La experiencia personal de una abogada de una ONG: “Para los refugiados la crisis es continua”

La autora se dedica a orientar a refugiados y solicitantes de asilo: “Cómo hacerlo cuando lo que nos rodea es cambiante e imprevisible”

Mónica Ávila
Madrid -
Un grupo de solicitantes de asilo se dispone a pasar la noche frente a la sede del Samur Social, en el centro de Madrid.

Sé que es rutina durante el confinamiento mirar o leer las noticias. Yo confieso que intento no verlas, por salud mental, pero me leo el BOE todos los días con una tostada en la mano, por si por algún casual algo de lo que se publica puede hacer que las personas solicitantes de asilo y refugiadas que acuden a ONG Rescate, puedan sacar la cabeza del agua.

No es nuevo que las crisis siempre afectan más a las personas más vulnerables. Y aunque ahora sin lugar a dudas son las personas mayores y con patologías, no quedan muy atrás las personas que an...

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Sé que es rutina durante el confinamiento mirar o leer las noticias. Yo confieso que intento no verlas, por salud mental, pero me leo el BOE todos los días con una tostada en la mano, por si por algún casual algo de lo que se publica puede hacer que las personas solicitantes de asilo y refugiadas que acuden a ONG Rescate, puedan sacar la cabeza del agua.

Me pregunto si todas esas personas racializadas, migrantes y refugiadas, que están dando soporte a nuestras vidas en supermercados, residencias de ancianos y hospitales encontrarán gracias a esta crisis el respeto que merecen

No es nuevo que las crisis siempre afectan más a las personas más vulnerables. Y aunque ahora sin lugar a dudas son las personas mayores y con patologías, no quedan muy atrás las personas que antes de la covid-19 ya se encontraban en situación de vulnerabilidad, y que ahora se acentúa. Estoy hablando de la exclusión de la exclusión: de personas que ejercían el trabajo sexual y que ahora no tienen ingresos, de familias monomarentales de bajos recursos que dependían de un empleo sin contrato, o de personas que solo ahora han encontrado trabajo en residencias u hospitales y que trabajan pese a ser grupos de riesgo, felices de que, al fin, les den una oportunidad. Todos esos colectivos que saben de la existencia de las famosas “fases de recesión” de las que tanto hablan los economistas porque caen aún más profundo, y cada vez más abajo.

Mi trabajo estos días se ha convertido en orientar y tranquilizar a estas personas. Pero cómo hacerlo cuando lo que nos rodea, aparte de desalentador, es tan cambiante e imprevisible. Me preguntan si podrán acogerse a la regulación sobre la moratoria del pago del alquiler, si se aplicará de esta o aquella manera, y les tengo que decir que no lo sé, que no soy especialista en el tema, que es la primera vez que se aplica. Que no les puedo asegurar nada. Se lo digo a una mujer trans refugiada inteligentísima que había conseguido una cierta estabilidad laboral precaria y un alquiler de una habitación a las afueras de Madrid -lo cual es todo un logro para un colectivo que sufre discriminación de manera continua-, y que tras perder su trabajo ya lleva impagado un mes de alquiler, y se aproxima al siguiente inexorablemente.

Hablo de gente que ya ha vivido encierros y enfermedades, y han estado cerca de la muerte. Pero no esperaban que esto ocurriera aquí, en la preciada, segura y estable Europa -donde llegaron en busca de refugio y protección internacional-, menos aún por un enemigo invisible. Y sin embargo aquí están, y a muchos de ellos les encontrarás ayudándonos con su trabajo a pasar la peor crisis de la que tenemos recuerdo.

Me pregunto si todas esas personas racializadas, migrantes y refugiadas, que están dando soporte a nuestras vidas en supermercados, residencias de ancianos y hospitales encontrarán gracias a esta crisis el respeto que merecen. O si el mundo después de la covid-19 será aún más racista y xenófobo y volverán a toparse con aquello de “primero los españoles”. Veremos.

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