Mortadelo en la Cúpula del trueno y otras viñetas del Salón del Cómic de Barcelona

La gran feria del tebeo despliega su magia en la Fira de Montjuïc entre exposiciones, firmas, charlas y mucho ‘cosplay’

La exposición dedicada al gran Francisco Ibáñez es uno de los platos fuertes de Comic Barcelona.Enric Fontcuberta (EFE)

Ya va a todo trapo el Salón del Cómic de Barcelona (Comic Barcelona 42), la gran fiesta del tebeo —un centenar de invitados, más de 200 expositores, 52.000 metros cuadrados— que se celebra en la Fira de Montjuïc desde el viernes hasta el domingo. Y ya está dejando imágenes inolvidables como la de ver a un visitante disfrazado de Mortadelo (We don’t need another hero, desde luego) metido en la Cúpula del trueno, la reproducción voluntariosa de la famosa estructura para peleas a muerte que preside la exposición sobre Mad Max y de la que cuelga un oxidado cartel que reza “...

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Ya va a todo trapo el Salón del Cómic de Barcelona (Comic Barcelona 42), la gran fiesta del tebeo —un centenar de invitados, más de 200 expositores, 52.000 metros cuadrados— que se celebra en la Fira de Montjuïc desde el viernes hasta el domingo. Y ya está dejando imágenes inolvidables como la de ver a un visitante disfrazado de Mortadelo (We don’t need another hero, desde luego) metido en la Cúpula del trueno, la reproducción voluntariosa de la famosa estructura para peleas a muerte que preside la exposición sobre Mad Max y de la que cuelga un oxidado cartel que reza “High Fatality Road, deaths this year: 57″. Cels Piñol, que apadrina la expo, descrita como un “viaje al corazón del mito”, recuerda que ¡hay coches de Mad Max para Scalextrix! ¡Quiero ya mi Ford Falcon V8! Otra imagen: una joven caracterizada como Cat Woman pasando ante el muñeco a tamaño natural de John Blacksad, el detective gato de Canales y Garrido (que están firmando en la feria), y que parece guiñarle un ojo a la chica felina, aunque es que el investigador gatuno lo tiene a la funerala de un golpe. Mucho cosplay, como se ve. Puedes estar mirando álbumes de Astérix (en la caseta de Anaya han montado un fuerte romano) y notar un tintineo al lado: es un galo que lleva la espada al cinto y golpea sin querer con ella la mesa de novedades. En la zona consagrada a los cosplayers, con vestuarios, puestos en que te lo venden todo para disfrazarte (en Hephastus Cospley Forge entras como Joan y sales como Wonderous Joan, por ejemplo), e incluso una caseta de “Cosplay Help”, el salón advierte en varios carteles que “Cosplay is not consent” y que si quieres fotografiar a alguien disfrazado has de preguntarle primero, pedirle permiso y “respetar su derecho a decir que no”. También que “no toques ni abraces sin permiso”.

La exposición sobre Ibáñez (adonde sin duda se dirigía Mortadelo antes de caer en las garras de la Aunty Entity, Tía Ama, de Tina Turner, que acaso lo habrá confundido por ir de negro con Mad Max/ Mel Gibson), es muy emocionante y en una pantalla registra las repetidas visitas, cada año, del desaparecido y querido dibujante al Salón. Ante las imágenes del autor en la edición de 2002, un hombre maduro se emociona y exclama: “¡Mira, es cuando me firmó a mí!”. “Cuando ves tanta gente esperándote te asustas”, está diciendo Ibáñez en la pantalla, “pero la verdad es que agradeces el contacto”, algo que firmarían (y valga la palabra) muchos de los autores presentes hoy en el Salón. Entre el material que se exhibe en la exposición, además de recuperar la muestra de 2016 en la que 86 autores recrearon el mundo y los personajes de Ibáñez por sus 80 años, figura el cartel del 34 º salón creado por él (una broma sobre salón y el saloon del western) y el único dibujo que hizo acerca de la epidemia de covid (“patada en el trasero contra el virus puñetero”).

Una niña en la exposición de Tomás Hijo en el Salón del Cómic. EFE/Enric Fontcuberta. Enric Fontcuberta (EFE)

Por una de esas casualidades estupendas que se producen siempre en la feria, junto a otra de las exposiciones, la dedicada a las brujas (Aquelarre ilustrado, con 30 autoras que “rinden pleitesía a una representación esencial en la ficción”), estaba el viernes nada menos que Tanino Liberatore dando una charla que se centro mucho en su amoral cyborg RanXerox. Recordó con nostalgia a su camarada Stefano Tamburini y los años setenta, “en los que había algo de esperanza”. Dijo que “cuando dibujábamos a RanXerox creíamos que las cosas podían cambiar, pero hoy ya está claro que no, no existenpaíses, ni Gobiernos, ni política, sólo una élite que manda; es grave, sí”. Mientras lo escuchaba una joven disfrazada de la Hiedra venenosa de Batman, explicó que quién más le ha influido es Miguel Ángel, “que también distorsionaba y deformaba el cuerpo humano para mostrarlo como quería”. Con respecto al sexo y la violencia del mundo de su RanXerox, reflexionó que el ser humano real es mucho peor.

