Sánchez, un ‘aspirante’ que no pudo romper el debate

El líder socialista no actuó casi en ningún momento como presidente y no logró dominar el duelo

Pedro Sánchez (de frente) y el popular Alberto Núñez Feijóo, antes de iniciar el debate electoral. Foto: JUANJO MARTIN (EFE) | Vídeo: EPV

Pedro Sánchez se jugaba mucho más que Alberto Núñez Feijóo. El presidente del Gobierno, que en teoría tiene la enorme ventaja de estar en La Moncloa y controlar la agenda política, esta vez actuaba, en cierta forma, como aspirante. La derrota en las elecciones municipales convirtió a Feijóo en favorito y Sánchez necesitaba consolidar en el debate la ...

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Pedro Sánchez se jugaba mucho más que Alberto Núñez Feijóo. El presidente del Gobierno, que en teoría tiene la enorme ventaja de estar en La Moncloa y controlar la agenda política, esta vez actuaba, en cierta forma, como aspirante. La derrota en las elecciones municipales convirtió a Feijóo en favorito y Sánchez necesitaba consolidar en el debate la sensación de remontada que se estaba instalando en los últimos días dentro del PSOE. Para eso, el equipo del presidente había diseñado un debate muy centrado en la idea de que el PP va a gobernar con Vox, con la intención de activar a la izquierda. Y confiaba mucho en que Sánchez lograría desactivar al menos en parte el antisanchismo que dominó la campaña de las municipales.

Los socialistas buscaban el Sánchez de las últimas entrevistas, el que salió más fuerte de lo que entró y reactivó la campaña de su partido. Sin embargo, el debate se embarró casi desde el primer minuto, tanto que en muchas ocasiones era difícil entender a los contendientes. Y ese ambiente era el peor posible para intentar trasladar la idea de remontada, que era el principal objetivo de La Moncloa en este debate, además de colocar al PP junto a Vox para intentar frenar el flujo de votantes del PSOE que pueden irse al PP, alrededor de un 8% en este momento según la encuesta de EL PAÍS y la Cadena SER.

Sánchez en ningún momento parecía el presidente, sino el aspirante, y trataba desesperadamente de colocar algunos mensajes frente a un Feijóo muy crecido por las encuestas que le dan favorito. El presidente se afanaba por intentar controlar el debate, llegaba a pedir insistentemente a los moderadores que le dejaran hablar ante un Feijóo que dominaba la escena. Sánchez repetía una y otra vez “eso no es verdad, eso no es cierto” ante cada una de las invectivas del líder del PP, pero solo consiguió realmente llevar la iniciativa en muy pocos momentos del debate, en especial cuando sacó las posiciones más duras de los dirigentes de Vox a los que el PP ha llevado a cargos institucionales. La estrategia que había preparado La Moncloa, en línea con las entrevistas que había realizado el presidente, se vio desbordada en muchos momentos por un Feijóo completamente diferente al que se había visto durante meses en el Senado, donde apenas consiguió en varios cruces coger la medida al presidente.

El presidente Sánchez, en el posado antes del debate. Bernat Armangue (AP)

En La Moncloa esperaban que el debate pudiera embarrarse, pero en ningún escenario se contemplaba que Sánchez no pudiera apenas explicarse ni llevar el asunto al terreno que buscaba. Sánchez, a diferencia de Feijóo, tiene una segunda oportunidad en un debate en el que contará con menos audiencia, el día 19 en RTVE con Yolanda Díaz y Santiago Abascal, porque el líder del PP ha decidido no acudir al encuentro a cuatro, pero el PSOE necesitaba un golpe fuerte en un debate decisivo con el que comienza la campaña y, si no logran tomar la iniciativa en algún asunto muy relevante, también puede acabar.

Los socialistas habían colocado buena parte de su estrategia sobre este encuentro, convencidos de que Feijóo era más débil que un Sánchez que lleva cinco años en el Gobierno y tiene un dominio de los temas muy superior al del líder de la oposición. Pero el tono era clave. En el PP ya decían en los últimos días que Feijóo intentaría sacar a Sánchez del eje de remontada en el que se había colocado en las últimas semanas. Un debate muy bronco, en el que apenas se escuchaban los mensajes de ambos, en el que destacaba más que nada la pelea, y no los mensajes, era un mal escenario para el aspirante, que en este caso era Sánchez. Y es lo que sucedió. Ahora quedan casi dos semanas de campaña, pero probablemente nada logrará el mismo impacto que un encuentro como este.

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