Los vecinos no cambian su “nueva normalidad” en las áreas donde Madrid recomienda salir solo lo imprescindible
La recomendación del viceconsejero de Salud Pública de la Comunidad de Madrid de permanecer en casa en las zonas con más contagios ni llega ni cala en los distritos con el aumento más acusado
En los alrededores de la parada de Cercanías Asamblea de Madrid-Entrevías, el sábado por la mañana, los vecinos empiezan el día igual que la víspera: las personas mayores ejercitan las piernas en los aparatos de un pequeño parque, varios trabajadores reparten panfletos que anuncian terapias para encontrar la paz a través de Dios y los comercios abren como llevan haciéndolo todo el verano. Nada parece indicar que el viceconsejero de Salud Pública y Plan covid-19 de la Comunidad de Madrid, Antonio Zapatero, ...
En los alrededores de la parada de Cercanías Asamblea de Madrid-Entrevías, el sábado por la mañana, los vecinos empiezan el día igual que la víspera: las personas mayores ejercitan las piernas en los aparatos de un pequeño parque, varios trabajadores reparten panfletos que anuncian terapias para encontrar la paz a través de Dios y los comercios abren como llevan haciéndolo todo el verano. Nada parece indicar que el viceconsejero de Salud Pública y Plan covid-19 de la Comunidad de Madrid, Antonio Zapatero, haya recomendado permanecer en casa el mayor tiempo posible en las zonas de la región en las que más han aumentado los contagios. El distrito de Puente de Vallecas, al que pertenece este barrio, es una de las áreas en las que más han aumentado los casos positivos, donde en la semana del 10 al 16 de agosto se han contabilizado 516 casos.
Varios vecinos consultados esta mañana ni siquiera conocían la recomendación realizada este viernes por Zapatero. Ni siquiera a Fátima, que vende periódicos desde hace 20 años en la calle de La Mancha. “Ya ni miro el telediario. Aquí todo sigue igual, como ayer”, cuenta en su kiosco. Aguanta su negocio, asegura, peleando “con uñas y dientes”. Ya vendía poco antes de la pandemia; ahora, menos. En la misma calle trabaja en un jardín de su comunidad de vecinos Javier Casillas, del barrio “de toda la vida”. Tampoco se ha enterado del aviso, pero lamenta el comportamiento de algunos vecinos: “Miro desde mi ventana [señala detrás de él, encima del jardín] y veo a mucha gente sin mascarilla. Sobre todo jóvenes por las noches. La gente les regaña y les da igual. Quien pasa de todo le da igual que le recomiendes que se quede en casa”.
La gente sale igualmente. No sirve que unos cumplan las normas y otros noNorma Flores, panadera y vecina de Usera
Puente de Vallecas, Usera y Carabanchel son los tres distritos en los que más han aumentado los casos en la semana del 10 al 16. Limitan con la M-30 e ilustran la desigualdad social y económica que diferencia al centro de Madrid, dentro de la circunvalación, de la periferia. En los dos primeros, la renta media por persona y por hogar no supera los 3.000 euros en casi todo el distrito, según datos del Instituto Nacional de Estadística.
“Esto es el Bronx”, dice Miguel Ángel Sánchez, dueño del bar Prisco en Puente de Vallecas. Este es el primer agosto que no cierra su bar porque “está la cosa muy malita” y no recupera el ritmo de negocio que tenía antes de la pandemia. En la misma calle, Julián Jiménez, de 70 años, mira a la gente pasar desde la valla de su vecindario. Pasó 25 días en el Gregorio Marañón en el mes de marzo por la covid-19. Ni tuvo fiebre, ni siquiera le dolió la cabeza antes de ser ingresado. Ni a su mujer ni a su hijo, Julio Jiménez, les han hecho una prueba PCR, a pesar de que este lo pidió en su centro de salud. “No aumentan los casos en la Moraleja o en Alcobendas, aumentan aquí, en los barrios obreros”, señala. Julio también indica que se trata de zonas con mucha gente en poco espacio: en Puente de Vallecas hay una densidad de población de 15 204 habitantes por kilómetro cuadrado, mayor, por ejemplo, que la de la ciudad de Sevilla. La concentración de gente es superior en Usera (17.330 personas por kilómetro cuadrado) y Carabanchel (17 368 personas).
Sara Marco, vecina de Usera desde que nació, destaca “el hacinamiento” como posible causa principal del aumento de contagios: “Aquí la gente vive hacinada porque no tiene recursos, no pueden vivir de otra manera. Son barrios muy marginados. El Ayuntamiento podría, por ejemplo, venir a dar charlas de cómo evitar el contagio en una misma casa”, comenta esta educadora social que trabaja en la esterilización de EPI (equipo de protección individual) en el Hospital 12 de Octubre. Asegura que, en su caso, desde el principio tuvo el equipo de protección en su puesto de trabajo. Aun así, se contagió: pasó el confinamiento en casa. “La gente sale igualmente. No sirve que unos cumplan las normas y otros no”, dice Norma Flores, panadera y vecina de este distrito.
Los vecinos de estos barrios con los que charlamos este sábado por la mañana también indican que notan una falta de vigilancia policial. “Aquí la policía viene y se va. Cuando se están yendo del parque, los chavales vuelven a entrar por la otra esquina”, cuenta Marco sobre Usera, donde la semana pasada los positivos aumentaron en 405. Carmen Infante, Katherine Taza y María Lázaro toman un café cerca de la parada de metro en una de las pocas reuniones que estas tres amigas se permiten después del confinamiento. Sí que les ha llegado la recomendación de permanecer en casa el máximo tiempo posible, pero aseguran que ya lo hacían. Este encuentro es una de sus excepciones. Consideran que hay vecinos irresponsables. “Aquí la gente va más sin mascarilla y no pasa nada. Si aquí hay más casos, ¿por qué el Ayuntamiento no pone más policía?”, comenta Taza, de 29 años, que vive en una misma habitación con sus dos hijos y trabaja limpiando dos casas, en Avenida de la Paz y en Chamartín.
“Aquí somos más pobres, deberían llegarnos más ayudas”, comenta Infante, en paro, a la espera de que le confirmen que puede beneficiarse de la renta mínima de inserción, una ayuda económica de la Comunidad de Madrid. Su hermana se encuentra con su familia confinada tras dar todos positivo este martes. La única fuente de ingresos era la del padre, que ha tenido que dejar de trabajar al confirmarse que tiene la covid-19. “Si no puede ir a trabajar porque está en cuarentena por el virus, ¿no deberían darles alguna ayuda?”, se pregunta Infante.
Ricardo, taxista, espera llevar a alguien en su taxi en la rotonda de Marqués de Vadillo, en Carabanchel, donde hay 629 casos nuevos de la covid-19. Ahora, cuenta, pasa dos o tres horas esperando a un cliente. En otros agostos la espera no era tan larga. Solo factura un 25% de lo que ganaba antes de la cuarentena. También ha leído la recomendación de este viernes de permanecer en casa, pero se le queda corto que sea una recomendación y que sea solo para algunas zonas. “Deberían cerrar España entera”, zanja.
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