Un banco en pro de la ciencia
“Caixa Research Institute” juntará a 300 investigadores dedicados a descifrar nuestro sistema inmunológico
A partir de 2025, “Caixa Research Institute” juntará a 300 investigadores dedicados a descifrar nuestro sistema inmunológico en unos edificios actualmente en construcción, al otro lado del Museo de la Ciencia de CosmoCaixa, en Barcelona. Arrancar esta iniciativa costará 62 millones de euros. Paga la Fundación La Caixa, primera accionista de CaixaBank que refuerza así sinergias con otros cuatro institutos propio...
A partir de 2025, “Caixa Research Institute” juntará a 300 investigadores dedicados a descifrar nuestro sistema inmunológico en unos edificios actualmente en construcción, al otro lado del Museo de la Ciencia de CosmoCaixa, en Barcelona. Arrancar esta iniciativa costará 62 millones de euros. Paga la Fundación La Caixa, primera accionista de CaixaBank que refuerza así sinergias con otros cuatro institutos propios dedicados al SIDA, la oncología, el cerebro humano o la salud global.
Sin embargo, la mayor parte de los 538 millones de euros del presupuesto de 2023 de la Fundación (320 millones) se asignaron a programas de transformación social; 112 a la red de CaixaForum; 44 a educación y becas; y los 62 citados, a investigación. Este 2024, el presupuesto rondará los 600 millones de euros.
Durante bastantes años de mi carrera académica de medio siglo, seguí de cerca los programas de educación y becas de la Fundación: hasta hoy ha habido más de 5.500 becarios Caixa, quienes han contribuido a cambiar nuestro país, como pocos otros grupos de profesionales de talento probado han conseguido. Y han sido una de las primeras grandes alternativas de acceso a profesiones de excelencia a las cuales, en España, se llegaba tradicionalmente por oposición. Son 100 becas anuales para realizar un máster, un doctorado o una investigación predoctoral en centros extranjeros durante dos años. También hay 50 becas de grado para centros universitarios públicos españoles.
La idea de una fundación privada como base de la política científica tiene raigambre en Europa, donde el modelo de referencia es la “Alexander von Humboldt-Stiftung” alemana, creada en 1953 para regenerar la ciencia y la cultura de un país devastado por el nazismo y la guerra. En España, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas fue constituido, en noviembre de 1939, tras la Guerra Civil, para conseguir “una ciencia católica”, bajo la égida de José Ibáñez Martín (1896-1969), miembro de la Asociación Católica de Propagandistas. Luego el Consejo dio muchas vueltas, primero a menos mal y enseguida a mejor, pero siempre conservó su perfil de organismo público.
En los Estados Unidos de América, la noción de un organismo de características similares a la Fundación La Caixa, esto es, de la fundación de un banco que desarrolla sus propios institutos de investigación superior al margen de las universidades resulta punto menos que inexplicable A mis colegas estadounidenses que me preguntan por ello, lo más que llego a responder es que ellos tienen universidades de investigación, además de las docentes, pero que nuestras universidades públicas son peronistas: los sistemas de designación de nuestros rectores, por ejemplo y según la reciente Ley Orgánica del Sistema Universitario de 2023, son de “elección directa por sufragio universal ponderado de todos los miembros de la comunidad universitaria” (art. 51.2). A los norteamericanos, el que el cargo principal de un servicio público sea elegido por los trabajadores y usuarios del servicio mismo, en lugar de por un órgano ad hoc o por el consejo social, les resulta incomprensible. Suerte que tenemos fundaciones.
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