Solo el 18% de los nuevos proyectos creados en 2024 y 2025 en Cataluña tiene una mujer al frente
El encuentro ‘Founder’s Mindset’ reúne a emprendedoras que coinciden en que los desafíos persisten, desde la desconfianza de los inversores hasta la síndrome de la impostora
El Día Internacional de la Mujer Emprendedora ha reunido este miércoles en Barcelona a decenas de directivas, fundadoras y profesionales que comparten un diagnóstico común: los retos para emprender siguen vigentes, incluso en sectores donde el liderazgo femenino es cada vez más visible. La jornada, organizada por Juno House, busca promover la mentalidad emprendedora y conectar a figuras de distintos sectores en un contexto donde, según los recientes estudios de Ecosistema Startup, aproximadamente un 18% de proyectos fundados en 2024/2025 tiene a una mujer como CEO en Cataluña.
Entre los testimonios compartidos por las participantes ha aparecido la percepción común de que las mujeres que emprenden sienten que deben llegar más preparadas que los hombres antes de presentarse ante inversores, clientes o potenciales socios. Las distintas trayectorias coinciden en el mismo diagnóstico y ayuda a explicar por qué la brecha de confianza (externa y interna) sigue siendo un obstáculo para tantas mujeres.
Tres trayectorias, un mismo discurso
Beatriz de Vicente, con más de dos décadas en posiciones de liderazgo, ha vivido situaciones muy conocidas por otras emprendedoras y que revelan una desigualdad persistente. Desde Juno, donde apoya iniciativas y trabaja para generar una plataforma de oportunidades, ha detectado un patrón: los proyectos impulsados por mujeres suelen clasificarse como autoemprendimiento, mientras que los de hombres se identifican directamente como empresa o startup. Para ella, este contraste refleja que muchas mujeres se promocionan poco y que la falta de autoconfianza influye en cómo presentan sus ideas.
La experiencia de Eli Bernal avanza en la misma dirección. Tras años trabajando en un sector tan masculinizado como el de la ciberseguridad, convivió durante mucho tiempo con el síndrome de la impostora. Hoy dirige su tercer proyecto y ha conseguido formar un equipo con un 46% de mujeres sin necesidad de cuotas y, según recalca, tras “mucho esfuerzo”. El 70% de los puestos de liderazgo de Tranxfer también está ocupado por mujeres. Bernal afirma que este equilibrio transforma la dinámica interna, porque los equipos se sostienen mejor, los conflictos se gestionan de forma más ágil y los problemas se resuelven más rápido cuando hay diversidad.
La historia de Stephany Oliveros cuenta lo difícil que puede ser este camino. Comenta que la desconfianza aumenta sobre todo cuando habla con inversores. Su peor experiencia fue cuando un directivo de una gran empresa le dijo que lo mejor era mentir, decir que el producto ya estaba listo para conseguir financiación y, después, admitir que todavía estaba en desarrollo. También explica que, en otra búsqueda de inversión, no logró cerrar el acuerdo porque fue muy sincera con los datos de su empresa. No prometió cosas imposibles y siente que muchos hombres sí lo hacen y que, muchas veces, eso recibe más apoyo.
Las tres coinciden en que, antes de lanzarse, las mujeres tienden a formarse y a cumplir con un estándar alto de competencias, lo que retrasa o impide los tiempos de exposición pública o las primeras rondas de inversión. En España, según un estudio reciente de Mastercard, el 39% de las españolas querría emprender, pero la falta de financiación es la principal barrera. Esa preparación, sostienen, se mezcla con una sensación de inseguridad más persistente que la que suelen mostrar los emprendedores hombres.