerot (número tres de Más Madrid, nacida en Argentina) o Serigne Mbayé (número nueve de Unidas Podemos, nacido en Senegal). Los tres partidos tienen en sus programas propuestas inclusivas para los miembros vulnerables de estas comunidades, como medidas contra la discriminación o de inserción laboral.
Más Madrid ha confeccionado unos afiches en chino que va a distribuir este lunes por el distrito de Usera. Su jefe de campaña, Pablo Gómez Perpinyà, anda desde hace días con muletas porque se lesionó jugando al fútbol durante un evento de su partido con ecuatorianos.
“El voto inmigrante es muy importante pero para Más Madrid no es una cuestión electoralista sino el trabajo del día a día”, dice Bergerot. “Trabajamos desde hace dos años atendiendo a las realidades de las comunidades inmigrantes y no los asumimos como un ellos y un nosotros”. Más Madrid por ejemplo trabaja estrechamente con la asociación de bangladesíes Valiente Bangla, que tiene sede en el céntrico barrio de Lavapiés.
El PSOE ha lanzado una campaña pidiendo el voto en árabe y en chino por redes y en la Puerta del Sol, la misma estación en la que Vox colocó su cartel contra los menores inmigrantes no acompañados. Jalloul por su parte destaca las medidas que ha tomado como secretaria de Estado de Migraciones en el Gobierno de Pedro Sánchez: “Hemos dignificado la vida de muchos inmigrantes flexibilizando el arraigo (regularización de los indocumentados) o dando permiso de trabajo a menores no acompañados”.
Mbayé, de Podemos, suele hablar en wolof en sus mítines. En una entrevista, resalta que su candidatura ha levantado el entusiasmo de los senegaleses de Madrid. Parte de su trabajo consiste en animar a inmigrantes nacionalizados a que hagan uso de su derecho al voto, pero lamenta que muchos extranjeros en Madrid no tienen esa oportunidad. “El derecho al sufragio debería ser una exigencia democrática que incluya a todos los miembros de la sociedad, una democracia plena no puede negar derechos civiles y políticos a una parte de la población. En Podemos incluso ha habido compañeros y compañeras que no han podido presentarse a las listas porque no tienen ese derecho”, dice Mbayé.
Según encuestadores consultados, el interés por el voto inmigrante fue una moda en los años del boom del ladrillo, cuando España vivió su primera gran oleada de inmigración y cerca de un millón de personas sin papeles fueron regularizadas. Los partidos encargaron estudios para conocer a las nuevas comunidades, pero esa curiosidad decayó tras la crisis financiera porque la llegada de votantes extranjeros ya no era tan grande como en la primera década del siglo, explica Narciso Michavila, presidente de GAD3. “Con la crisis de 2008 retornaron muchos extranjeros. Llevamos unos años con saldo positivo en Madrid pero no es tan grande”, dice Michavila.
La burbuja también pinchó porque los partidos predijeron erróneamente un auge del voto rumano en las municipales de 2007, cuando accedieron a la ciudadanía europea. Entonces el PP madrileño puso a candidatos rumanos en sus listas como el exfutbolista Gica Craioveanu, que fue número dos en Getafe. Pero como los rumanos necesitaban registrarse previamente para figurar en el censo, esa movilización defraudó.
En proceso de identificar el nicho
El interés por el voto inmigrante renacerá con el próximo aumento de las naturalizaciones, predice Santiago Pérez-Nievas, politólogo de la Universidad Autónoma de Madrid. “España es un país de inmigración reciente y los partidos todavía están en el proceso de identificar ese nicho”, dice este experto.
Un motivo para indagar sobre los nuevos votantes es que en EEUU y otros países de Europa, donde son comunes los sondeos sobre el voto de los nacidos en el extranjero, saben bien que el comportamiento de estas comunidades es distinto. Votan poco y prefieren a la izquierda, indica Pérez-Nievas.
Ese patrón también se da en España según uno de los análisis en un número especial de marzo de la revista académica American Behavioral Scientist sobre los latinos en España y EEUU que ha coordinado Pérez-Nievas. Los autores fundieron varias encuestas postelectorales del CIS para tener una muestra representativa del voto inmigrante. Los votantes latinoamericanos, que son la mayoría, se inclinan hacia la izquierda aunque no tanto como pasa con el Partido Demócrata en EEUU, (dos de cada tres votaron al presidente Joe Biden en 2020). En España los venezolanos y los bolivianos son la excepción porque votan más a la derecha.
La comunidad con más votantes potenciales, los ecuatorianos (94.684), parece inclinarse hacia la izquierda. Una pista la da la reciente votación presidencial en su país: en Madrid ganó el candidato izquierdista Ricardo Maza con el 63% de los 27.328 sufragios. “No quiere decir que el 4-M sea igual pero lo que está claro es que no es un voto de derechas como el venezolano”, valora Michavila, de GAD3. Michavila apunta que a Ayuso podría beneficiarle que muchos votantes latinoamericanos tienden a sumar su voto a líderes populares debido al carácter personalista de sus sistemas políticos. La encuestadora de Michavila va a examinar las preferencias de los inmigrantes en su tracking de campaña para Telemadrid, pero habrá que esperar unos días para conocer los primeros resultados.
El PP de Madrid es optimista sobre el voto latino porque tiene datos internos esperanzadores. Realizó una encuesta a finales de 2019 a inmigrantes de Latinoamérica y sus hijos nacidos en España y halló que un 36% prefería al PP; un 25% al PSOE y un 15% a Cs. Eustache dice que les llamó la atención cómo los hijos de los inmigrantes seguían teniendo afinidad por el país de origen de sus padres. Hasta un 20% decían sentir una identidad compartida. Es otro dato que refuerza la necesidad del partido de apelar a esos votantes, dice Eustache.
De todos ellos, los venezolanos son con diferencia los más interesados en el PP. No solo votan, se afilian al partido y buscan participar como sea. Eustache está a cargo de una lista de 200 apoderados del PP en el distrito de Fuencarral-El Pardo, en el norte acomodado de la capital, para vigilar los comicios el 4-M. De ellos, 50 son de origen latino. Tres colegios enteros van a ser cubiertos solo por venezolanos. “Me sobra gente. Son tantos que les tienes que decir que no hay cupo”, dice Eustache. Piensa como muchos otros venezolanos que España se asoma a un abismo socialcomunista. “Los venezolanos participamos en política porque ya sabemos lo que es perder un país. Estamos súper activados”.
Nunca antes unos inmigrantes se habían involucrado tanto y tan rápido en la política española. La historia es diferente para el resto. Por su alta abstención, cualquier partido que pretenda movilizarlos debe tener en cuenta que es una tarea difícil, quizás por características como la renta o el nivel educativo que predisponen a una menor participación, pero también por una barrera de conocimiento.
“La política española está cargada de referencias políticas heredadas de décadas que no le dicen nada a estos inmigrantes, como por ejemplo Franco o la memoria histórica”, apunta Pérez-Nievas. “De igual modo la defensa del Rey puede generar rechazo incluso en votantes conservadores porque hay latinoamericanos a los que la monarquía les evoca la colonización”.
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Corrección: La primera versión de este artículo identificó erróneamente al candidato presidencial de izquierdas en Ecuador como Ricardo Lasso. Su nombre es Ricardo Maza.
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