Llorenç Barber, artista sonoro: “No toco campanas, toco el cosmos”
El Centre del Carme reivindica al polifacético creador valenciano de 76 años con la mayor retrospectiva sobre su obra
Llorenç Barber es un singular torrente de sonido, silencio y movimiento. Y también verbal. A sus 76 años conserva su discurso vehemente, irónico y provocador. Es mucho más que el músico que ha tocado las campanas de más de 200 ciudades del mundo; es el gran creador valenciano del arte sonoro. “No toco campanas, toco el mundo, el cosmos. El músico no es aquel que sabe leer un pentagrama sino aquel que entiende la relación huma...
Llorenç Barber es un singular torrente de sonido, silencio y movimiento. Y también verbal. A sus 76 años conserva su discurso vehemente, irónico y provocador. Es mucho más que el músico que ha tocado las campanas de más de 200 ciudades del mundo; es el gran creador valenciano del arte sonoro. “No toco campanas, toco el mundo, el cosmos. El músico no es aquel que sabe leer un pentagrama sino aquel que entiende la relación humana y cósmica y se centra más allá que en un solo punto”, explicó este viernes en medio de las salas del Centre del Carme Cultura Contemporània de Valencia. Le dedica la retrospectiva más amplia a la obra de este polifacético creador pionero que abomina de la identificación de la música con la sinfónica, como “hacía el franquismo”.
Igual habla del festival de música experimental Ensems, el más antiguo de España de su especialidad con 46 años, que fundó y llegó a llevar a su pueblo, Aielo de Malferit, o del amigo concejal que apreciaba su arte y conocía al cura de Ontinyent que le permitió acceder al campanario de Santa María, el primero de las más de 600 a los que se ha subido, que de la naumaquia sonora que montó en la portuaria Yokohama con las sirenas de los buques y los ruidos de la ciudad japonesa. “Hay ir más allá de saber leer un pentagrama y estudiar los sonidos de los lugares y los espacios”, afirma. Es fantástica la tradición valenciana musical, con sus 500 bandas, pero por qué tocan siempre el mismo repertorio, por qué no se abren a experimentar, a hacer cosas diferentes, se pregunta.
Una vez observó cómo unos pájaros bajaban a tierra para comer el pan y con ello, creaban una partitura. Esta obra de los años 70 ha sido ahora reinterpretada como un sambori cuyas casillas el espectador puede recorrer mientras va componiendo su su propia música en una de las instalaciones de la exposición Llorenç Barber. La construcción de un nosotros múltiple. A su lado, se exhibe el Paellófono, un instrumento construido con la unión de varias paellas a modo de batiera gigante con la que se puede hacer un juego de percusión.
La muestra interactiva, producida por el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana (CMCV) y el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), congrega instrumentos inventados por el propio Barber, así como una selección de sus músicas y partituras que conciben la ciudad como orquesta. el IVAM exhibirá buena parte del rico archivo del creador a partir del próximo mes de febrero.
En El Carmen, la muestra se puede ver hasta el 25 de febrero y ha sido comisariada por Lorenzo Sandoval, que ha contado con la colaboración de la musicóloga Montserrat Palacios y el historiador Vicente Samper, encargado provisionalmente de la dirección artística del museo, tras la destitución de José Luis Pérez Pont, por parte del Consorci, dirigido por la consejería de Cultura.
Se han recopilado todos los diseños realizados por el artista a lo largo de los años que relacionan “el sonido con una cuestión multimedia y con la atmósfera, la posición, el espacio, la duración y el movimiento”, ha explicado Sandoval. Monsterrat Palacios destacó la figura de Barber como “un artista sonoro que ha estudiado en el conservatorio, ha hecho dirección de orquesta, es pianista, pero ha tenido la gran suerte de haber sabido escuchar el mundo”.
Barber asentía mientras escuchaba a los expertos. “Los músicos vivimos en la precariedad y, si no nos va mal, es porque nos vamos fuera y allí pagan por nuestro trabajo”, lamentó el artista. “No hay ningún lugar en València donde el sonido sea estudiado como manera de entenderse”, criticó. El arte sonoro valenciano ha estado “infravalorado” y “se ha quedado fuera de la historia” porque “nadie ha creído en él” ni “se ha dejado la libertad para crear”, agregó.