La manifestación de la Diada pierde fuerza en la calle en plena negociación de la investidura
La ANC llama a bloquear la elección de Sánchez si no hay independencia en la marcha menos masiva de los últimos años, con 115.000 personas, según la Guardia Urbana
La delicada situación por la que pasa el independentismo catalán se ha visto reflejada este lunes en la manifestación con motivo de la Diada, que desde 2012 organizan la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural. Aunque la ANC quería convertir la movilización en un clamor contra la opción pactista de Junts per Catalunya y Esquerra, de cara a una posible investidura de Pedro Sánchez, la movilización ciudadana ha terminado mezclando div...
La delicada situación por la que pasa el independentismo catalán se ha visto reflejada este lunes en la manifestación con motivo de la Diada, que desde 2012 organizan la Assemblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural. Aunque la ANC quería convertir la movilización en un clamor contra la opción pactista de Junts per Catalunya y Esquerra, de cara a una posible investidura de Pedro Sánchez, la movilización ciudadana ha terminado mezclando diversos mensajes como los que son favorables a la amnistía, pero también ha certificado el divorcio de los partidos políticos. Según los datos de la Guardia Urbana, es el peor registro de participación (115.000 personas) a excepción de los años de la pandemia. Con todo, los organizadores han logrado mantener la llama de la movilización tras más de 10 años de procés.
“Aquí estamos para que le quede claro al Estado que nada se ha acabado y no se acabará hasta que tengamos la independencia de Cataluña”, ha dicho la presidenta de la ANC, Dolors Feliu, en su discurso. La líder de la entidad ha seguido siendo muy crítica con las conversaciones entre los independentistas, el PSOE y Sumar de cara a investir a Sánchez y ha dicho que “solo es asumible una negociación [con el Gobierno] desde una posición independentista si hay un reconocimiento explícito del 1-O”. La celebración del referéndum o dar validez a ese referéndum ilegal es una línea roja del Gobierno. “Independencia o bloqueo de cualquier pacto”, ha asegurado Feliu en un momento en el que las negociaciones entre las formaciones independentistas y el PSOE han puesto en primer plano la negociación de la amnistía de los encausados o condenados por el procés y han dejado el referéndum en un segundo plano.
Feliu ha pedido a los políticos independentistas que sean “coherentes” con lo que considera el clamor por la independencia. “Y que si no saben hacerlo, si no son capaces, que convoquen elecciones”, ha dicho, entre algunos gritos de “Govern dimisión”. La presidenta de la ANC ha recordado que sigue vivo su proyecto de una lista cívica [al margen de los partidos tradicionales] al Parlament que lleve ”gente decidida a hacer la independencia”.
El lema de la movilización de este año era precisamente “Via fora” y la manifestación ha terminado en la plaza de España, que no se ha visto completamente llena, si bien había miles de personas en las calles aledañas. Hasta esa plaza han llegado cuatro columnas: la de Libertad, que ha salido de Ciutat de la Justícia en L’Hospitalet de Llobregat; la de Lengua, desde la Escola Proa; la de Sobirania, que ha arrancado de la sede de la Agencia Tributaria de plaza Letamendi, y la de País, que lo ha hecho desde la Estació de Sants.
Los partidos han marchado divididos en una manifestación a la que, según la Guardia Urbana, asistieron 115.000 personas. Los organizadores cuantificaron unos 800.000. Se repite así la distancia abismal que siempre ha marcado estos cálculos. Si se observa la evolución desde 2012, sería la manifestación con la asistencia más baja, exceptuando los dos años afectados por las restricciones de la pandemia (2020 y 2021). El máximo histórico, según la policía de Barcelona, fue en 2014, con 1,8 millones de personas en la calle. En 2014, la Delegación del Gobierno (que ya no hace su cálculo) elevó a 500.000 los participantes.
Mientras que ERC optó por vincularse a la columna de la Lengua, Junts y la CUP han optado por la de Soberanía. El público, muy transversal, ha gritado diferentes consignas en los cuatro recorridos, criticando la “criminalización” del movimiento independentista, pidiendo la secesión y en algún caso pidiendo la dimisión del Ejecutivo de Pere Aragonès, aunque sin la intensidad de hace un año. De hecho, el president abandonó la marcha, como estaba previsto, antes de llegar a la plaza en medio de algunos gritos que le increpaban y con la respuesta de altos cargos de ERC que respondían clamando por la independencia.
“Volvemos a estar aquí, como siempre, tozudos y con más motivos que nunca”, ha afirmado Lluís Llach, miembro del Consell de la República que dirige Carles Puigdemont desde Bruselas. Llach ha admitido la pérdida de movilización del independentismo: “Conocemos mejor nuestros defectos y déficits. No nos ha de hacer falta miedo ponernos ante el espejo”, ha señalado desde el escenario de la plaza de España, en el que ha marcado como norte el resultado del 1-O, el referéndum ilegal de 2017
“La transversalidad es que nos toca. Hemos conjurado para cohesionar a un movimiento que es plural y que tiene como objetivo asumir la independencia. La única cosa que puede dar miedo al Estado es la cohesión del independentismo”, ha dicho por su parte el presidente de Òmnium Cultural, Xavier Antich.
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