Al preguntarle este enviado especial a las viñetas si no tuvieron lío con la empresa de fotocopiadoras de la que tomaron el nombre de su personaje, inicialmente Rank Xerox, respondió: “Oh, sí, nos envió una carta un abogado, Stefano le contestó de manera muy RanXerox y no hubo consecuencias, cambamos un poco el nombre y lo seguimos como Ranx”. Más peliagudo es el tema de Lubna, la novia de 12 años de RanXerox… “Hoy no se podría crear un personaje así, ha cambiado mucho la sensibilidad de la sociedad y hay otra actitud. Lo curioso es que me han criticado mucho por la violencia pero casi nadie ha mencionado la palabra pedofilia. Cuando creamos el personaje estaba lejo de cualquier espíritu malsano. Ahora la sociedad es muy malpensada. En realidad el personaje malo de RanXerox es ella, que es malísima!”.

Muchas fotos hoy sábado, Día Mundial de Star Wars, con las tropas de asalto imperiales en un Salón en el que el universo de George Lucas está muy presente. El casco del mandaloriano sale por 132 euros, un entrañable Grogu animado por 80 y un rutilante sable de luz por la friolera de 240 euros (claro que si te sirve para partir en dos a Darth Maul el precio lo vale). El Salón reivindica también la fantasía dungeon & dragons style y en la caseta del juego Heroquest puedes sentarte a preparar tu aventura en una taberna clásica del género donde solo falta Thulsa Doom sirviendo copas.

Un aspecto del Salón del Comic de Barcelona.. EFE/Enric Fontcuberta. Enric Fontcuberta (EFE)

Cómic para todos los gustos por todas partes. Desde los biopic en viñetas de Camus, Rimbaud o Jack London a los monstruos de Tenemos demonios de Scott Snyder y Greg Capullo (sic), pasando por la novela gráfica de Dune o sus expansiones. Colas en la caseta de Astiberri para la firma de Javi de Castro de su exitoso Cosmo en el espacio. En la de Penguin grandes pilas de los álbumes de la premiada Satrapi. Un momento conmovedor: Gerardo Balsa dedicando un ejemplar de su serie La sombra del cóndor (y dibujándo un piloto) al representante de la Asociación de Aviadores de la República (Adar), Antonio Valldeperes.

En la caseta de Norma, con la indispensable Josefina marcando el ritmo como el cómitre de la galera de Ben-Hur, firmaban ante largas colas algunas de las estrellas de la feria, como Miguelanxo Prado, con la edición integral de Presas fáciles, el tándem de las elegantes Sana Takeda y Marjorie Liu, con la nueva entrega de su serie de fantasía y horror sobrenatural Monstress o George Bess y Pia Bess con su versión de El jorobado de Notre Dame de Victor Hugo. A destacar de George Bess su Drácula, en el que las tres “novias” del conde se multiplican exponencialmente para extasiado pasmo de Jonathan Harker (¡quién pillara una vampira dedicada!).

Este enviado especial se ha llevado, entre otras cosas, el VI álbum de la estupenda serie Las águilas de Roma, de Marini, que está firmando estos días, también con Norma; una biografía dibujada de Lovecraft publicada por Oberon, la aventura bélica con submarinos El último secreto de Hitler, de Mariolle y Piacentini (Hachette Graphic), y la sensacional edición de La sombra sobre Insmouth del mismo Lovecraft ilustrada por Tomás Hijo (Minotauro). A Tomás Hijo (Tomás Sánchez, el nombre artístico proviene de sus amigos que lo llamaban así para distinguirlo de su padre) le consagra el Salón una exposición (Gráfica fantástica) en la que se pueden admirar sus extraordinarias ilustraciones de la obra de Tolkien —¡qué maravilla la persecución de Frodo por los 9 Nazgûl a caballo!— , los originales de su tarot de El Señor de los Anillos o el dedicado a su admirador Guillermo del Toro (nada menos). Conversando mientras me dedica La sombra sobre Insmouth con el dibujo de un simpático pariente batracio de los Marsh y la frase “para Jacinto, desde el abismo”, hablamos de la influencia en sus obras de las imágenes de los cuentos de hadas y el flolklore eslavo, y de lo que le gusta Lovecraft (la sombra es su historia favorita, claro), al que descubrió a los 13 años en la seminal edición de Alianza y Llopis de Los mitos de Cthulhu. También de lo fina que tienen la piel algunos fans de Tolkien. A él, que es miembro de la Tolkien Society y ganador de su Best Award en 2015, un tipo le saltó al cuello por representar a Boromir con barba, argumentando que en puridad canónica un dúneadin no debería tenerla. Lo que hay que ver, y dibujar.

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