Decálogo básico de los asuntos en disputa el 18-F para los que se perdieron la campaña

Las fugas del candidato Rueda, la amnistía y la presunta relación del BNG con Bildu y ETA acapararon más debate que la sanidad y la despoblación en Galicia

Cartelería electoral para el 18-F en A Illa de Arousa (Pontevedra).Foto: ÓSCAR CORRAL | Vídeo: EPV

Al candidato a la Xunta del PSdG, José Ramón Gómez Besteiro, aún se le había hecho corta esta campaña de 15 días y pedía el viernes otra semana más para recuperar el terreno que creía definitivo. Entre los aparatólogos enviados por el PP desde la sede madrileña del partido en la calle de Génova, sin embargo, había algo más que añoranza de sus hogares tras acompañar a Alberto Núñez Feijóo, en dos semanas, por 40 concellos de los...

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Al candidato a la Xunta del PSdG, José Ramón Gómez Besteiro, aún se le había hecho corta esta campaña de 15 días y pedía el viernes otra semana más para recuperar el terreno que creía definitivo. Entre los aparatólogos enviados por el PP desde la sede madrileña del partido en la calle de Génova, sin embargo, había algo más que añoranza de sus hogares tras acompañar a Alberto Núñez Feijóo, en dos semanas, por 40 concellos de los 313 que hay distribuidos por Galicia, muchos con carreteras sinuosas. Ha sido una campaña físicamente dura, estratégicamente rara e ideológicamente extraña para unas autonómicas gallegas, con poco debate sobre los problemas de la sanidad transferida o sobre cómo solventar el vaciado de su población más joven.

La razón del adelanto. El presidente de la Xunta y candidato del PP, Alfonso Rueda, que estuvo 10 años a la sombra de Feijóo, se guardó hasta Navidades la fecha de las elecciones, que adelantó cinco meses sobre el calendario máximo oficial con la justificación de aclarar el panorama y proporcionar a Galicia estabilidad con los Presupuestos para 2024. De paso, y cómo él mismo reconoció, valdrían para examinar a Pedro Sánchez tras los meses que se vivieron en otoño de 2023, tras la investidura fracasada de su jefe en el partido y la exitosa, pero convulsa, del líder socialista. No está claro en ninguno de esos sentidos el éxito de esa operación, como le sucedió hace justo dos años a su homólogo de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco.

La digestión de los ‘pellets’. En plena Navidad, cuando Rueda acababa de firmar el anticipo electoral sin apenas sorpresa para nadie y sin capacidad de reacción para amortiguar la crisis, estalló el caso de los millones de pellets que se cayeron del buque Toconao y que inundaron de plastiquitos y miedo a un gran desastre ecológico las playas de las rías gallegas. Rueda pasó en menos de una semana de intentar minimizar el asunto a culpabilizar al Gobierno de Sánchez sin asumir ninguna responsabilidad. La oposición aprovechó ese desconcierto y la inacción de la Xunta para avivar a su favor el movimiento Nunca Mais. Los pellets al final no fueron afortunadamente otro Prestige y su grado de afectación al delicado ecosistema gallego está por determinar, también electoralmente.

Los debates. El 5 de febrero, al inicio de esta campaña, la TVG organizó un debate entre los cinco principales aspirantes, el único al que acudió Rueda. No lo hizo después ni al organizado por EL PAÍS y la Cadena SER ni al celebrado por TVE. La coincidencia general es que el candidato popular no tuvo un buen día. Esperaba que quedara en evidencia durante el programa que los otros cuatro cabezas de cartel, de izquierdas y nacionalistas, se enfrentaran entre ellos. No ocurrió así.

El candidato a la fuga. Tras su gris participación en el debate, la figura de Rueda, cuestionada por falta de carisma, quedó muy opacada. En los siguientes días casi todos los oradores de los partidos rivales ironizaron con que era un candidato a la fuga, escondido. Rueda ha concedido 30 entrevistas, ha estado en 60 actos y peregrinado por 10.000 kilómetros.

La nacionalización de los mensajes. Desde que Feijóo irrumpió el primer día en la campaña, por Pedrafita (Lugo), para complementar con su caravana particular la llegada a los pueblos más pequeños, los mensajes políticos nacionales se impusieron sobre los problemas y necesidades locales. A Rueda tampoco pareció importarle mucho, aunque intentó sin éxito relacionar la amnistía de los líderes catalanes independentistas con la deuda económica que esa medida de gracia iba a costarle a cada gallego. BNG y PSdG incidieron así con motivo y con vídeos electorales que lo atestiguaron en acusar a Rueda de ser una mera sucursal de Feijóo.

El desliz catalán. En una pulpada con 16 periodistas, en Lugo y en el ecuador de la campaña, un alto dirigente del PP muy próximo al líder máximo contó en fuentes para publicar su plan de reconciliación para Cataluña. Un plan que se diferencia poco, en el fondo, del que está aplicando ya Pedro Sánchez con algunas medidas de gracia contra las que el PP se ha manifestado en la calle y ha hecho tremenda oposición. Nadie en el PP entiende la razón de esa confesión. Tampoco se atreven a aventurar su daño.

Las encuestas y Pontón. Todas las encuestas y rastreos diarios reflejan desde que comenzó la campaña que el PP y el PSdG bajan o se estancan y que el BNG no para de subir. Y que Ana Pontón, su líder, “está de moda”, como reconocen varios estrategas. El PP ya solo dirige sus ataques contra ella, su programa de máximos separatistas u oculto y sus relaciones con partidos independentistas vascos y catalanes. Pontón ha recorrido 5.188 kilómetros y protagonizado 50 actos mediáticos y 12 mítines.

El BNG es ETA. En un alarde de simplificación, los populares han intentado identificar el BNG con Bildu, su candidato para Europa, Pernardo Barrena, y hasta con ETA. Un fontanero popular sobre el terreno reconoce: “Eso aquí no funciona, lo que cala es que ella ha prometido retirar a la Guardia Civil de los pueblos”. El BNG dice que es otro bulo.

Fondo de armario nacional. PP y PSOE han echado el resto en el despliegue sobre el terreno de sus líderes nacionales, actuales o precedentes, excepto José María Aznar, mal visto hace años en Galicia. Los socialistas hasta se han atrevido con el ministro Marlaska.

¿La Xunta para quién trabaja? La Xunta de Galicia maneja anualmente un presupuesto de unos 13.200 millones, con incidencia en todos los sectores de la autonomía, también los mediáticos. Los informativos de la TVG son criticados por su sesgo favorable al PP. El Gobierno autonómico de Rueda, en plena recta final, ha concedido una ayuda de 550 euros a 7.000 mariscadoras y ayer mismo envió por SMS a los 43.000 trabajadores del Servicio Gallego de Salud (Sergas) el anuncio de que recibirán en breve las subidas salariales pactadas, que oscilan entre 500 y 888 euros. Sumar lo ha denunciado ante la Junta Electoral.

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