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Un guionista acusado de terrorismo

Es posible que la acusación contra Paul Laverty no prospere. Lo que sí debe prosperar es la denuncia contra el estado de Israel y el compromiso con el pueblo palestino

Paul Laverty es el guionista de El viento que agita la cebada, Yo, Daniel Blake y Sorry We Missed You, entre otros muchos peliculones. Es uno de los más respetados, admirados y laureados guionistas de Europa y no hace falta ser muy analista para ver que el cine, para Laverty, es una forma de ...

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Paul Laverty es el guionista de El viento que agita la cebada, Yo, Daniel Blake y Sorry We Missed You, entre otros muchos peliculones. Es uno de los más respetados, admirados y laureados guionistas de Europa y no hace falta ser muy analista para ver que el cine, para Laverty, es una forma de activismo, de habitar este mundo y transformarlo. No todos los guionistas somos como él. Aunque quisiéramos, no todos tenemos esta capacidad de compromiso para con el mundo y no todos escribimos tan bien. Quizás es precisamente este compromiso quien le exige la calidad en la escritura. Quizás es simplemente talentoso, vete tú a saber.

Lo que sí sabemos seguro es que el pasado 25 de agosto Paul Laverty fue arrestado en Edimburgo por la policía y deberá acudir ante el juez el próximo 18 de septiembre acusado de terrorismo por apoyar públicamente la organización Palestine Action, catalogada por el gobierno de Keir Starmer de organización terrorista. Y claro, es surrealista. Puede que técnicamente estén deteniéndolo por apoyar a una organización, pero a la práctica están haciéndolo por decir alto y claro lo que es una evidencia: Israel está cometiendo un brutal genocidio contra el pueblo palestino y nosotros, todos, debemos pasar a la acción para impedirlo.

Que el partido laborista la haya cogido con Palestine Action y la catalogue de organización terrorista es una alteración de la realidad propia de una película distópica. Primero se inventan unas leyes para protegernos (otro día hablamos de eso y de lo terroríficos que somos también los europeos para con el mundo) y luego las usan contra cualquiera que ose decir lo que quieren callar. Starmer retuerce así la ley a su gusto, pero hace otra cosa más: el ridículo. Porque es ridículo que la policía detenga a 700 personas en una manifestación pacífica por llevar el cartel “Me opongo al genocidio. Apoyo a Acción Palestina”. Es ridículo que Paul Laverty sea citado en los jugados por terrorista, porque no lo es y porque arrestarlo, ni siquiera en el mundo distópico que están construyendo, no calla a nadie. Nadie puede callar ya las miles de muertes en Gaza.

Dicen las malas lenguas que cuando Paul Laverty estaba retenido en comisaría no pudo evitar preguntar a los policías que le detuvieron si conocían la Convención Sobre el Genocidio. Los pobrecillos tuvieron la osadía de responder que no y Laverty, que también es abogado, les explicó el contenido de la dichosa convención, firmada en 1951 y ratificada por 153 países, entre otros el Reino Unido. Como bien apunta ya su nombre, la Convención Sobre el Genocidio es un tratado internacional que establece la obligación legal de prevenir, castigar y no actuar en connivencia con el genocidio. La connivencia incluye no hacer nada cuando estás en posición de hacerlo.

Horas más tarde, los policías soltaron a Laverty. Es posible que lo hicieran para librarse del rapapolvo. De lo que no se podrán librar es del ridículo. No sabemos qué pasará el 18 de septiembre con nuestro mejor guionista. Es posible que la acusación de terrorismo no prospere. Lo que sí debe prosperar es la denuncia contra el estado de Israel y el compromiso con el pueblo palestino. Debería prosperar porque no todos los guionistas sabemos escribir tan bien como Laverty, pero sí deberíamos estar todos a la altura de la causa que defiende. Guionistas o no, gente de la cultura, pero también médicos, maestros, y albañiles, unámonos todos para gritar “Me opongo al genocidio”. Y entonces, con el grito retumbando en los oídos de los de arriba, hagamos lo posible para poner fin a la masacre.

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