La derrota del independentismo se lleva por delante a Aragonès mientras Puigdemont gana tiempo

El candidato de Junts per Catalunya mete presión a ERC para bloquear la presidencia de Illa pese a carecer de los apoyos para forjar una alternativa

Operarios desmontan una valla de la campaña de Puigdemont, en el Espace Jean Carrère de Argelès-sur-Mer (Francia).Foto: DAVID BORRAT (EFE) | Vídeo: EPV

“Nuestras contradicciones son nuestras esperanzas”. El president en funciones Pere Aragonès citó este lunes a Joan Fuster en el discurso con que puso punto final a su carrera en la primera línea de la política. Las palabras del escritor valenciano le sirvieron al republicano para asumir de manera personal la debacle electoral del domingo y al mismo tiempo reivindicarse. Cree, pese a las turbu...

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“Nuestras contradicciones son nuestras esperanzas”. El president en funciones Pere Aragonès citó este lunes a Joan Fuster en el discurso con que puso punto final a su carrera en la primera línea de la política. Las palabras del escritor valenciano le sirvieron al republicano para asumir de manera personal la debacle electoral del domingo y al mismo tiempo reivindicarse. Cree, pese a las turbulencias de la legislatura en minoría, que la historia juzgará mejor su legado que las urnas. La frase también le encaja a un Carles Puigdemont, líder de Junts, aferrado a la idea de que un paradójico pacto entre independentistas —que ya no suman mayoría absoluta— le dé lo que las urnas le negaron. Los socialistas, grandes ganadores en Cataluña y cuyo concurso sería necesario para que Puigdemont sea presidente, descartaron rápidamente esta operación nada más conocerla.

Los dos partidos de referencia del independentismo catalán vivieron este lunes de manera muy distinta la resaca electoral, aunque efectivamente ambos esperan que de tantas contradicciones internas se pueda salir indemne. Los dramas de Junts, la nueva fuerza hegemónica en ese bloque, y de Esquerra son distintos. El júbilo que inicialmente rodeó a los de Puigdemont tras constatar que han crecido en escaños y votos —al contrario que los republicanos y anticapitalistas— pronto se vio ensombrecido por la realidad aritmética de la nueva Cámara. Los republicanos, por su parte, comenzaron el proceso de lamerse las heridas de tres batacazos electorales consecutivos y la pérdida de 13 escaños.

Puigdemont, este lunes durante su comparecencia en Argelès-sur-Mer (Francia).Gianluca Battista

Puigdemont, que compareció este lunes ante la prensa en Argelès-sur-Mer (Francia), se reafirmó en la idea de presentarse a la investidura pese a haber quedado en segundo lugar, con 35 escaños, tras el socialista Salvador Illa, que ha obtenido 42 diputados. “Un Gobierno coherente de Illa descansaría sobre una suma de 48 escaños. Un Gobierno nuestro, en una suma mínima de 55 escaños, y de hasta 59 como máximo”, dijo, sumando así los cuatro diputados obtenidos por la CUP.

Las cuentas del fundador de Junts parten de una premisa endeble: el socialista, que también anunció su deseo de someterse a un debate de investidura, solo tiene asegurados los votos de Comuns Sumar (6). Para poder salir a flote, Puigdemont defendió como la fórmula “coherente” que sus exsocios en el Govern se vuelvan a embarcar con él en la misma coalición que se rompió en octubre de 2021 y llevó a Aragonès a gobernar en solitario.

Pero esa esperanza de Puigdemont requiere, de entrada, que la fuerza ganadora del domingo, el PSC, se abstenga en la segunda votación de la investidura a favor del pacto independentista. Ahí solo es necesario que haya más síes que noes. El todavía eurodiputado, sin embargo, evitó lanzar una amenaza directa a Pedro Sánchez sobre las consecuencias que tendría en el Congreso negarle la posibilidad de gobernar. “Si el PSOE cumple, nosotros cumpliremos, pase lo que pase en Cataluña”, aseguró Puigdemont que, eso sí, pone como límite una operación donde se involucre al PP. Con la aprobación de la ley de amnistía al caer, tanto Junts como ERC señalan a la mejora de la financiación de Cataluña como el siguiente hito en sus demandas a Sánchez. Pese a que Illa insiste en que se trata de compartimientos estancos, lo cierto es que la volatilidad de las posiciones que marcó la negociación de la investidura no se ha disipado.

