Dudamel regala a Barcelona un concierto de película en la arena

Miles de personas acuden a la playa de Sant Sebastià para escuchar a la Orquesta y al Coro del Liceu interpretar la música de Williams

Un momento del concierto dirigido este viernes por Gustavo Dudamel en la playa de Sant Sebastià en Barcelona. QUIQUE GARCÍA (Efe)

Un enorme “Ohhhh” se elevó desde la arena de la playa de San Sebastià cuando empezaron a sonar las primeras notas de la celebérrima banda sonora de la película Harry Potter y la piedra filosofal. A la partitura del niño mago le precedió la inquietante de Tiburón -asociada para siempre jamás al escualo- o la de Superman. Miles de personas se amontonaron literalmente este viernes sobre la arena en Barcelona, y en el paseo para escuchar el concierto de la Orquesta Simfònica y del Coro del Liceu bajo la dirección de Gustavo Dudamel. El músico venezolano, director de la Filarmónica de Los Ángeles, escogió dedicar un monográfico a su amigo y compositor John Williams de quien dijo que todos asociamos sus melodías a algún momento de nuestras vidas.

Con una poderosa capacidad de convocatoria, Dudamel logró que la playa se quedara pequeña -era difícil dar con un palmo de arena libre- y que la “pequeña locura” que planteó de unir Barcelona, playa y Williams funcionara como la seda. “Willians tiene 91 años y es la persona que más veces ha sido nominada, 52 y ha recibido cinco Óscars. La música que ha escrito es histórica y vamos a hacer un viaje maravilloso de aventuras, magia, terror y optimismo”, afirmó justo antes de arrancar la actuación. El concierto, con una decena de temas, no olvidó a ET, a Encuentros en la Tercera Fase, Jurassic Park o La Guerra de las Galaxias. La guinda la pusieron dos solistas: el chelista Pablo Ferrández, que tocó Memorias de una geisha y la violinista María Dueñas que interpretó La lista de Shindler.

La iniciativa musical, que ya empieza a ser una tradición, se inscribe en el programa Concerts a la platja que las tres grandes instituciones musicales de la ciudad -Liceu, Palau de la Música y Auditori- impulsan cada año con el Ayuntamiento de Barcelona y la Fundació La Caixa con dos conciertos en dos días consecutivos. La apuesta este año se ha inscrito en el programa cultural de la Copa del América y la inversión ha sido mayor. Una enorme bóveda gigante, situada a los pies del hotel Vela, sobre un escenario de 400 metros cuadrados, protegió a los músicos y a los instrumentos. Varias pantallas dispuestas a lo largo del paseo replicaron el concierto. Armados con toallas, pareos, tuppers y refrescos, los asistentes, barceloneses y también muchos turistas, se sentaron en la arena para escuchar a la orquesta.

Vista aérea tpomada por un drone de la playa de Sant Sebastia, este viernes, durante el concierto. / LICEU

Asiduo de Barcelona, Dudamel ha actuado este año varias veces en Barcelona y acaba de llevar al Liceu su particular Fidelio interpretado también con actores sordomudos para acercar la música de Beethoven, que padecía sordera, a quien no puede oir. El director escribió hace semanas una carta abierta de agradecimiento a la ciudad y este jueves el alcalde Jaume Collboni le dio el título honorífico que le considera amigo de Barcelona. ”Ya lo era, pero ahora soy oficialmente amigo”, bromeó durante el concierto en el que no paró de intervenir (“Voy a creer en extaterrestres si son de tiernos como el de ET”) y de dirigirse al público. Ha sido un infinito placer. Nunca había podido dirigir esta música. Y ahora para concluir: La guerra de las galaxias”, afirmó para salir inmediatamente después varios personajes de la saga sobre el escenario jugando con sus espadas. El concierto se acababa y empezaron a elevarse los móviles para hacer videos y fotos. La noche acabó con humor y tal como empezó: con la música de Superman y un violinista de la orquesta jugando a emular al superhéroe. El concierto fue retransmitido por Betevé y por el Canal 33.

30.000 personas acudieron el jueves a escuchar el concierto de la OBC también en el mismo escenario

La respuesta de la ciudadanía fue masiva como lo fue el jueves cuando la Orquesta Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya ofreció el primer concierto que arrancó cuando todavía la gente se bañaba en la playa o hacía pádel surf. Indiferentes, diversos gimnastas siguieron haciendo sus acrobacias y piruetas en las barras sobre la arena, a un palmo del escenario, hasta que la Guardia Urbana les ordenó parar. El viernes, la zona ya estaba cerrada. Bajo la batuta del francés Ludovic Morlot, director de la OBC, 2000 artistas, entre músicos y cantantes, interpretaron un extenso repertorio inspirado en los himnos olímpicos. El concierto arrancó con el Himno de la coronación, de Georg Friedrich Händel y siguió con varios temas del Carmina Burana, de Carl Orff. El conductor apareció en el escenario para anunciar que la apertura de El holandés errante, de Wagner, estaba dedicado a la Barceloneta y que el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía de Ludwig Van Beethoven era un homenaje a la fraternidad.

Junto a la mezzo soprano Rinat Shaham y el barítono Josep Ramon Olivé, el tenor Freddie De Tommaso y la soprano Serena Sáenz, habituales del Liceu, participaron en ese cuarto movimiento. Luego volvieron a cantar arias de La Traviata y de Turandot. El concierto culminó con la interpretación de la canción Barcelona, compuesta por Freddie Mercury para Montserrat Caballé con motivo de los Juegos y que fue cantada por Sáenz y Arnau Tordera, vocalista del grupo Obseses y autor de la ópera La Gata perduda.

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