David Salcedo: “Fotografiar la calle es una improvisación continua”
‘Fuchina: Cinco Días de Mayo’ retrata las fiestas populares de Caravaca de la Cruz en el Centro Internacional de Fotografía y Cine (EFTI) en Madrid
Las fiestas populares y los ritos que de ellas se desprenden forman parte de la idiosincrasia de cualquier país. Por eso, David Salcedo (Murcia, 1981) se sumerge en la tradición española, en su alegría y devoción, en lo sagrado y lo profano, documentando las fiestas de Caravaca de la Cruz, el lugar donde él nació. “Soy un fotógrafo que necesito trabajar cosas que conozco, no me puedo a ir a Palencia o a Navarra a fotografiar algo que no he vivido. Así que hice las fiestas de Caravaca y dije a lo mejor descubro cosas mías”, explica al otr...
Las fiestas populares y los ritos que de ellas se desprenden forman parte de la idiosincrasia de cualquier país. Por eso, David Salcedo (Murcia, 1981) se sumerge en la tradición española, en su alegría y devoción, en lo sagrado y lo profano, documentando las fiestas de Caravaca de la Cruz, el lugar donde él nació. “Soy un fotógrafo que necesito trabajar cosas que conozco, no me puedo a ir a Palencia o a Navarra a fotografiar algo que no he vivido. Así que hice las fiestas de Caravaca y dije a lo mejor descubro cosas mías”, explica al otro lado del teléfono. Su exposición Fuchina: Cinco Días de Mayo es un recorrido íntimo y divertido, lleno de color, que se podrá ver hasta el 2 de mayo en el Centro Internacional de Fotografía y Cine (EFTI) en Madrid.
La calle es la escuela de David Salcedo. En ella se siente libre para interactuar con los elementos que se va encontrando, sin saber qué le va pasar en la siguiente esquina o con qué se topará en el recodo del camino. “Fotografiar la calle es una improvisación continua. En un estudio siempre estás atado y en la calle es a lo que te venga”, declara.
Las instantáneas de su nueva exposición están hechas en un formato vertical, divididas en grupos que crean un relato que el espectador descubre cuando fija su atención. “La mirada vertical es extraña al ser humano. A mí me gusta mucho la antropología, la historia y la mitología, y siempre lo vertical es el nexo entre el cielo y la tierra. Los cipreses son los árboles que en el Mediterráneo se utilizan para los cementerios, porque son como un conector. Empecé a trabajar así y me he acostumbrado”, señala Salcedo. Ya en sus anteriores creaciones encontramos, como en Más, esta manera de tejer las historias. “Todo el mundo dice que es una foto, pero son dos, engaño un poco al ojo. Mis fotografías de un golpe de vista no las puedes ver, no son para redes sociales”, dice entre risas.
Las fiestas de Caravaca de la Cruz son Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad para la UNESCO y Salcedo ha sabido transmitir esa magia y ese sosiego que además deja entrever lo que queda después de la tormenta. En la línea de Koldo Chamorro o Cristina García Rodero, este fotógrafo también encuentra la inspiración en lo genuino de las tradiciones españoles.
Aunque él ha decidido despegarse de ese legado en blanco y negro, y apuesta por el color como elemento catalizador de su obra. De ahí que el diálogo con la luz se torne vital. “Las fiestas españolas se dan en las horas malas, porque todo acontece al mediodía, y son luces muy duras, pero es una cosa que también va con las tradiciones y afecta al color y a la fiesta. Yo lo quería aprovechar y que fuese una parte más del trabajo”, indica. Aunque algunas sí que están tomadas por la tarde, con una luz más suave que baña el ambiente. Esta exposición es un pequeño homenaje a los fotógrafos más actuales como Cristóbal Hara o Ricardo Cases, que han conseguido hablar en un tono personal a través del color, confiesa Salcedo.
Fuchina: Cinco Días de Mayo podría representar cualquier ciudad de España porque tiene un carácter atemporal y universal. No se pueden identificar a las personas que se retratan y los ángulos ambiguos dejan a la imaginación el destino elegido. “Se ve que es Caravaca de la Cruz, pero al mismo tiempo hay una serie de imágenes que juegan a que pueda ser cualquier otro lado. Se beben muchas cosas parecidas”, aclara. Aunque los caballos que retrata, brillantes, fuertes y engalanados, vestidos para la ocasión, dan una buena pista. “Es una fiesta templaria, solo pasa eso allí. Era un territorio de reino nazarí”, matiza.
Su ultima exposición, El hermoso vuelo de la moneda, estuvo hace un mes en Barcelona y también pasó por Benicásim. Aquí documenta durante siete años la vida de un amigo suyo que cuando acabó la carrera, por una serie de circunstancias, decidió que no quería volver a salir de casa. “Es una persona a la que quiero mucho y a través de mi trabajo intenté averiguar y descubrir sus razones”.
Salcedo lleva desde octubre documentando Lloret de Mar (Cataluña), un pueblo que aglutina el 80% de las plazas turísticas de la Costa Brava. “Se piensa que es feo, tipo Benidorm, no es lo que se muestra en la tele, todo lleno de hoteles. Tiene playas preciosas y es un sitio maravilloso. Ahora se abre a un paradigma nuevo por todo lo del coronavirus y la falta de turismo, y hay un ambiente de incertidumbre”, afirma.
El fotógrafo murciano ha ganado numerosos premios y becas, entre los que destacan el Nuevo Talento Fnac 2015, el premio Proyecta 2016 del Centro Andaluz de Fotografía o ser finalista de los Street Photography Awards de Lensculture. Además, ha expuesto en numerosos festivales, galerías y centro de arte de España, Europa, Sudamérica y Norteamérica. Actualmente está representado por la agencia londinense Millennium Imagines, la galería Alalimón de Barcelona y la galería SaishoArt de Madrid.