Barcelona no podrá reducir terminales de cruceros hasta, por lo menos, 2027

El Gobierno del alcalde Jaume Collboni pide negociar con el puerto y la patronal del sector exige analizar el impacto de los cruceristas

Movimientos de cruceristas en la terminal A del puerto de Barcelona, ante un crucero, en una imagen de archivo.Gianluca Battista

La voluntad del gobierno del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, de reducir las terminales de cruceros para poner coto al turismo que llega por mar y su impacto en la ciudad no será una cuestión rápida. Como pronto, se produciría en 2027, cuando acaba el actual acuerdo firmado por el ejecutivo de la alcaldesa ...

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La voluntad del gobierno del alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, de reducir las terminales de cruceros para poner coto al turismo que llega por mar y su impacto en la ciudad no será una cuestión rápida. Como pronto, se produciría en 2027, cuando acaba el actual acuerdo firmado por el ejecutivo de la alcaldesa Ada Colau en 2018 y que consistía en alejar los cruceros de la ciudad. Más allá del texto del convenio, el sector de los cruceros trabaja con dos y tres años de antelación, y las reservas de escalas se hacen con estos plazos, aseguran fuentes del sector, por lo que la cuestión va para largo.

El teniente de alcalde de Economía y responsable de turismo, Jordi Valls, es partidario de abrir una negociación con el Puerto y señala de que “la ciudad tiene una capacidad importante de incidencia” en el consejo de administración. La patronal de la industria de los cruceros, Clia ve al sector señalado y pide diálogo con el consistorio. Además, relativiza el peso de la ciudad en el consejo de administración del Puerto, donde recuerda que están otras administraciones y agentes sociales, y que el puerto barcelonés forma parte, en última instancia, del Ministerio de Transportes y Puertos del Estado. Todo esto en un contexto de relevo reciente en el Gobierno de la Generalitat, que por ahora y con la Copa del América de vela en marcha, mantiene al presidente del Puerto que nombró ERC, Lluís Salvadó, que en su puesta de largo a finales de 2022 defendió que los cruceros “son un proyecto estratégico”.

La receta del Ayuntamiento pasa por empezar la restricción de la actual oferta con las dos terminales del muelle adosado que se renuevan año a año (fuentes del puerto apuntan que solo es una, la terminal C, y que las otras tienen concesiones más allá de 2030) y no renovar la concesión de la terminal que hay en el World Trade Center. Fórmulas que no requerirían indemnizar a nadie, como también apuntó en una entrevista a este diario la concejal de los comunes y futura presidenta del grupo municipal, Janet Sanz, en un posicionamiento en el que hay sintonía con el PSC.

Actualmente, en el muelle adosado hay cinco terminales. Las A, B y C son públicas y las gestiona Creuers del Port SA, y las D y E son de Carnival. Las dos restantes son la de MSC, en obras con una inversión de más de 70 millones de euros, y la que se adjudicó recientemente a a Royal Caribbean (que invertirá 85 millones de euros). Sobre la terminal del World Trade Center, fuentes del puerto recuerdan que su cierre ya estaba previsto en el acuerdo de 2018 y que es un espacio donde se opera esporádicamente, solo en picos de temporada alta, cuando las terminales del muelle adosado no dan abasto. Se cerrará antes de 2030, cuando ya operará la terminal de MSC, cuyos cruceros atracan ahora en las terminales A, B o C. Pero el Puerto declina hacer más comentarios sobre los planes del gobierno de Collboni.

En el Ayuntamiento, en una respuesta por escrito del área de Turismo, recuerda su “voluntad de abrir una negociación con el puerto para hacer un nuevo acuerdo que entre otras cuestiones contemple el cierre de alguna de las terminales de cruceros”, tal y como han expresado el alcalde, Valls y como figura en el plan de Gestión Turística. El consistorio afirma que no es necesario espera a 2027 para fijar “un nuevo convenio con el Puerto donde se trate cómo limitar el actual volumen de pasajeros”. El año 2023 se cerró con la llegada de 803 cruceros que sumaron 3,6 millones de pasajeros. Barcelona es la primera ciudad en cruceros del Mediterráneo y la cuarta del mundo tras Miami y sus tres puertos. “La actividad registra incrementos interanuales próximos al 10%, que no son sostenibles en el tiempo”, indica el consistorio en su respuesta. “No estamos en contra de los cruceros, son garantía de conexiones aéreas internacionales, pero sí que lo vemos como un reto compartido a abordar y estamos convencido de que el Puerto será sensible a la necesidad de abrir esta negociación”.

Desde la patronal Clia (cuyas siglas corresponden a Asociación Internacional de Líneas de Cruceros), su director para España, Alfredo Serrano, expresa “perplejidad” ante un planteamiento del Ayuntamiento que ven “un debate inoportuno”. “Es un debate que no hemos buscado, siempre hemos tendido la mano y nos encontramos que algunos eslóganes del anterior consistorio han sido adoptados por el PSC”, lamenta y recuerda que el crecimiento del sector en el Mediterráneo se produjo a partir de los Juegos Olímpicos de Barcelona. “No entendemos la urgencia de abordar el debate en este momento, cuando los propios responsables municipales dicen que se podrá abordar a partir de 2027. Hay un acuerdo en vigor de 2018, han pasado seis años, dos de pandemia y creemos que es necesario evaluar las acciones previstas entonces, antes de cambiar las reglas del juego cuando estamos a medio partido”.

Serrano defiende que el sector emplea a 10.000 personas del entorno de Barcelona y pide diálogo y que las dos administraciones “se arremanguen y colaboren en soluciones si es que la actividad provoca algún problema“. Como ejemplo pone aglomeraciones en la Rambla (porque todos los autobuses desencochan allí) de las que son conscientes y sobre los que asegura que no tienen respuesta. “Hay que hacer un análisis serio sobre la congestión turística, podemos identificar los impactos, pero no sabemos quién la está causando. Exigimos que se nos diga si son los cruceristas quienes congestionan los entornos de la Sagrada Familia los miércoles de 12 a 15 que se nos diga, somos el sector más organizado, el más previsible y si se avisa, el 90% de los clientes evitará ir”. “En el siglo XXI hay herramientas tecnológicas que podrían permitir analizar y si somos nosotros, dar la oportunidad de resolverlo antes de hablar de cerrar terminales”.

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