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El proyecto de una fábrica de componentes de baterías en Sallent con 285 millones de inversión decae tras una decisión de Trump

La empresa ICL, propietaria de la mina donde se iba a ubicar la planta, busca una alternativa industrial junto con la Generalitat

Uno de los proyectos industriales estrella anunciados para Cataluña este año ha sido cancelado, y el origen de la decisión se tiene que trazar hasta la Casa Blanca. El pasado mes de enero, la empresa minera ICL anunció una alianza con la empresa china Shenzhen Dynanonic para invertir 285 millones de euros en la instalación de una planta de componentes de baterías. La idea era instalarla en la mina de Vilafruns (cerca del municipio barcelonés de Sallent), de la que la compañía israelí ICL, mediante su filial Iberpotash, es propietaria junto con la mina de Cabanasses (cerca de Súria). El anuncio fue ampliamente celebrado porque implicaba dar una nueva vida a la mina de Vilafruns, cerrada en 2020, y recuperar el dinamismo económico que esta actividad tenía en la zona. La Generalitat le dio al proyecto un carácter estratégico para agilizar los trámites. Sin embargo, este miércoles la compañía ha confirmado, tras avanzarlo La Vanguardia, que la inversión se ha cancelado y la alianza con Dynanonic se ha deshecho. Fuentes de la empresa explican que ya están trabajando “codo con codo” con la administración para buscar una alternativa industrial.

El motivo de la cancelación de la inversión millonaria está en una decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. La inversión prevista por ICL (que participaba en el 80%) y Dynanonic se enmarcaba en un plan global de la empresa israelí para entrar en el negocio de los componentes de baterías. La fábrica proyectada en Vilafruns iba a estar dedicada a los cátodos de fosfato de hierro y litio, uno de los componentes esenciales para hacer las baterías eléctricas que necesita el sector de la automoción para los coches eléctricos. Así, el proyecto no solo era estratégico para recuperar el dinamismo industrial de esta comarca tradicionalmente minera, sino que también era clave para la visión europea de situar en territorio europeo las diferentes partes de la cadena de valor de las baterías eléctricas. Y los cátodos, el componente más costoso de los que se usan para las baterías (representan entre el 40% y el 50% del valor del producto final) eran un elemento muy valorado. Otro de los componentes, los ánodos, se fabricarán en la planta proyectada por la coreana Lotte en Montroig del Camp, con una inversión de 400 millones de euros.

Pero esta estrategia global de ICL en el sector de los componentes de baterías tenía como pieza central una planta que debía construirse en San Louis. Sin embargo, y en la línea trumpista de ir contra las energías renovables y favorecer a la industria de los coches de combustión, el departamento de Energía de Estados Unidos ha suspendido la financiación en la planta de ICL de San Louis (Missouri). La cancelación de la planta norteamericana, así como las dificultades de ICL para conseguir financiación por parte del Innovation Fund de la Unión Europea (a los que pidieron 140 millones de euros) tienen como consecuencia el descuelgue de la empresa china y la cancelación del proyecto en Vilafruns.

La empresa, pues, seguirá proporcionando las materias primas para estos componentes, pero ya no participará del desarrollo de los mismos, perdiendo la oportunidad de estar en este eslabón de la cadena de valor. A la espera de que fructifiquen los esfuerzos por tener una alternativa industrial, de momento ICL mantiene en desuso los 100.000 metros cuadrados de las antiguas instalaciones de la mina de Vilafruns, una mina de extracción de potasa y sal que se cerró en 2020, cuando se pasó toda la producción a la mina de Cabanasses, en Súria, también gestionada por Iberpotash, filial de ICL.

La cancelación del proyecto en Vilafruns llega después de que la multinacional química Basf decidiese en abril suspender la inversión de 500 millones de euros para construir en Tarragona una planta de reciclaje de baterías de coches eléctricos. A las dificultades de Cataluña para conseguir amarrar en el territorio alguna de las inversiones vinculadas a la electrificación de la industria de la automoción, se le suma la amenaza de que sean cada vez menos necesarias, sobre todo después de la decisión de la Comisión Europea de retrasar la prohibición de los coches de combustión, prevista inicialmente en 2035.

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