Peralada y la ópera de las mujeres borradas

El festival estrena el día 8 la obra ‘Don Juan no existe. Sobre lo que olvidamos y lo que permanece’, de la joven compositora Helena Cánovas, inspirada en la historia de la condesa de San Luis

El barítono David Oller (Don Juan) y la soprano Natalia Labourdette (la condesa) este jueves en momento del ensayo en el teatro Poliorama.Miquel Gonzalez/Shooting

“¿Yo? ¿Estáis seguros?”, Helena Cánovas, compositora, de 29 años, de Tona (Barcelona) contestó así cuando el Festival de Peralada le informó de que había ganado la segunda edición del Premio Carme Mateu y que, por tanto, había sido seleccionada de entre 39 artistas de 15 nacionalidades diferentes para componer una ópera. La joven música, amante de la lectura, buceó entonces entre los libros de su biblioteca y en la red y decidió musicar la...

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“¿Yo? ¿Estáis seguros?”, Helena Cánovas, compositora, de 29 años, de Tona (Barcelona) contestó así cuando el Festival de Peralada le informó de que había ganado la segunda edición del Premio Carme Mateu y que, por tanto, había sido seleccionada de entre 39 artistas de 15 nacionalidades diferentes para componer una ópera. La joven música, amante de la lectura, buceó entonces entre los libros de su biblioteca y en la red y decidió musicar la historia de Carmen Díaz de Mendoza, condesa de San Luís, que en los años 20 del siglo pasado escribió una obra de teatro titulada Don Juan no existe que se llegó a representar en Madrid y Buenos Aires. El texto se perdió. Poco se sabe casi de esa mujer feminista pero Canovas ha querido, inspirándose en su figura, hacer esta ópera titulada Don Juan no existe. Sobre lo que olvidamos y lo que permanece, que habla de las mujeres silenciadas que se estrenará el día 8 en el Festival de Peralada.

La ópera, de 70 minutos, de dos actos y un entreacto, está inspirada en la historia de esa mujer olvidada, definida por Cánovas como feminista, pacifista, católica y asesora de Primo de Rivera, que tuvo el coraje de escribir una obra para contraponer la figura de Don Juan. “El proyecto ha estado tres años en mi cabeza. Ha sido un proceso muy emocionante escribirlo”, cuenta Cánovas, que apostó, contra viento y marea y pese a la resistencia de su entorno musical y familiar, estudiar composición en Zaragoza. El primer acto narra la desazón que le supone a la condesa ver Don Giovanni, de Mozart y cómo empieza a escribir su propio Don Juan; en el entreacto se da un salto de un siglo en el tiempo y se leen los obituarios que se le dedicaron tras su muerte y en el segundo acto una joven compositora intenta comprender qué sucedió con la dramaturga. “Nunca pensé en ella como una heroína”, dice esta música, directora artística desde 2019 del Festival AvanGarten Liedberg, docente en Alemania y obsesionada con divulgar la música contemporánea.

Coproducida por el Gran Teatre del Liceu y el Teatro de La Maestranza y con la colaboración del Teatro Real y los Teatros del Canal, Oriol Aguilà, director de Peralada, ha subrayado que esta apuesta confirma que el festival se reivindica como operístico. “Hemos visto el momentum de como nace una ópera y es un buen ejemplo de que está viva”, explica durante la presentación del proyecto acompañado del equipo que lleva tres semanas ensayando la obra en el teatro Poliorama, en Barcelona. El equipo lo conforman, entre otros, el libretista Alberto Iglesias, la directora de escena, Bárbara Lluch, Jhoanna Sierralta, directora musical, los músicos del Cosmos Quartet y la pareja de cantantes David Oller (Don Juan) y Natalia Labourdette (la condesa).

De izquierda a derecha, Alberto Iglesias, Bárbara Lluch, Helena Cánovas, Jhoanna Sierralta y Oriol Aguilà. / MIGUEL GONZÁLEZ

“Es la criatura de Helena y la hemos mimado entre todos. Ha sido un viaje maravilloso”, afirma el libretista, que diserta sobre la “operación rescate” de la marquesa a la que ha definido como “luchadora y feminista”. “No pretende ser una ópera documental: es una ficción sobre una posibilidad y sobre esas voces silenciadas. Quizá había interés en que no se hablara de ella. Es una de las muchas mujeres que merecerían tener más de luz”, señala. En la misma línea, Lluch ha abundado que la obra es de Helena, pero, dice, “la hemos ido vistiendo entre todos”. La escenógrafa, que repuso esta temporada Turandot en el Liceu, se ha preguntado cuántas mujeres, escritoras o pintoras, han sido olvidadas por el hecho de serlo. “Es una historia sobre la condes, pero lo es sobre todas las mujeres borradas y todos los don Juan que las borraron. Esta sí que es una obra feminista”, apunta deslizando que en la escenografía abundan el blanco y el negro e insinuando que se juega con una tiza como símbolo para borrar a la protagonista.

Pocas veces ocurre, además, que tres mujeres, Cánovas, Lluch y Sierralta, estén al frente de una ópera. Y pocas veces, también, se asoma una nueva producción con el compositor o la compositora vivos. La directora musical también se enfrenta por primera vez a una dirección de este estilo. “La verdad es que ella lo tiene muy claro. Y es una responsabilidad asimilar lo que quiere hacer no solo con las palabras, sino con los brazos”, afirma esta directora surgida del sistema de orquestas de Venezuela y cuyo sueño, después de haber tocado en las salas más importantes del mundo, es acercar la música a quien no ha podido nunca escuchar a un instrumentista en directo. Al cuarteto de cuerda Cosmos, se le añade la saxofonista Helena Otero. “Estoy agradecida de que haya pensado en el saxo porque no es tan común y que reivindique figuras olvidadas. Ha habido muchas y tienen una capa de polvo tremenda”.

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