El PSOE se afana en encapsular el resultado
El trauma de Extremadura atenaza al resto de las federaciones con elecciones. El Gobierno mantendrá su asidero en el crecimiento de la ultraderecha
Los extremeños han votado según sus intereses y no en función de la acción del Gobierno de España. La cúpula del PSOE se afanará hoy, mañana y hasta que el presidente, Pedro Sánchez, convoque elecciones generales, en encapsular ...
Los extremeños han votado según sus intereses y no en función de la acción del Gobierno de España. La cúpula del PSOE se afanará hoy, mañana y hasta que el presidente, Pedro Sánchez, convoque elecciones generales, en encapsular la debacle electoral en Extremadura, donde la abstención de anteriores votantes socialistas ha sido abrumadora. No ha habido alicientes para votar al candidato Miguel Ángel Gallardo ni a su partido, el PSOE. Ambos, cartel electoral y marca, han sufrido un varapalo rotundo, sin paliativos. Todo menos reconocer en público que los extremeños hayan podido juzgar al Gobierno de la nación.
Nada que no esperaran los socialistas, en unas elecciones en las que su máxima aspiración ha estado en que al adversario principal, el PP, le fuera mal, toda vez que las expectativas propias siempre fueron desastrosas. Con este resultado, el PSOE deja a sus bases en todas las federaciones con el ánimo por los suelos ante la perspectiva de que a su partido no le irá bien en las próximas elecciones autonómicas que se celebrarán entre febrero y junio. Extremadura ha sido desde el comienzo de la democracia un símbolo para el PSOE con resultados abrumadores; perder trece puntos en solo dos años, cuando en 2023 ganó en votos aunque empatara en escaños con el PP, daña la estructura emocional del partido centenario.
El intento del equipo del presidente del Gobierno por acotar el resultado tendrá un efecto limitado, por mucho que se ponga la carga de la derrota en el candidato. Miguel Ángel Gallardo, en efecto, ha realizado una campaña en la que traslucía su debilidad proveniente de su imputación por haber supuestamente favorecido con un puesto de trabajo, como presidente de la Diputación de Badajoz, al músico David Sánchez, hermano del presidente del Gobierno. Gallardo era muy popular hasta que se abrió este caso. Durante 21 años fue alcalde de Villanueva de la Serena; en esa localidad donde encadenó mayorías absolutas, el PSOE ha quedado como tercera fuerza. Todas sus acciones cuestionables, como la de asegurarse su aforamiento a toda costa, para lo que forzó la dimisión de cuatro miembros de la lista a los que les hubiera correspondido ser diputados autonómicos antes que él, tienen que ver con su problema judicial vinculado directamente con el presidente del Gobierno.
Sea cual sea el desenlace en los tribunales, que él sostiene que “quedará en nada porque nada hay”, siempre arrastrará datos y hechos paradójicos. Miguel Ángel Gallardo nunca apoyó a Pedro Sánchez, sino que en las primarias de 2017 su apuesta fue por Susana Díaz. Mucho más reciente, en 2024, disputó la Secretaría General del PSOE de Extremadura con Lara Garito, candidata de Ferraz, como se repetía sin el menor disimulo. Al decir “Ferraz” se indicaba que era a quien apoyaba el ex secretario de Organización Santos Cerdán, hoy imputado por supuestos cobros de comisiones ilegales. La candidata del aparato a liderar Extremadura era Garito, no Gallardo, pero los militantes le dieron a él la victoria, para disgusto de la ejecutiva federal.
En el discurso nacional del PSOE, también en el de Gallardo, se impondrá la línea de atacar al PP extremeño, avalado por Alberto Núñez Feijóo, por haber convocado
estas elecciones, dos años antes de llevar a término la legislatura, para no conseguir mayor estabilidad, sino engordar extraordinariamente a Vox. El PP no tiene mayoría absoluta, y por eso la victoria tiene un regusto amargo, pero ha cosechado nada menos que el 43% de los votos.
El argumento de que la extrema derecha sigue su camino ascendente va a mantenerse en el PSOE como acicate para pedir a los ciudadanos progresistas que no lo permitan. En Extremadura ese aviso no ha tenido el menor efecto. La participación ha sido, además, muy baja, y a la espera del análisis postelectoral, los propios socialistas consideran que han sido sus votantes los que han engrosado principalmente la bolsa abstencionista.
El PSOE en estas primeras horas no ha dado síntomas de reconsiderar sus estrategias. Se queda en que María Guardiola no ha obtenido la mayoría absoluta y que la Asamblea extremeña se configurará con más incertidumbre de la que ya sufría el PP por los pulsos continuos de Vox.
En los últimos días de campaña se vislumbraba la actitud que Miguel Ángel Gallardo iba a adoptar en la noche electoral. Nada de dimitir sino convocar a los órganos del partido, lo que sucederá esta misma mañana del lunes, para hacer una reflexión “serena”. Es el principio de una probable salida del candidato, pero sin prisa, reconocen interlocutores del PSOE extremeño.
El trauma interno de este resultado chocará con el interno de la dirección federal de que no han perdido Extremadura porque no la tenían; como tampoco gobiernan en las autonomías en las que se examinan en los próximos meses: Aragón, Castilla y León, y Andalucía. No recuperar el poder está asumido; mucho menos, perder votos sin freno.