La indefinición de Puigdemont sobre su papel en el Parlament debilita la oposición de Junts a Illa
Las dudas del expresidente catalán sobre las atribuciones que asumirá contagian la incertidumbre a su partido
En sus tiempos de alcalde de Girona, Carles Puigdemont tenía que lidiar con críticas de la oposición, que le echaba en cara ser el máximo mandatario de una ciudad en la que no vivía. El domicilio familiar de Puigdemont está en una urbanización de Sant Julià de Ramis, a una decena de kilómetros de Girona. Ahora, el expresidente de la Generalitat comanda la principal fuerza de la oposición en Cataluña desde su casa ...
En sus tiempos de alcalde de Girona, Carles Puigdemont tenía que lidiar con críticas de la oposición, que le echaba en cara ser el máximo mandatario de una ciudad en la que no vivía. El domicilio familiar de Puigdemont está en una urbanización de Sant Julià de Ramis, a una decena de kilómetros de Girona. Ahora, el expresidente de la Generalitat comanda la principal fuerza de la oposición en Cataluña desde su casa en Waterloo (Bélgica), a 1.300 kilómetros de Barcelona. Las trabas judiciales a la aplicación de la ley de amnistía bloquean el regreso a Cataluña del expresident y su abogado ha presentado una denuncia al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) acusando al juez Pablo Llarena de llevar a cabo maniobras deliberadamente dilatorias.
Pero más allá de su situación judicial, Puigdemont tampoco ha aclarado cuál es su nuevo papel político y qué función piensa desempeñar en el Parlament. La indefinición del líder de Junts cuestiona el valor de su compromiso público de abandonar la “política activa” si no lograba ser restituido president, al tiempo que plantea dudas sobre la unidad de acción del grupo de Junts en la cámara y condiciona la tarea de oposición que pueda hacer el partido contra el Govern de Salvador Illa.
Entre las tareas pendientes que tendrá que afrontar Josep Rull a su vuelta de vacaciones está la designación del jefe de la oposición en Cataluña. El reglamento del Parlament señala que es competencia del presidente de la cámara dictar una resolución para nombrar “al diputado que ejerce la presidencia del grupo parlamentario de la oposición con más escaños”. En 2021, Salvador Illa fue nombrado como tal cuatro días después de la toma de posesión de Pere Aragonès.
Esta vez, Illa accedió a la presidencia de la Generalitat el pasado 10 de agosto. El candidato del PSC se impuso en las elecciones catalanas del 12 de mayo, con siete escaños más que la lista de JxCat. Sin embargo, Puigdemont ya advirtió durante la campaña electoral que el único horizonte que contemplaba era el de su restitución como president: “No tiene sentido venir para hacer de jefe de la oposición”, dijo. El pasado 8 de agosto irrumpió en Barcelona para ofrecer un breve discurso pero luego logró burlar el dispositivo policial que habían montado los Mossos d’Esquadra para detenerle y escapó a Bélgica. Jordi Turull, secretario general de Junts, ha s que en el partido hay “unanimidad” a la hora de defender que aquella actuación del expresident fue un acierto.
Puigdemont ha tratado de conferir un rango de institucionalidad máxima a su condición de expresidente e incluso en su entorno se ha tratado de procurarle la distinción de “president legítim”, bajo la idea que en 2017 fue una víctima de la aplicación del artículo 155 de la Constitución y que se le apartó de la Generalitat de manera ilegítima. Subordinado a su propia doctrina, Puigdemont se ha cerrado puertas para encontrar una salida dentro del nuevo contexto político catalán y su incertidumbre personal condiciona la toma de decisiones en JxCat y atenaza la capacidad de intervención de su partido en el Parlament. En las dependencias que ocupa Junts en la cámara autonómica hay un despacho vacío, supuestamente reservado para Puigdemont.
Tras el pacto del PSC con ERC y los Comuns por la investidura de Illa, Junts se reivindica como la alternativa “al tripartito unionista”, pero sin Puigdemont al frente el partido busca referentes. Fue una apuesta personal del propio candidato poner de número 2 de su lista a Anna Navarro, una empresaria tecnológica sin experiencia en política y que ha pasado los últimos treinta años viviendo en Estados Unidos. Navarro apenas tuvo protagonismo en la campaña y su falta de bagaje la penaliza para ser la voz del partido en el Parlament.
A mediados de junio, y cuando Illa aun no tenía asegurados los apoyos para ser jefe de Gobierno, Junts emitió un comunicado anunciando que el grupo parlamentario había decidido “avalar una propuesta del president Puigdemont” para dar continuidad a Albert Batet y Mònica Sales al frente del equipo de Junts en el Parlament. El comunicado matizaba que la designación de los capitanes era temporal, “hasta que haya un factor solucionador de la legislatura”. El pacto entre PSC y ERC actuó como ese elemento desatascador e Illa ya ejerce de president sin que en JxCat se haya aclarado qué papel va a desempeñar el líder del partido y cuál va a ser la hoja de ruta para ejercer de oposición al PSC.
A la espera de que Puigdemont aclare qué planes tiene, Junts tratará de resolver algunas incógnitas en el congreso político que ha adelantado para finales de octubre, dos años antes de lo previsto. Pero faltan diez semanas para la cita y, mientras, el partido tiene que lidiar con su papel de contrapeso a Illa en el Parlament y con una falta de influencia en Cataluña, donde solo controla la Diputación de Girona y algunos ayuntamientos medianos. La dirección de Junts ha avanzado que también se deja para el congreso de octubre decidir qué relación va a tener el partido a partir de ahora con el Gobierno. “Nosotros ahora no estamos ocupados en si el Gobierno de Pedro Sánchez va a sufrir o no”, trató de zanjar recientemente Turull.
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