Una carpa amenaza el ecosistema del parque natural de El Hondo de Elche
El pez invasor está alterando la conviencia entre las especies autóctonas comprometiendo el hábitat de la cerceta pardilla, en peligro de extinción
Un pez, que en su edad adulta es capaz de alcanzar los 90 centímetros de largo y los nueve kilos de peso, ha provocado una alteración del ecosistema del Parque Natural de El Hondo. La carpa llegó a la península procedente de Asia hace 2000 años y en las últimas décadas se ha ido buscando el equilibrio para evitar que acabe con especies autóctonas gracias a su perfecta aclimatación. La conocida como carpa común ha provocado a la transformación de la comunidad de carroñeros y, a su vez, está comprome...
Un pez, que en su edad adulta es capaz de alcanzar los 90 centímetros de largo y los nueve kilos de peso, ha provocado una alteración del ecosistema del Parque Natural de El Hondo. La carpa llegó a la península procedente de Asia hace 2000 años y en las últimas décadas se ha ido buscando el equilibrio para evitar que acabe con especies autóctonas gracias a su perfecta aclimatación. La conocida como carpa común ha provocado a la transformación de la comunidad de carroñeros y, a su vez, está comprometiendo la avifauna del espacio paraje que cuenta con más de 170 especies, algunas de ellas en peligro de extinción como la Malvasía Cabeciblanca o la Cerceta Pardilla. El Hondo se encuentra en la desembocadura del río Vinalopó, entre los municipios de Elche y Crevillent y desde 1994 cuenta con la declaración por parte de la Generalitat Valenciana de Parque Natural. Entre la Edad Media y el siglo XVIII se decidió desecar por completo este humedal para convertirlo en un terreno cultivable. Pero la Comunidad de Riegos de Levante construyó el pasado siglo, en torno a 1920, dos embalses que suman más de mil hectáreas, para recoger el agua que posteriormente se distribuye a los agricultores. Todo el sistema hidráulico está oculto entre la vegetación que compone una extensa laguna natural.
Pero en estos últimos meses, la masiva presencia de la carpa común ha logrado alterar toda la comunidad biológica de este entorno natural calificado además como Zona de Especial Protección para la Aves, donde destaca como especie crítica en peligro de extinción, la Cerceta Pardilla. El Hondo es uno de los lugares tradicionales de reproducción de esta tipo de pato en Europa. En este sentido, el investigador del área de Ecología de la Universidad Miguel Hernández, Juan Manuel Pérez, recuerda que se ha puesto en marcha el proyecto Life Cerceta Pardilla hasta 2025, con el que se busca recuperar hectáreas de humedales para revertir la situación de extinción de esta especie. Para ello, se están destinando recursos de fondos europeos para la compra de fincas por parte de la Confederación Hidrográfica del Segura que antes se dedicaban a la caza. Y es que la actividad cinegética es la segunda causa de mortalidad de la Cerceta Pardilla. Juan Manuel Pérez indica que el 53% de las aves que se sueltan mueren, precisamente, por la caza. “Hay que gestionar esta actividad porque no sirve de nada introducir ejemplares si se van a morir”, apunta Pérez. Insiste en que se trata de una “incongruencia en la gestión” porque “resulta más fácil soltar ejemplares que no controlar grupos de presión más potentes como los cazadores o los regantes”.
Pero el biólogo de la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE), Ángel Sallent, apunta que la principal amenaza de la Cerceta es sin duda la pérdida de hábitat a la que ha contribuido “la mano del hombre” que ha propiciado la desaparición de los humedales mediterráneos. Juan Manuel Pérez añade que “la gestión de los humedales es muy compleja porque los diferentes agentes implicados tienen sus propios intereses”. Perez insiste en que “es una continua tensión entre los grupos de presión”.
Y a todo esto, se le suma ahora la carpa común. Pérez señala que esta especie invasora afecta de manera negativa a la conservación de las comunidades biológicas de espacios naturales como El Hondo. “Normalmente, las zonas que tienen carpas no son utilizadas por la cerceta”, señala el investigador de la UMH que apunta además que también afecta a la Malvasía Cabeciblanca que también está amenazada. Por su parte, Ángel Sallent afirma que la carpa es una especie muy invasiva que se reproduce rápidamente, provoca una pérdida en la calidad del agua, remueve el fondo, aumenta la turbidez y no entra la luz, lo que provoca una alteración en el ecosistema.
Esto, añade Sallent, provoca que las plantas macrófitas y los macroinvertebrados, que son la base de la cadena trófica, desaparezcan. “La carpa tiene una capacidad de transformar el ecosistema muy alta y provoca el empobrecimiento de las especies”, resuelve Sallent. Para evitar el acceso de la carpa, los expertos señalan la importancia de que las comunidades de regantes desequen los embalses durante el verano. Entienden que no se les puede obligar a vaciar los embalses porque es su recurso y estarían perdiendo dinero, pero Juan Manuel Pérez asegura que esta especie invasora se ha asentado en el humedal, precisamente, porque en las últimas décadas no se han secado y ha favorecido su proliferación. En esta ocasión, al terminar la temporada estival se ha procedido a vaciar los embalses, aun así Pérez indica que se debe avanzar en la instalación de filtros para que cuando se vuelvan a llenar no puedan acceder estos ejemplares aunque es consciente de que “es difícil evitar la entrada” por lo que insiste en que se deberían desecar los embalses con mayor frecuencia para establecer un control del número de ejemplares.
De forma paralela, desde ANSE han puesto en marcha desde febrero hasta el mes de agosto el proyecto GePescArt (Pescar Artesanal para la gestión de humedales costeros y especies de interés pesquero) con el que, a través de un sistema de pesca tradicional, se han logrado retirar hasta 30 toneladas de carpa. El biólogo de la asociación, Ángel Sallent, explica que con este sistema no solamente mueren estos peces, sino que además, se logra retirar la biomasa. Sallent asegura que mientras que con la desecación las carpas muertas se tienen que llevar a vertederos, con la pesca se puede sacar provecho.
Sin embargo, la irrupción de la carpa en la última etapa en el Parque Natural de El Hondo también ha favorecido una mayor presencia de una comunidad de carroñeros. Sobre esto se han centrado los estudios desarrollados por Adrián Orihuela que, tutorizado por la Universidad Miguel Hernández y la Universidad de Alicante, ha publicado su tesis en la revista Ecology and Evolution en la que se plasma la investigación desarrollada entre mayo de 2020 y marzo de 2021. Durante este periodo, a través de un sistema de cámaras con modo nocturno, se ha podido comprobar que especies como zorros, jabalíes o aguiluchos se han acercado hasta los embalses para alimentarse de los ejemplares de carpa muerta. Los cadáveres de estos peces no tardan más de dos días en desaparecer y esto evita que esa carroña pueda provocar brotes bacterianos o de botulismo que afecte a otras especies del parque.
Pérez apunta a que la comunidad de carroñeros es muy efectiva aunque señala que “eliminan ejemplares muertos puntuales”. Señala el investigador que “cuando son mortalidades masivas de carpas, la comunidad no es capaz de responder porque se encuentra con una cantidad ingente de biomasa”. Este pez invasor ha llevado de manera natural a la comunidad biológica de El Hondo a adaptarse dando paso a especies piscívoras. Incluso, algunas que tradicionalmente se alimentaban de recursos vegetales ahora también consumen carroña. Juan Manuel Pérez recuerda que los entornos ambientales se van adaptando a su evolución natural, por lo que insiste en que cuando la carpa se retire, todo volverá a su estado habitual con la fauna propia del sistema.