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Brighton 64: “Fuimos jóvenes arrogantes y ahora nos despedimos en plenitud”

La banda barcelonesa publica nuevo disco, se disuelve y se despide con una gira de conciertos

Ahí va otra banda de Barcelona que, como muchas otras, en breve comenzará a formar parte de los recuerdos. Brighton 64, el grupo de los hermanos Gil, Albert (Barcelona, 1963) y Ricky (Barcelona, 1965) baja la persiana y comenzarán a ser historia de la ciudad, no en presente. Como despedida han publicado nuevo disco con nombre en sintonía con los tiempos, Se traspasa, han iniciado una gira en el Mercat de Música de Vic que les traerá a Barcelona en enero, cita que repetirán ya como despedida definitiva en directo entrado el año 2026, de nuevo en su ciudad. Esta vez el cierre de persiana va en serio y la marca Brighton 64, aseguran, no resucitará como otras veces lo ha hecho. Hay razones de fondo que verbaliza Albert: “Nos queremos mucho, pero musicalmente ya no nos entendemos igual. Yo soy como el guardián de las esencias y él no. No me quiero pelear con mi hermano por cuestiones artísticas”.

La historia los ha mantenido juntos desde los años 80, cuando eran la cabeza visible del movimiento mod por estos lares. “Era un buen momento, era posible que con buenas ideas y sin mucha técnica subieses a un escenario y en Barcelona había mucho ambiente”, afirma Ricky. Hoy ambos viven fuera de una ciudad de la que han acabado por huir. “Ya entonces la vivíamos muy críticamente, pero ahora hace vomitar”, opinan ambos. A lo largo de su historia han trabajado en proyectos conjuntos que ahora valoran con humor y distancia crítica: “Siempre hemos llegado a la parada cuando el autobús ha de pasar y no estábamos cuando pasaba. Al comienzo reivindicamos los sixties, pero llegamos pronto. Luego hicimos rumba y sonidos latinos con Brigatones, también antes de tiempo, pues luego llegaron Jarabe de Palo y Muchachito. Cantamos en catalán con Matamala, pero no funcionó. El caso era no estar a tiempo en la parada”, reconoce sonriendo Albert.

Otro asunto fue el de los nombres, rememora Ricky. “Como Brigthon 64 nos llamaron de todas formas, Briton 69, Brigaton 54, los Dreiton, la ‘h’ del nombre ha cambiado decenas de veces de lugar, así que al final nos llamamos Brigatones, un nombre feo con el que queríamos ironizar. No tuvimos un nombre fácil”, recuerda entre las risas de ambos. Total, su primera discográfica, Flor Y Nata, despareció, de Twins los echaron cuando marcharon los Rebeldes y de EMI los despidieron tras un elepé. Ya como Brigatones también desapareció su discográfica, Green, y tuvieron que montar sellos propios como Al•leluia y Bip Bip Récords: “Al final trabajamos desde hace tiempo con B Core, editora de nuestros últimos trabajos”.

En sus inicios como Brighton 64 se reconocen como un grupo difícil: “Éramos jóvenes, arrogantes y prepotentes, el perfecto ejemplo de actitud desafiante, hablábamos con el desparpajo de Lamine Yamal”, dice Albert. Sigue Ricky con la historia: “Ya en la primera reunión con EMI nos querían cambiar el nombre, y la verdad es que no sabíamos manejarnos al ser rígidamente fieles a nuestras ideas. Enseguida tuvimos fama de grupo difícil y, a la primera cosa que falló, nos echaron” Lo que falló es que grabaron un epé, La casa de la bomba, que fue un exitazo y la discográfica les obligó a grabar rápidamente un elepé que no tuvo tanta repercusión. “No estábamos preparados, las mejores canciones que teníamos ya estaban editadas en el epé, Paco Trinidad, el productor, ya no estaba tan en sintonía con nosotros y quería músicos de estudio, todo fue una vorágine, viajes en avión para grabar playbacks en televisión, una locura”, apunta Ricky. El hecho es que la fama duró poco.

A pesar de ello crearon un nombre que permanece: “Hemos sido un grupo barcelonés, y el movimiento mod era localista y reivindicaba las raíces, lo que cuadraba con ser de aquí”, reivindica Albert. Preguntados por si a pesar de los errores cambiarían algo de su historia, la respuesta es unánime: “No, porque por un lado nada hubiese sido lo mismo y si hubiésemos hecho algo diferente, lo que se nos pedía, igual no estábamos vivos. Hemos sido unos burros, pero igual eso nos preservó de muchos problemas”. ¿Y por qué esos papeles tan distintos entre uno y otro? Albert siempre ha parecido osco y Ricky simpático. Ríe Albert al decir “poli bueno y poli malo, es lo que todo el mundo cree, pero Ricky es tremendo, él la liaba y luego yo me comía el marrón”. “Es un estereotipo que se repite”, continúa Ricky, “entre John y Paul pasaba lo mismo en los Beatles. Nosotros jugamos ese mismo rol y no nos fue tan mal”.

Desde que se reunieron por última vez en 2011, Brighton 64 han editado cuatro elepés y han tocado en infinidad de conciertos. “Tras dar la cara por muchos, quizás demasiados grupos, recuperar nuestro primer nombre nos ayudó”, dice Albert, quien siente que su corazón está en este grupo, mientras que Ricky lo tiene en Top Models, trío en el que cantaba y tocaba la guitarra y no el bajo. Ahora se retiran como Brighton 64 “cuando estamos en plenitud”, aseguran, y siguen con su idea central: “Gustar mucho a pocos, más que poco a muchos”. En su nuevo disco hay temas que hacen mención a la buena suerte, porque, dicen, “nuestros padres viven, hemos hecho lo que hemos querido, tenemos familia, hijos, tenemos buenos directos, buenos compañeros de grupo, la base rítmica lleva diez años con nosotros, tenemos oficio y sabemos que tenemos un buen disco. Encima haremos un documental sobre la banda”. La carretera espera su despedida y la memoria les guarda un buen hueco.

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