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Primera oleada de fugas de familias ante la privatización de los colegios del Opus Dei en Cataluña

Unos 160 alumnos de La Farga y La Vall piden el traslado a otros centros, mientras siguen los anuncios de escuelas que pasarán a privadas: las últimas, Pineda y Xaloc, de L’Hospitalet

Lo que más temían las escuelas del Opus Dei está empezando a pasar: un goteo de familias que abandonan los colegios ante la inminente privat...

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Lo que más temían las escuelas del Opus Dei está empezando a pasar: un goteo de familias que abandonan los colegios ante la inminente privatización de los centros el próximo curso. En la última preinscripción escolar, 159 familias de los colegios de La Vall y La Farga —dos de los más grandes que separan niños y niñas en las aulas— solicitaron un cambio de escuela, aunque solo 112 obtuvieron plaza, ya sea en una escuela pública o concertada.

En los últimos años, las escuelas del Opus, que segregan por sexo, se han encontrado en la encrucijada de renunciar al modelo diferenciado y mezclar niños y niñas, a cambio de mantener el concierto educativo —la Generalitat aporta anualmente más de 35 millones a la docena de colegios vinculados a la Prelatura— o mantener su modelo y perder la financiación pública. Ley educativa estatal, la Lomloe no contempla financiar escuelas que segreguen por sexo y en 2022 dos escuelas ya perdieron el concierto en secundaria por continuar separando niños y niñas. A principios de 2026 deben renovarse los conciertos de todas las etapas educativas (el proceso se repite cada seis años en primaria y cada cuatro en la ESO), así que los colegios han estado haciendo números y los que lo ven viable —nueve de ellos— han optado por renunciar a la subvención pública, lo que los convertirá en privados a partir del curso 2026-27.

En esta nueva fase, muchos colegios han buscado fusionarse con otro gemelo —un centro de niñas con otro de niñas— para ganar músculo, sea más atractivo para las familias e intentar sortear uno de los grandes riesgos de la privatización: la fuga de alumnos, principalmente por motivos económicos, debido al aumento generalizado de cuotas. Aunque la privatización no se ha plasmado todavía, su anuncio ha generado ya inquietud entre parte de las familias y algunas han optado por buscar otro centro.

Según los datos del Departamento de Educación obtenidos por transparencia (solicitados en julio y tras una reclamación a la Comisión de garantías de acceso a la información pública), la pasada primavera, durante el proceso de preinscripción oficial, 63 alumnas de La Vall (ubicado en Bellaterra y que escolariza a niñas) pidieron cambiar de centro, aunque lo logró poco más de la mitad: 38. Las cifras de su centro gemelo, La Farga (de niños y ubicado en Sant Cugat del Vallès) son más elevadas: 96 alumnos solicitaron el traslado y 74 lo lograron. Fuentes cercanas a las escuelas elevan estas cifras y aseguran que el volumen de alumnos que ha abandonado el centro es superior, ya que algunas familias han optado por cambiar a sus hijos a un colegio privado, de modo que no constan en los procesos del Departamento. Institució Familiar, entidad gestora de estos dos colegios, no confirma ni niega las cifras, y se limita a asegurar que “el volumen de bajas de este curso está en la línea de los últimos años”, sin concretar más.

Falta por ver si de cara al próximo curso, cuando los colegios ya serán privados, la fuga de familias aumenta. Desde Institució se muestran tranquilos: “No pensamos que se produzca un aumento relevante de bajas, ya que en los últimos años se ha trabajado en un plan estratégico y de eficiencia para minimizar el impacto económico en las familias”.

El recelo de las familias ante la privatización ya se pudo entrever en otro elemento de la preinscripción: las solicitudes bajaron entre un 10 y un 14% en ambos centros y no llenaban todas las plazas ofertadas, cuando hace dos cursos no tenían vacantes. Se trata de unas cifras menguantes que no entraban en los planes de las direcciones, que apostaban en aumentar las matrículas para poder ser viables económicamente.

Otra muestra de la inquietud es que, a raíz del anuncio de privatización, en las escuelas de La Farga y La Vall surgió un movimiento impulsado por un grupo de familias que se muestran contrarias a este cambio y reprochan a las direcciones “falta de transparencia” en las intenciones y en los planes para cuadrar los balances y compensar los ocho millones que ambos centros reciben ahora de la Generalitat con el concierto educativo.

Nuevas privatizaciones

Además de La Farga y La Vall, en los últimos meses han anunciado su fusión —y su paso a privadas— las escuelas de Canigó y Viaró en Sant Cugat, y Bell-lloc con Les Alzines en Girona. Las últimas en dar el paso son Xaloc (que escolariza a niños) y Pineda (de niñas) de L’Hospitalet de Llobregat, que este jueves anunciaron a las familias su “plan de refundación de la escuela”, ya que la pérdida de la subvención pública —más de siete millones entre ambos centros, según datos de Educación— supondrá dar un giro de 180 grados a la gestión económica.

Ambas escuelas, con 60 años de historia y que suman 2.800 alumnos, aseguran en un comunicado conjunto que “apuestan por un modelo diferenciado” y que solicitarán el concierto durante el proceso de renovación que arranca este diciembre. Pero “ante el posible escenario de no renovación del concierto”, ponen en marcha medidas para lograr que los centros “sean sostenibles y viables económicamente”.

Entre las medidas más relevantes que se tomarán será la fusión de ambas escuelas en una sola para reducir gastos, de modo que se unificarán los programas educativos y habrá una sola dirección. Además, “se incrementarán las tarifas escolares de forma gradual hasta el curso 2030-31”, anuncian las escuelas. Y para aumentar los ingresos, también se busca ampliar la oferta actual de Formación Profesional.

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