La irrelevancia de Junts
Los votantes que eligieron a sus siete diputados pueden preguntarse para qué sirve ahora su voto
El partido de Carles Puigdemont ha conseguido estas dos últimas semanas un intenso protagonismo mediático, pero la notoriedad alcanzada es inversamente proporcional al peso político ganado. Porque al anunciar que a par...
El partido de Carles Puigdemont ha conseguido estas dos últimas semanas un intenso protagonismo mediático, pero la notoriedad alcanzada es inversamente proporcional al peso político ganado. Porque al anunciar que a partir de ahora no votará ninguna ley promovida por el Gobierno de Pedro Sánchez, cuya investidura votó, está haciendo una apuesta por la irrelevancia. Lo que Junts ha decidido hacer es paralizar la institución de la que forma parte con una oposición sistémica, de principio, que implica el veto a todas las leyes sin tener en cuenta su contenido y su necesidad. La negación de la utilidad de la política. Los votantes que eligieron a sus siete diputados pueden preguntarse para qué sirve ahora su voto. Porque las 46 leyes afectadas por esta decisión contienen sin duda mejoras para los catalanes, y Junts tendrá que explicar por qué las veta y también por qué se niega a negociar unos presupuestos que son vitales para mantener y mejorar los servicios públicos.
Lo que ha hecho es vetar cualquier iniciativa legislativa del Gobierno progresista y aunque asegura que no votará una moción de censura promovida por PP y Vox, el voto negativo a las leyes del Gobierno le alineará sistemáticamente con el bloque de la derecha y la ultraderecha. Es también un torpedo contra el liderazgo de Pedro Sánchez, pero cuesta entender a qué lógica responde si tenemos en cuenta que, según el Centro de Estudios de Opinión, el 59% de los votantes de Junts aprueba la gestión del presidente del Gobierno y solo el 12% aprueba la de Alberto Núñez Feijóo, que sería la alternativa.
Con esta decisión está claro que Cataluña no gana nada. Pero es dudoso que Junts vaya a conseguir algo más que unos cuantos titulares efímeros. De hecho, está generando dudas e incomodidad en quienes, como el alcalde de Figueres, se han presentado como adalides de la política útil. Por muchas mesas explicativas que despliegue, el partido de Puigdemont no estará en mejores condiciones de contener la hemorragia de votos hacia Aliança Catalana. En cambio, ya ha defraudado a quienes esperaban que Junts se consolidara como la heredera del posibilismo de CiU.
Es evidente que Junts está inmersa en una crisis existencial. Es sintomático que la decisión fuera anunciada el mismo día que debía conocerse la sentencia del Tribunal de Estrasburgo sobre uno de los recursos independentistas. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó que la justicia española no había conculcado los derechos políticos de Oriol Junqueras, Jordi Turull y Jordi Sànchez al ordenar su ingreso en prisión provisional tras el referéndum del 1-O e impedir su participación en las elecciones autonómicas de 2017.
El fallo desbarata la estrategia a la que Junts lo ha fiado todo: que los tribunales europeos le den la razón frente a los tribunales españoles. A estas alturas sería ya una victoria pírrica, pero este fallo presagia que, en los que le seguirán, ni eso va a conseguir. Así que, con la posición de irrelevancia en la que voluntariamente se ha situado en Madrid y la que ya tiene en Cataluña desde que decidió dejar el gobierno de la Generalitat, Junts se convierte en una fuerza política cada vez más gaseosa. Más que una posición de fuerza, lo que revela esta última decisión es una gran confusión.