“Los aplausos diarios demuestran que aquí la gente afronta la tragedia de una forma especial”

Claude Bussac (Narbone, 1963), directora de PHotoESPAÑA, se declara “francesa madrileña” tras más de tres décadas viviendo en la ciudad. El festival fotográfico que llega cada verano cargado de imágenes lanza la convocatoria online #PHEdesdemibalcón. Quiere que los ciudadanos miren de otra forma a sus vecinos. Y que se conviertan en fotógrafos en estos días de encierro, con los balcones y ventanas como fuentes de inspiración. Una vez compartidas estas creaciones en Instagram, algunas de ellas podrán verse al aire libre en puntos emblemátic...

Claude Bussac (Narbone, 1963), directora de PHotoESPAÑA, se declara “francesa madrileña” tras más de tres décadas viviendo en la ciudad. El festival fotográfico que llega cada verano cargado de imágenes lanza la convocatoria online #PHEdesdemibalcón. Quiere que los ciudadanos miren de otra forma a sus vecinos. Y que se conviertan en fotógrafos en estos días de encierro, con los balcones y ventanas como fuentes de inspiración. Una vez compartidas estas creaciones en Instagram, algunas de ellas podrán verse al aire libre en puntos emblemáticos de varios puntos de España. Estas exposiciones al aire libre celebrarán la vuelta a las calles y darán comienzo a una edición del certamen que nadie sabe cuándo podrá comenzar. La comisaria de arte describe a través de Skype el Madrid que ha descubierto en todo este tiempo.

¿Cómo surgió la iniciativa #PHEdesdemibalcón?

Nos dieron la idea los propios artistas. En estas semanas de confinamiento hemos visto muchas iniciativas en redes sociales de profesionales (y también de los que no lo son) que cuelgan imágenes tomadas desde sus casas. Nos parecía una manera de involucrar a la gente en estos momentos. Les invitamos a que se inspiren en tantas obras de arte que muestran situaciones similares, como Dalí o Hopper. Estamos en contacto con los ayuntamientos para que cuelguen en sus balcones algunas de estas fotos tomadas por sus vecinos.

¿El hecho de estar ya pensando en exponer estas imágenes es una forma de contagiar esperanza?

Como no está la situación para celebraciones, al menos enviamos así un mensaje optimista. No sabemos cuándo se inaugurará el festival, por eso hemos decidido prolongar su duración hasta mediados de septiembre con la intención de que estas imágenes puedan exponerse en las calles. Nos gustaba la idea de homenajear a los ciudadanos que están encerrados en sus casas. También es una oportunidad de dejar para el futuro un registro de lo que está pasando en estos momentos.

Estos días estamos conociendo un poco más a nuestros vecinos.

Se crea una dinámica muy interesante. Desde mi balcón, saludo ahora a gente que no había saludado en los 20 años que llevo viviendo en mi edificio. En estos días de soledad obligada hemos tomado conciencia de muchas cosas, desde nuestro interior hacia nuestro exterior.

¿Cree que también ha cambiado la forma en la que nos relacionamos con la cultura?

¡Por su puesto! Para empezar, ¿cuándo hemos podido ver la Capilla Sixtina sin que estuviera llena de gente? Ahora lo hacemos, a través de Internet. Además de darnos cuenta del papel que ocupa en nuestra vida cotidiana, de algún modo la cultura se está abriendo paso entre aquellos que antes no podían o no querían prestarle tanta atención. PHotoESPAÑA siempre ha querido reivindicar una fotografía de autor frente a la popularidad de la fotografía documental o periodística. Y justo ahora que la gente consume más noticias que nunca, esa vertiente más íntima y artística del género está encontrando también su espacio.

Cuando llegó a PHotoESPAÑA en 2006, usted contaba que la fotografía estaba ya cumpliendo su objetivo de llegar a los museos. ¿Qué otros retos se ha marcado el festival en este tiempo?

El mundo de la fotografía ha cambiado mucho desde entonces. Se ha convertido en un algo muy democrático, porque se pueden tomar imágenes muy buenas con un móvil. Eso ha cambiado todo su entorno. La gente se expresa cada vez más a través de las fotos. Es algo maravilloso, porque además es intergeneracional. Pero una de nuestras obligaciones desde el festival es reivindicar el trabajo de los autores que hacen un trabajo en profundidad a partir de este lenguaje artístico.

¿El convertirnos en fotógrafos de smartphone también nos ha educado como espectadores?

Pues me gustaría decir que sí, pero tengo muchas dudas sobre ello. Por eso una de nuestras tareas más relevantes en estos momentos es la de educar la mirada de quienes nos visitan.

¿Hay alguna imagen relacionada con Madrid que se haya quedado en su memoria en estos años de exposiciones fotográficas?

Me gustan las fotos de sus tejados. Cuando llegué a la ciudad, hace más de 30 años, me di cuenta de que es un lugar que te hace mirar hacia el cielo. Hay tanta vida en lo alto de los edificios de la Gran Vía, con todas esas esculturas vigilando sobre ellos, que se ha convertido en una imagen muy representativa del que es mi Madrid particular. El fotógrafo Antonio Bueno lanzó un libro muy bonito hace años titulado Mitología de los cielos de Madrid. Durante un tiempo, lo compré varias veces para regalarlo a amigos y familiares.

PHotoESPAÑA ocupa tantos espacios de Madrid que podríamos decir que toda la ciudad es su sede.

Es claramente un festival de ciudad y una de sus grandezas es que es un proyecto colectivo. Cada año, varias instituciones se unen y colaboran para que salga adelante. La programación está pensada para crear itinerarios. Una sala se nutre del contenido de otra sala y así su público habitual termina visitando nuevos lugares. Es una forma de invitar a la gente a que pasee por la ciudad. En estas semanas que llevamos sin poder hacerlo, nos hemos propuesto ocupar más las calles con nuestras exposiciones a partir de ahora.

Como “francesa madrileña”, ¿qué actitud cree que está teniendo la gente de la ciudad ante esta crisis?

Lo que siempre me ha llamado la atención de la sociedad madrileña, y de la española en general, es la capacidad de mantener la alegría y la simpatía a pesar de todo. Como dos de mis hijos están viviendo en París y están allí encerrados en casa, he recuperado a través de ellos esa perspectiva extranjera. Los aplausos que se dedican aquí a diario desde las ventanas y balcones ya demuestran la forma especial de los ciudadanos a la hora de enfrentar la tragedia y el aislamiento. Aquí se huye de la tristeza.

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