Tomavistas y la crónica de una pequeña victoria
El festival, que se canceló en dos ocasiones, se celebró con éxito pese a las dificultades
Empecemos por el final: Tomavistas ha sido un éxito. Sí, Tomavistas, el mismo festival que se canceló en mayo, el mismo que luego se canceló otra vez in extremis a principios de septiembre, y el mismo que ya se parecía a la ciudad de Madrid persiguiendo la candidatura de los Juegos Olímpicos. Nunca llegaba. El festival, con más moral que el Alcoyano, se celebró y salió bien, muy...
Empecemos por el final: Tomavistas ha sido un éxito. Sí, Tomavistas, el mismo festival que se canceló en mayo, el mismo que luego se canceló otra vez in extremis a principios de septiembre, y el mismo que ya se parecía a la ciudad de Madrid persiguiendo la candidatura de los Juegos Olímpicos. Nunca llegaba. El festival, con más moral que el Alcoyano, se celebró y salió bien, muy bien. Sucedió en el parque de Ifema entre el 20 y 26 de septiembre. Bajo el nombre de Tomavistas Extra, se llevó a cabo al aire libre todo un ciclo de conciertos adaptados a las circunstancias de la pandemia. “Después de un esfuerzo enorme de la producción y de todos los grupos implicados, de seis meses de mucho trabajo, estamos todos bastante contentos de cómo ha salido”, confiesa José Gallardo, codirector del certamen. Podría no haber salido, otra vez, y como tantos festivales no han salido en Madrid y el resto de España, pero salió. Esto, por tanto, es la crónica de una pequeña victoria.
Son las 19.00 y la Feria de Madrid se prepara para la última jornada del Tomavistas Extra. “Cuando abres puertas y ves cómo entra la gente, no te lo crees”, asegura José, que vio cómo a principios de septiembre el distrito de Arganzuela y el Ayuntamiento de Madrid negaron al festival su celebración en el parque Tierno Galván. “Fue un palo. Teníamos un plan de seguridad increíble”, señala. Ese plan es el mismo en Ifema, donde el público entra civilizadamente al recinto, tomándose la temperatura y respetando las distancias en pasillos señalizados. Hay sonrisas, bromas, muchas mascarillas y algunos contoneos mientras se va cogiendo asiento.
Los contoneos son culpa de los altavoces. Desde el escenario, Adrián Le Freak pincha ese tipo de música por la que más de una vez sentiste que tu cuerpo se derretía entre los focos, cuando desconocidos bailaban tan desinteresados por el mundo exterior como tú durante aquellas noches efímeras, ahora clavadas en la memoria. Ser dj residente del Picnic y el Tupperware hace que Adrián sepa bien cómo derretir cuerpos. Conoce qué tipo de descargas funcionan. También las conocen El cuerpo del disco, los hermanos djs que pinchan después, agitadores de clubs madrileños y que desprenden fiebre del sábado noche, la única fiebre posible en Ifema.
Es sábado, anochece y, a ritmo de funk cósmico y pop ultrasónico, se ven cada vez más mascarillas sentadas en lugares debidamente desinfectados. “Vendimos muchísimas entradas rápidamente. La gente está cansada de la situación y quiere hacer cosas con responsabilidad”, explica José. Intentando proteger la escena madrileña, esa que hoy está hundida por el coronavirus, Tomavistas Extras ha ido programando nombres emergentes como Menta, Leo y Nueva Vulcano junto a djs habituales de Ochoymedio, Maravillas, Wurlitzer o El Sol, salas cerradas actualmente y sin visos de abrir. Conviene reconocérselo.
Son las 21.50 y Novedades Carminha esperan detrás del escenario. Nervios. Muchos más de lo normal. “Ya no sabía a lo que me dedicaba”, confiesa Carlangas, cantante de la banda. “Me levanté nervioso. Nos sentíamos como cuando tocamos por primera vez en el instituto y no has hecho ningún bolo. Hacía mucho tiempo que no teníamos una energía tan rara”. Carlangas habla después del concierto, pero antes de saltar al escenario se atusa la gorra para aplacar los nervios. Dice que la cancelación del festival otra vez en agosto “tocó a la línea de flotación del grupo”. “Fue un golpe fortísimo. No por el hecho de cancelar, sino por la incertidumbre en la que vivimos”. Esa incertidumbre recorre todo el país como un fantasma. En el mundo de la música, además, es un fantasma que da auténtico miedo. “Nos pasamos la vida aplazando y suspendiendo. Es muy duro”, cuenta Josiño Carballo, mánager de Novedades Carminha, a quienes se les cayeron en verano todas las actuaciones menos una. Si un mánager siempre ejerce de psicólogo con sus artistas, dice Josiño que ahora “mucho más”. “De verdadero psicólogo para que no se den contra la pared diciendo: '¡Dios qué ocurre aquí!”.
Son las 23.30 y ocurre que Dios reparte suerte. También reparte fuerte. Novedades Carminha están a mil tocando ante un millar de personas. Aforo lleno. “Hay que demostrar que la cultura es segura y que se pueden hacer bolos”, asegura Carlangas, recordando las palabras del ministro de Cultura, José Manuel Rodríguez Uribes, en las que afirmaba hace unos días que era “imposible” celebrar conciertos de rock. No había que haberle tomado en serio, por mucho ministro que sea. Con la industria cultural hundiéndose, solo hizo acto de aparición para publicar un tuit de despedida a Messi por dejar el Barcelona. Messi sigue en el Barça y él sigue sin saber lo que es un concierto y de qué va la música.
Son las 23.35 y Carlangas canta: “¡Oh, mami, quiero verte bailar!”. La gente baila sentada. Locamente sentada. Cumpliendo estrictamente las normas. El cantante de Novedades Carminha reconoce: “Fue muy emocionante. Veía a la peña vibrando en las sillas. Estaban cantando, con los ojos encendidos, dando palmas, moviendo las cabezas...". Y sentencia: "Me volvería allí ahora mismo”.
Son las 23.57 del pasado sábado, de hoy, incluso de mañana, y el Tomavistas ha sido un éxito. Volver a ese momento es el objetivo entre tanta derrota. Esto, decíamos, es la crónica de una pequeña victoria.
“Maneras de vivir” es una serie semanal para reflexionar sobre la situación de la ciudad y en la que cada jueves daremos voz a los protagonistas anónimos de la cultura madrileña.