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Si juegas con la lengua, pierde el catalán

El Pacte Nacional per la Llengua recupera el secreto del buen funcionamiento de las políticas lingüísticas en Cataluña, que no es otro que la amplitud del consenso

Esta semana ha sido noticia la firma del Pacte Nacional per la Llengua, que empezó a andar en época del gobierno presidido por Aragonés en 2021 y después de mil obstác...

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Esta semana ha sido noticia la firma del Pacte Nacional per la Llengua, que empezó a andar en época del gobierno presidido por Aragonés en 2021 y después de mil obstáculos ha llegado a su culminación cuatro años después. En 138 páginas detalla un plan de aborde de la situación de dificultad que vive el uso social de la lengua catalana. Parte de un diagnóstico prudente según el cual la situación es difícil pero no insalvable. Y plantea medidas “ambiciosas, pero realistas” con un presupuesto inicial de 256 millones de euros para este 2025 y un primer paquete de acciones inmediatas, que se enmarcan en nueve horizontes de trabajo y 21 ámbitos de actuación, desde la educación hasta el mundo laboral, pasando por los nuevos contextos digitales y los cambios demográficos.

El documento ha sido asumido por un sinfín de organizaciones de todo tipo, desde entidades comprometidas con el avance de la lengua -Coordinadora d’Associacions per la Llengua Catalana; Plataforma per la Llengua, Institut d’Estudis Catalans; Òmnium Cultural; CIEMEN-; actores económicos y sociales -CCOO; Consell General de les Cambres Oficials de Comerç, Indústria i Navegació de Catalunya; Foment del Treball; Intersindical; Pimec; Unió de Pagesos; UGT; USOC-; organizaciones de la sociedad civil -Associació de Mestres Rosa Sensat; Col·legi Oficial de Doctors i Llicenciats en Filosofia i Lletres i en Ciència de Catalunya; Confederació d’Associacions Veïnals de Catalunya; Confederació de Cooperatives de Catalunya; Consell dels Il·lustres Col·legis d’Advocats de Catalunya; Federació Catalana de Municipis; Taula d’Entitats del Tercer Sector Social de Catalunya-, entre otras.

A nivel parlamentario el consenso ha sido más reducido, ya que han dado su apoyo el PSC, Comuns y ERC. Era de esperar la absencia del PP, de Vox y de Alianza Catalana. Sin embargo, el que se percibe como el gran ausente, evidentemente es Junts, que ha motivado su negativa a sumarse al hecho de que el documento se haya firmado antes de saber el desenlace de la sentencia sobre el 25% de castellano en las aulas y antes de que se haya culminado la negociación en torno a la oficialidad de la lengua catalana en la Unión Europea. Son motivaciones difíciles de entender, ya que el documento redobla la apuesta por el catalán como lengua vehicular en la enseñanza y no queda nada claro en qué manera ayuda al uso social del catalán dilatar la aplicación de medidas de fomento de este mismo uso en función de una decisión que se tiene que tomar en ámbito europeo, con los tiempos y las dificultades que esto supone.

Por otra parte, el Pacto recupera el secreto del buen funcionamiento de las políticas lingüísticas en Cataluña, que no es otro que la amplitud del consenso, incluso antes que la propia letra de las leyes y de los acuerdos. La longevidad de la salud (ahora más precaria, ahora más fuerte, dependiendo de mil factores) de la lengua catalana, en las últimas décadas ha dependido directamente de la asunción de su importancia por actores dispares y diversos, cada uno con su acento. Jugar con los consensos lingüísticos centrales en la sociedad catalana -por desgastar al gobierno en el cargo, por demostrar intransigencia y músculo nacional, por tacticismo o por la pataleta de no ser quienes lideren los acuerdos- es la manera más efectiva para empequeñecerlo.

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