El líder de Junts no solo lanzó esa idea de investidura como una manera de enmascarar que su resultado no le permite por sí solo la “restitución” en el cargo que las urnas le han negado. También comenzó a ejercer su rol de líder del bloque independentista, justamente en el momento más complicado. Las formaciones tradicionales favorables a la secesión cosecharon 1,2 millones de votos el domingo, casi 850.000 apoyos menos si se compara con el máximo resultado histórico de 2017. La receta de Puigdemont para remontar es trabajar la unidad, una idea que repitió durante la campaña y ve como la piedra angular para mantener vivo el pulso secesionista. Ayer aceptó que había contactos con los republicanos. Si bien están “lejos de establecer un marco negociador”, aseguró que “si hay posibilidades de hacerlo” para lograr formar un Govern.

Hay mucho que recorrer en términos de unidad, más allá de los partidos. La Assemblea Nacional Catalana (ANC), que este martes comienza a elegir a los nuevos miembros de su secretariado, abogó públicamente por la repetición electoral. La entidad instó a Junts y a ERC a pactar un programa único y “bloquear que se imponga una mayoría autonomista y volver a activar una mayoría social independentista”.

Pugna interna de ERC

Una de las claves del procés ha sido el dominio de la Generalitat por parte de los independentistas durante una década. Pero ante la posibilidad que ofrece Puigdemont, de momento, Esquerra no quiere decir nada. La despedida de Aragonès fue muy emotiva y también reveladora de la pugna interna que sostiene con Junqueras, pero no dejó muy claro qué hará la bancada republicana. “Oposición es oposición y desde ahí contribuir a mejorar el país. No estaremos para facilitar una investidura del Partido Socialista y no participaremos de operaciones que necesiten el acuerdo de Junts y PSC”, dijo Aragonès. El president en funciones daba a entender así que la permanente del partido de este lunes validó ese planteamiento, que también había esbozado en la noche del domingo. En otro momento del discurso, defendió que el paso de su formación a la oposición era un “elemento de desbloqueo”.

Pere Aragonès, este lunes tras el anuncio de su retirada.Foto: ALBERT GARCIA | Vídeo: EPV

“PSC y Junts han obtenido muy buenos resultados en estas elecciones, han mejorado los resultados, y, por tanto, les corresponde a ellos gestionar [el futuro del Govern]”, aseguró Aragonès tras ser preguntado varias veces sobre si el paso a la oposición implicaba alguna abstención para permitir que Illa forme un Ejecutivo. En campaña, ERC había descartado a los socialistas como posibles socios, en tanto no compartían la idea de la financiación singular para Cataluña y no querían oír hablar del referéndum pactado.

La lista de contradicciones de los republicanos hacia los socialistas es larga y complicada de encuadrar. La ponencia política del partido los ubica como la formación rival en tanto partido de referencia de la izquierda en Cataluña. Socios en las diputaciones de Lleida y Tarragona, Illa dio su apoyo a los Presupuestos de Aragonès, mientras que en Madrid ERC fue el socio de Sánchez en la legislatura pasada. En resumen, ambas formaciones mantienen pactos en todos los sitios que hacen aún más curioso que no pueda reproducirse en la Generalitat.

El paso atrás de Aragonès deja a Junqueras con la última palabra sobre la política de pactos con los socialistas. El exvicepresident, cuya dimisión por la debacle electoral ha sido pedida por una pequeña corriente crítica de ERC, no se ha cortado en ponerle vetos al PSC en el Parlament cuando se negocian los Presupuestos, pero tampoco ha dudado en retorcer el lenguaje para justificar pactos supramunicipales. “Los votos de ERC no harán a un socialista presidente de la Diputación de Barcelona”, dijo hace casi un año Junqueras. Dijo la verdad: los republicanos no votaron a Lluïsa Moret, pero entraron a su Ejecutivo 48 horas después de las elecciones del 23-J.

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