Dice el artista Daniel Steegman Mangrané (Barcelona, 1977) que Occidente lleva “casi cuatrocientos años confiando en un sistema equivocado”. Que lo de funcionar a través de oposiciones, como separar la naturaleza de la cultura o la mente del cuerpo, nos ha arrastrado a una relación errónea con nuestro entorno.

“Si hemos llegado a esta crisis ecológica es por haber aplicado esta lógica extractivista y jerárquica. Frente a esto, el arte tiene un papel esencial por un mundo interdependiente e interrelacional”, contó el martes en el Macba al presentar ...

Dice el artista Daniel Steegman Mangrané (Barcelona, 1977) que Occidente lleva “casi cuatrocientos años confiando en un sistema equivocado”. Que lo de funcionar a través de oposiciones, como separar la naturaleza de la cultura o la mente del cuerpo, nos ha arrastrado a una relación errónea con nuestro entorno.

“Si hemos llegado a esta crisis ecológica es por haber aplicado esta lógica extractivista y jerárquica. Frente a esto, el arte tiene un papel esencial por un mundo interdependiente e interrelacional”, contó el martes en el Macba al presentar Una hoja en lugar del ojo, su primera retrospectiva y la exposición más amplia de su carrera tras instalarse en Rio de Janeiro (Brasil) y haber expuesto individualmente en la Kunstalle Münster (2020), el Hangar Bicocca de Milán (2019), participar en exposiciones colectivas del MoMA (2023), en las bienales y trienales de Berlín o Nueva York o tener obras en la colección de la Tate Modern, entre otras muestras y colecciones.

La selva como ser vivo

Partiendo de la selva tropical como un ser vivo que materializa las urgencias a las que se enfrenta el mundo contemporáneo, Steegman Magranné recoge 25 años de carrera de una obra que hace dialogar a la ecología con la política y las urgencias sociales. La exposición orbita sobre esa jungla que le obsesionaba desde niño, cuando se imaginaba más como biólogo que como artista (idea que abandonó a los 15 años, cuando empezó a pintar) y el motivo por el que migró a Brasil con 23 años (“iba para una investigación de tres meses sobre el Amazonas y al final me quedé 20 años”).

A través de fotografías, esculturas, instalaciones, acuarelas u hologramas, el artista coloca al visitante en una experiencia multisensorial, apoyándose en textos de poetas como Stella do Patrocino, que escribió sobre la voluntad de fundirse con su entorno y reflexionó sobre las limitaciones de su cuerpo, antes de morir en un hospital psiquiátrico diagnosticada de esquizofrenia.

La selva se visualiza en La pensée ferale (2020), una serie de siete fotografías tomadas en el Parque Nacional de Tijuca, una de las junglas más amenazadas del mundo, con textos de la filósofa Juliana Fausto sobre los animales ferales, aquellos que no se han domesticado ni tienen vínculo con el ser humano. También se experimenta en 16 mm (2007-2011), una película inmersiva que se adentra en los bosques tropicales del suroeste de Brasil en un plano secuencia para escuchar la vegetación y el ecosistema que los rodean. La interdependencia de naturaleza y pensamiento se hace explícita en A transparent Leaf Instead of the Mouth: la obra se presenta en un pabellón de cristal que contiene en su interior fauna exótica —con fásmidos o insectos palos a insectos hoja— que se camufla entre vegetación autóctona y que hará afinar la mirada al visitante para poder detectar y reconocer a esos seres entre las ramas y la flora de la obra.

Mirada multiespecie

Tras la presentación de la directora del Macba, Elvira Dyangani Ose, que ha defendido “la mirada multiespecie y sin jerarquías” del artista, o de la comisaria de la muestra y jefa de exposiciones del Macba, Huawei Chu, que ha resaltado “la posición no antropocéntrica” de la obra; Steegman Magranné ha apostado por acabar de una vez por todas con la concepción del museo como un cubo blanco, neutro y aislado del mundo. “Tenemos que romper con la autonomía del arte, no hay división entre la relación interior y exterior con el museo”, ha defendido. Su objetivo no es la exposición en sí misma, sino lo que se quede sobrevolando por nuestra cabeza después: “Lo interesante es lo que pasa cuando salimos del museo, cómo se transforma nuestra realidad y cómo el arte reconfigura nuestra relación con el mundo”, ha dicho.

Esa intención de vincular el interior con el exterior del espacio expositivo se plasma en Breathing Lines (2020/2023). En esta obra compuesta por siete filamentos de luz que reaccionan a lo que les rodea, la intensidad de su luz no solo cambiará en los sonidos de una flauta de una pieza de audio que hace referencia a la extracción del petróleo (Quebreira), sino en función de las condiciones meteorológicas del exterior, como la temperatura y la humedad. O Paisaje de posibilidades (2016/2023) una instalación que baña de azul la estancia por la reflexión de los rayos de sol sobre un césped artificial de ese color y cuya intensidad cambia a lo largo del día, según la luz que percibe desde las cristaleras del techo del Macba. “Esa es la magia de las piezas: tienen la capacidad de crear otro organismo y diálogo entre ellas. Nunca serán las mismas y la experiencia será totalmente diferente si vienes de día o cuando anochezca”, ha explicado el también comisario y conservador jefe exposiciones temporales del Museum Contemporary Art Kiasma, en Helsinki, Joao Laia.

“Quiero dar pasos hacia un paradigma cultural que reconozca este panorama de interdependencias”, ha dicho el artista, justo antes de explicar el porqué de ese Una hoja en el lugar del ojo como título de la exposición: “La mirada transforma la realidad, pero también la realidad está transformando nuestra mirada. La hoja también hace al ojo que la mira”.

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