Retos de presente y de futuro de la dependencia en Cataluña

Las residencias son la mejor opción cuando existe un gran pérdida de la autonomía, pero hoy en día tienen muchos problemas para encontrar profesionales

Residencia de ancianos en Palamós (Girona).Adrian Salido Zarco (GTRES)

A principios de julio sucedió algo importante en las residencias de mayores: se eliminó la obligatoriedad de llevar la mascarilla después de tres años de restricciones. Imagínese que usted es una persona dependiente, con escasa movilidad, quizá con demencia, y que al fin puede reconocer a sus seres queridos, a hermanos, hijos, nietos, y a los profesionales que cuidan de su bienestar. Fue un momento muy esperad...

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A principios de julio sucedió algo importante en las residencias de mayores: se eliminó la obligatoriedad de llevar la mascarilla después de tres años de restricciones. Imagínese que usted es una persona dependiente, con escasa movilidad, quizá con demencia, y que al fin puede reconocer a sus seres queridos, a hermanos, hijos, nietos, y a los profesionales que cuidan de su bienestar. Fue un momento muy esperado porque al fin podían ver nuestras caras, abrazarnos sin impedimentos, socializar de un modo mucho más humano.

La mascarilla simboliza la etapa de la covid para lo bueno y para lo malo. Nos protegió del virus, pero supuso una barrera interpersonal en unos entornos necesitados de mucho afecto. Afortunadamente, esta etapa se está cerrando para dar paso a otra que tiene que ser la de la priorización de los cuidados y la constitución de un nuevo pilar del estado del bienestar: la atención a la dependencia en mayúsculas.

Nuestro sector es muy heterogéneo y atomizado, pero hay una corriente de fondo que lo unifica: una de cada dos personas dependientes tiene más de 80 años, y la tendencia irá a más por el sobre envejecimiento imparable de la sociedad. Cataluña no es ajena a esta situación y en un horizonte no muy lejano, no más allá de 15 o 20 años, un tercio de la población tendrá más de 65 años. Viviremos más tiempo, pero la pregunta es cómo vamos a vivirlo. Es probable que una parte de nuestra última etapa vital precise de una atención profesional en el ámbito de la dependencia. Todos queremos vivir en casa porque sabemos que no hay nada mejor, pero ¿qué va a pasar si esto no es posible?

Las residencias son la mejor opción cuando existe un elevado grado de dependencia, pero hoy en día tienen muchos problemas para encontrar profesionales. Los salarios deben mejorar para atraer más talento al sector, pero en un ámbito financiado en un 70% por la administración pública, no es tolerable que dos profesionales que realizan las mismas tareas tengan unas condiciones laborales distintas. Da igual que sea una residencia, un centro de dia o un centro sociosanitario. A mismo trabajo, mismo salario. Y lo digo como presidenta de la patronal más representativa de Cataluña y sé que el consejero de Drets Socials coincide con este planteamiento. La equidad en el servicio es importante porque mejora la atención a las personas.

Para acabar con esta injusticia, las tarifas de Drets Socials deben seguir incrementándose. Asimismo, el Gobierno estatal tiene que situar el gasto en dependencia en el 2% del PIB, tal y como hacen otras economías europeas que han entendido que ese futuro lejano ya es inminente.

En consecuencia, más recursos y más financiación para invertir más y mejor en todo aquello que queremos para nuestras personas mayores. Más innovación en procedimientos y en tecnología, más integración social y sanitaria para ganar en eficiencia, más atención domiciliaria y centros de día para retrasar la institucionalización y, sobre todo, para seguir apostando por una atención centrada en la persona que permita a los usuarios de las residencias seguir viviendo del modo más parecido a como han querido llevar sus vidas.

Estas son las medidas para hacer frente a un inmovilismo político y económico que está perjudicando la atención de las personas mayores con dependencia y va a perjudicar aún más a los que venimos a continuación. A usted, a mí y a muchos otros. A una generación entera, la de los baby boomers. A todo un país.

Cinta Pascual es presidenta de la Associació Catalana de Recursos Assistencials (ACRA)

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