¿Por qué no fiarse del actual CIS? (Segunda parte)

Su última estimación vuelve a alejarse de todos los sondeos para presagiar un mejor resultado de la izquierda. No es una sorpresa porque ha sido una constante desde la llegada de Tezanos

El presidente del CIS, José Félix Tezanos, clausura una jornada parlamentariaFERNANDO VILLAR (EFE)

En su último sondeo, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) vuelve a colocar a la izquierda por delante de la derecha: dice que PP y Vox sumarán alrededor del 41% de los votos y serán adelantados por la suma de PSOE y Sumar, con un 46% o 47%. ¿Cuál es el problema de su pronóstico? Que ninguna otra encuestadora ve nada parecido. El último ...

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En su último sondeo, el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) vuelve a colocar a la izquierda por delante de la derecha: dice que PP y Vox sumarán alrededor del 41% de los votos y serán adelantados por la suma de PSOE y Sumar, con un 46% o 47%. ¿Cuál es el problema de su pronóstico? Que ninguna otra encuestadora ve nada parecido. El último sondeo de 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER estima el voto de PP y Vox en 46,6%, con la izquierda en el 42%, y mi último promedio, con datos de múltiples encuestadoras, eleva la ventaja de la derecha en un punto. Es decir, ven justo lo contrario que el CIS.

La discrepancia anterior sería sorprendente si no fuese una constante que dura ya cinco años: como contamos en detalle hace unos días, desde la llegada de José Félix Tezanos, las estimaciones del CIS se han demostrado imprecisas y sesgadas, prediciendo sistemáticamente mejores resultados para la izquierda de los que luego logra ese bloque en las urnas. Así fue el pasado 28-M y en casi todas las elecciones —decenas— que ha pronosticado Tezanos al frente de la institución.

¿Por qué ocurre esto?

No es por lo que dicen los datos en bruto del CIS, que son bastante parecidos a los de otras encuestadoras. Es ilustrativo mirar la matriz de transferencia —cómo dicen que votarán ahora las personas que en 2019 votaron por cada partido—. Los propios datos del CIS confirman dos hechos esenciales para explicar que la derecha esté por delante en el resto de sondeos. Primero, los datos del centro dicen que PP y Vox tienen menos indecisos que PSOE y Sumar (igual que constata, por ejemplo, la encuesta que publica este periódico). Y segundo, también dicen que un 7% de los votantes del PSOE de 2019 aseguran ahora que votarán al PP (de nuevo, casi igual que nuestra encuesta).

La mejor prueba es ver una estimación sencilla a partir de los datos del CIS, pero hecha por otros encuestadores. Es justo lo que me ha compartido Carlos Domínguez, analista de 40dB.: a partir de la matriz del CIS, su estimación es que la izquierda rondaría el 42% y la derecha el 47%. Es decir, una predicción totalmente alineada con el consenso de otros sondeos.

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La anormalidad del CIS es algo que surge con su modelo de estimación. Uno críptico y exótico, según la mayoría de expertos, que el centro ha llamado: “modelo bidimensional inercia-incertidumbre Alaminos-Tezanos”. Funcione como funcione, es fácil comprobar que su método no corrige suficientemente un sesgo de la muestra original del CIS, que es normal y ocurre con muchos sondeos, y que le lleva a tener más votantes de izquierdas de los que hay en realidad. Para comprobarlo basta con mirar lo que dice el CIS, no sobre las próximas elecciones, sino sobre las anteriores: el recuerdo de voto. En 2019, la suma de PP, Vox y Ciudadanos empató a votos con la de PSOE, Unidas Podemos y Más País, 43% a 43%… pero, ¿qué pasa en las entrevistas del CIS? Entre sus encuestados del último barómetro, la izquierda gana aquellas elecciones por 12 puntos —muchísimo—, 45% a 33%.

Como digo, que la muestra de encuestados no sea perfectamente representativa de la sociedad es algo frecuente. Por muchos motivos. Por ejemplo, te puede faltar el voto de personas cautelosas, que quizá contesten menos encuestas y voten más por la derecha. Pero es trabajo de un encuestador trabajar sobre esos datos brutos, usando técnicas y métodos variados —muchos estándar, como la ponderación o el ranking—, para convertir esa información inicial en el mejor estimado posible del voto.

Desde 2018, la mala noticia es que, por los motivos que sean, el CIS ha dejado de hacer ese trabajo de manera eficaz y el resultado son unas estimaciones imprecisas y sesgadas.

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