José Antonio Sorolla, el periodista fiable

Fue un profesional que convirtió en esencial en el proceso de producción en los periódicos en los que trabajó, por su preocupación por el rigor, la exactitud, la veracidad y la mesura

El periodista José Antonio Sorolla.

José Antonio Sorolla se puede haber ido tranquilo porque ha dejado una extensa legión de beneficiarios. Muchísimos lectores, pero también un buen número de periodistas que vieron mejorados sus textos, limpios de excesos, erratas o imprecisiones gracias a su labor con ejemplar discreción. Un periodista que se fue convirtiendo en esencial en el proceso de producción en los periódicos en los que trabajó, por su preocupación por el rigor, la exactitud, la veracidad y la mesura. En esencia, el hombre generoso pero exigente...

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José Antonio Sorolla se puede haber ido tranquilo porque ha dejado una extensa legión de beneficiarios. Muchísimos lectores, pero también un buen número de periodistas que vieron mejorados sus textos, limpios de excesos, erratas o imprecisiones gracias a su labor con ejemplar discreción. Un periodista que se fue convirtiendo en esencial en el proceso de producción en los periódicos en los que trabajó, por su preocupación por el rigor, la exactitud, la veracidad y la mesura. En esencia, el hombre generoso pero exigente que garantizaba la fiabilidad del diario. Todo ello con el talante de un intelectual muy consciente del relevante papel que debía desempeñar la prensa en los años de formación de nuestra democracia.

Sorolla ha sido el auténtico referente del redactor jefe, el empleo que ejerció durante más años, que al frente de la sala de redacción transmitía sosiego a los redactores en los momentos frenéticos del cierre y seguridad a los directores. Una manera de ser y trabajar por la que ha sido siempre muy respetado y querido por sus compañeros en todas las redacciones que ha trabajado. Como recordaba esta mañana con dolor el exdirector de EL PAÍS, Joaquín Estefanía, “se ha ido uno de los nuestros”.

José Antonio Sorolla, nacido en La Fresneda (Teruel), en 1950, pudo desempeñar este papel de garante de la solvencia de los diarios porque contaba una sólida formación, de la que nunca presumió, y muchos años de rodaje en las redacciones. Se había licenciado en Filosofía y Letras y en Ciencias de la Información en la Universidad Autónoma de Barcelona, facultad de la que también fue profesor de Redacción Periodística.

Inició su actividad periodística en 1974 el Diario de Barcelona, pero el acontecimiento que sin duda marcó su vida fue haber sido un miembro del equipo fundacional de El Periódico de Catalunya en 1978 con Antonio Franco, como director y en el que participaron también Miguel Ángel Bastenier, y Carlos Pérez de Rozas, que lamentablemente ya no están entre nosotros. Sorolla ha destacado muchas veces lo impactante que fue para él esta experiencia fundacional bajo la batuta de Antonio Franco, al que definió como “un inventor de periódicos”. Y lo estimulante que fue participar en la creación de un diario tan novedoso que calificó de “popular, híbrido, mezcla de periodismo serio y riguroso y de imagen visual de impacto”. Un periódico que tuvo el mérito de crear nuevos lectores. En aquel clima de entusiasmo de la nueva empresa, Sorolla fue un hombre leal con sus compañeros, convencido del valor de los equipos profesionales, que siempre consideró fundamentales en el oficio. En 1982, acompañó a Franco a EL PAÍS y 1990 volvió a El Periódico de Catalunya como director adjunto, cargo que ocupó durante casi dos décadas.

En 1988 cumplió uno de sus sueños profesionales cuando fue nombrado corresponsal de El País en París donde escribió crónicas modélicas para las que se había estado preparando durante muchos años. Había seguido a diario la prensa internacional y visitado numerosos diarios y revistas de Estados Unidos como Washington Post, Chicago Tribune, San Francisco Examiner y New York Times y las Facultades de Periodismo de Chicago, Berkeley y Columbia. En Francia pudo poner en práctica su pasión por la información internacional que le había contagiado uno de sus primeros maestros Miguel Ángel Bastenier.

En los años de la Transición dejó constancia de su compromiso e inquietudes democráticas en varios libros como La agonía de la Universidad franquista (Laia), del Equipo Límite, junto a Georgina Cisquella, José Luis Erviti, Maite Goicoechea, José L. Gómez Mompart y en La represión cultural en el franquismo (Anagrama) con Georgina Cisquella y José Luis Erviti. En 2020 escribió con Alejandro Tercero, Así se escribe en digital, (Crónicas).

Una maligna enfermedad le atrapó el año pasado y su vida acabó de manera inesperada la madrugada del 15 de abril. Seguía animado con encuentros periódicos con sus compañeros y escribiendo en revistas como Política y Prosa donde realizaba la sección Paraula de … y en Crónica Global. Siguiendo la estela de sus maestros ha escrito hasta el final. Su último artículo en Crónica Global es del pasado 27 de marzo. José Antonio ha vivido para lo que quería: su mujer, sus dos hijos y el periodismo.

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