Aires de normalidad en una celebración en el Thyssen con sus entradas gratuitas agotadas
El museo agota las plazas de libre acceso que ofertaba hasta el 18 de abril por el centenario del barón que fundó la pinacoteca
La normalidad ha vuelto al museo Thyssen-Bornemisza, al menos de forma relativa durante unas semanas. Aunque en tiempos de pandemia, con su obligada distancia social, es difícil saber cuándo está llena una amplia sala de museo, en el Palacio de Villahermosa han completado el aforo todos los días de esta semana; y la tendencia continuará durante las próximas tres. En conmemoración del centenario de nacimiento del ...
La normalidad ha vuelto al museo Thyssen-Bornemisza, al menos de forma relativa durante unas semanas. Aunque en tiempos de pandemia, con su obligada distancia social, es difícil saber cuándo está llena una amplia sala de museo, en el Palacio de Villahermosa han completado el aforo todos los días de esta semana; y la tendencia continuará durante las próximas tres. En conmemoración del centenario de nacimiento del barón Thyssen-Bornemisza, el impulsor del museo que se fundó a partir de la rica colección familiar del magnate, las entradas son gratuitas desde el 23 de marzo hasta el 18 de abril. Ante esta oportunidad, los visitantes se han lanzado a reservar para acceder al tercer miembro del Triángulo del Arte madrileño sin pagar un euro. Tanto es así que, menos de una semana después de habilitar las reservas en línea, se han agotado completamente todas las entradas a los pases para alrededor de medio centenar de personas cada quince minutos.
Unas de las primeras en ir, el jueves temprano, fueron Justi Calderón -con doble mascarilla por precaución- y Soledad García. Estas dos amigas madrileñas, la primera jubilada y la segunda en el paro, vieron la oferta en televisión y rápidamente reservaron. Hace poco más de un año empezaron a hacer excursiones culturales -gratuitas en la medida de lo posible- con otra amiga, que en esta ocasión no pudo acompañarlas, pero la pandemia truncó sus andanzas antes de que pudieran ir al Thyssen. “Con ésto hemos vuelto a empezar. Pero son planes de solo chicas, porque si venimos con los chicos nos meten más prisa”, aclara García, que asegura que volverán después de aprender más de la colección para verla con otros ojos.
Eso es precisamente lo que fueron a hacer Virginia López y Daniel Manrique, que se paran frente a las obras y las comentan en voz baja, descubriendo cosas nuevas en cuadros que han visto tantas veces. Son visitantes regulares porque ambos trabajan en turismo, ella como organizadora y él como guía. Pero la crisis del coronavirus los ha afectado particularmente fuerte: López está al 70% de ERTE y Manrique no ha tenido trabajo estable en meses. Así que esta visita no es meramente por placer. “Vinimos a estudiar porque vamos a opositar para secundaria. Somos historiadores y con la situación actual necesitamos algo de seguridad”, cuenta López.
Pero entre todos los visitantes todavía hay alguno que otro turista que ha llegado al museo solo por placer. Juan José Salazar vino de vacaciones a Madrid desde Almería a visitar a su amiga Cynthia Rodríguez Aladino. “Sí, se puede”, aclara con picardía. Ella no es muy de museos, pero él quería ir a uno sí o sí. Así que apenas se enteró de que era gratis, reservó.
Turismo francés
Precisamente, tanto la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, como el Alcalde Almeida han desestimado críticas en alusión a que la capital sea un destino turístico de fiesta pandémica con el argumento de que es la oferta cultural la que atrae a los polémicos viajeros franceses. En el museo no están tan seguros de que sea así. En lo que va del 2021, el 89,4% de los que visitan la pinacoteca son españoles -se presume que en su mayoría madrileños- y el resto son extranjeros, de los cuales un poco menos de la mitad son franceses, explican los responsables del museo. Son cifras que dicen mucho, especialmente cuando se comparan a lo que era normal antes de la pandemia: 60% extranjeros, 40% nacionales. Pero no confirman que los turistas que se han visto retando el toque de queda en las calles del centro de Madrid en las últimas semanas hayan venido exclusivamente por amor al arte.
Tal vez sea porque ambas cosas no son excluyentes. La parisina Clarice Illous, de 23 años, lleva un poco más de un mes viviendo en Madrid en un piso turístico con sus padres. “En París solía ir a museos cada domingo cuando se podía y aquí también he ido a varios. El Prado me decepcionó, pero éste lo ha compensado”. Ella estudia Economía en Nantes, pero, ya que las clases son a distancia, ha decidido venir con su familia a la capital española para disfrutar de la libertad que es marca de la casa: restaurantes abiertos y museos también, pero sobre todo, los bares. “Aunque estoy con mis padres he podido salir de fiesta mucho porque prácticamente todos mis amigos también se han mudado aquí”, explica.
Aun así, al final de cuentas, el turismo es siempre más o menos el mismo. Sarah y Marius Henault, una pareja de París que ha venido durante una semana de vacaciones pasea también por las salas del museo. Agarrados de la mano recrean la rutina del turista en el intento de escapar del agobio de las restricciones que parecen interminables en Francia. “Es nuestra primera vez en Madrid. Vinimos porque es uno de los únicos destinos posibles. Estamos disfrutando la ciudad, pero es raro porque los restaurantes y bares están abiertos; en Francia llevan cerrados cinco meses”, se desahoga Sarah.
Independientemente de la razón por la que se acerquen al museo, la dirección del Thyssen ha desarrollado toda una programación especial para los visitantes a lo largo del año. Desde una exposición de escultura y orfebrería que desde el 12 de abril se podrá ver junto con la colección permanente o una serie de conciertos gratuitos el 13 de abril -la fecha exacta de nacimiento del barón- hasta un ciclo de conferencias y dos exposiciones especiales de pintura americana e italiana en la segunda mitad del año. En el centenario del barón Thyssen-Bornemisza el museo va a toda máquina y, si no fuera por las mascarillas, pareciera que hubiese vuelto definitivamente la normalidad.