“Mi hija me dice que lo mejor de esto es poder estar juntos”
La fundadora del Club de las Malasmadres, Laura Baena, vive la cuarentena con su pareja y tres hijas mientras teletrabaja sin poder disfrutar de su permiso de maternidad
Laura Baena acaba de tener a su tercera buenahija, como las llama ella. Dio a luz el 27 de febrero, así que la recién nacida apenas ha visto la luz del sol. “A veces me da pena que el bebé piense que esto es la vida”, cuenta. Baena (Málaga, 38 años) fundó el Club de las Malasmadres para desmitificar la maternidad y romper el ideal de “madre perfecta”. Más de 800.000 mujeres se han unido a ella a traves de sus canales en redes sociales con una lucha común: la conciliación laboral. ...
Laura Baena acaba de tener a su tercera buenahija, como las llama ella. Dio a luz el 27 de febrero, así que la recién nacida apenas ha visto la luz del sol. “A veces me da pena que el bebé piense que esto es la vida”, cuenta. Baena (Málaga, 38 años) fundó el Club de las Malasmadres para desmitificar la maternidad y romper el ideal de “madre perfecta”. Más de 800.000 mujeres se han unido a ella a traves de sus canales en redes sociales con una lucha común: la conciliación laboral. Charlamos con ella a finales de 2018 y ahora vuelve a asomarse a este Patio de vecinos... en cuarentena. Ni ella ni ninguna de sus compañeras esperaba que sería un virus el que iba a obligar a juntar trabajo con hijos. “El teletrabajo no es posible en tiempos de coronavirus, no se puede cumplir un horario ni llegar a los mismos objetivos. Cuando hablábamos de conciliación no nos referíamos a esto ni mucho menos”, reconoce.
¿Qué pasa con las que no pueden teletrabajar?
Esas madres son las que más se están jugando. Tienen miedo. Se sienten desprotegidas porque muchas trabajan en sectores que deberían estar parados, pero van a trabajar por miedo a perder su empleo. Si antes de la crisis, según nuestros datos, seis de cada 10 madres renunciaban a su carrera profesional por falta de conciliación, ¡imagina ahora! Es un desastre.
¿Qué falta para lograr la conciliación?
Muchísimo. Falta un cambio de modelo social y laboral, de compromiso gubernamental, de implicación de las empresas. Falta entender que en una era tecnológica como la que vivimos es posible establecer modelos de conciliación que apoyen a la familia y que no van a reducir la rentabilidad. Pero no interesa porque es mejor dejar a las madres a un lado y empujarlas a volver a casa, a que sean las eternas cuidadoras.
¿Cómo está viviendo la cuarentena con su familia?
Está siendo duro. Nunca creí que no fuera a poder disfrutar de un permiso de maternidad digno y completo. Soy autónoma con personas a cargo y con esta crisis ha tocado ponerse manos a la obra y ver cómo reconducirlo. El equipo está teletrabajando y saldremos de esta, pero va a ser muy duro para todas las pequeñas empresas. Sobreviviremos, no nos queda otra. Las malasmadres hemos nacido para luchar.
¿Ahora saldrán a la luz más malasmadres?
Yo creo que sí porque estamos al borde de un ataque de nervios. Además de todas las responsabilidades que tenemos, se une la educación en el hogar y sus muchas tareas. Tampoco ayudan los miles de planes que se están activando en redes sociales: “Haz un teatro en casa, haz unas galletas decoradas, baila, canta, salta, haz deporte en familia”. Nos acecha la culpa por no llegar a todo en la vida normal y ahora se multiplica. Es mejor desconectar y ser consciente de que si nunca lo has hecho, ahora no vas a ser la mejor madre del mundo y activar la creatividad de tus hijos cada hora.
Me imagino que una llega a plantearse disfrazarlas de perro para que puedan salir a desfogarse.
Esa fue la primera idea, o sacar al perro de peluche. Pero después de ver cómo está la situación, sobre todo en Madrid, no me planteo sacarles porque tengo miedo. Llevo días pensando salir a reciclar vidrio pero estoy como paralizada. Me siento como la mujer del visillo mirando desde la ventana quién sale, por qué sale y cuándo seré capaz de salir yo.
¿Algún consejo para sobrevivir a esta situación?
Intentar mantener la calma y no perder la salud mental. Ya no es posible sacar una hora libre para salir a pasear o para tomar un café con amigas, pero siempre defendemos que la “m” de madre no puede aplastar a la “m” de mujer. Cuidarse para las madres es un derecho y no un privilegio.
¿Es también una oportunidad para reforzar vínculos?
Yo preferiría reforzar vínculos de otra manera. Pero sí que es verdad que nos está haciendo valorar más el tiempo en familia. Ayer le preguntaba a la buenahija número 1 (8 años) qué era lo mejor y lo peor de este confinamiento y ella me decía que lo mejor era poder estar juntos. Para ellas ha sido una oportunidad de estar viviendo los primeros días con su hermana bebé. Y eso tenemos que verlo como un regalo.
¿Qué está pasando con el club estos días?
El club se necesita ahora más que nunca. Es una comunidad emocional y somos un equipo. Estamos a tope intentando ayudar a las malasmadres generando contenido que les ayude a tener información de calidad con nuestras expertas. Nuestra tienda soymalamadre.com ha parado los envíos por responsabilidad social, ojalá lo hicieran todos los negocios que no son de primera necesidad. Pero estamos felices porque esto nos va a unir más todavía.
¿Hay alguna iniciativa del club para estos días?
Hemos hablado de meditar 10 minutos, desconectar del bombardeo de las redes sociales cuando podamos, leer media hora mientras los niños ven una peli… Ahora las pantallas son nuestras aliadas y no hay que sentirse culpables por cambiar las normas durante el confinamiento. Nos quedan muchos días y hay que intentar acostumbrarse. Es muy importante mantener las rutinas, los horarios de comida, baño y descanso. Eso nos está salvando en esta casa de locas.
Una idea para sobrellevar el encierro
Baena confiesa que vivir cinco personas juntas sin salir de casa “es una auténtica locura”. Sin embargo, gracias su familia, el encierro también se le hace mucho más llevadero. “Cada día pido a las buenashijas que me digan algo que les gustaría hacer. Así que un día somos pintoras, otro peluqueras y otro cantantes”, comenta riendo. Dice que las familias “con jardín, cortijo o vistas al mar” juegan con ventaja. Ella tiene un balcón de cinco metros cuadrados que ha aprendido a valorar: “Cada noche veo familias aplaudiendo y se me ponen los vellos de punta. El otro día salió un chico tocar la guitarra y cantar y se me caían las lágrimas. Es emocionante, pero ojalá acabe pronto”.
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