El turismo exprime el servicio de autobuses de Barcelona: “Ninguno sube a mi barrio en condiciones”
Los sindicatos reclaman más personal y vehículos en circulación y TMB defiende que se están reforzando las líneas de playa
Barcelona ya no se vacía en agosto como antes. Lo saben especialmente aquellos vecinos que residen cerca de atracciones turísticas como el Park Güell o de las playas como las de la Barceloneta. Usuarios y asociaciones se quejan de que los buses lanzadera puestos en marcha por las obras de mejora de la línea 4 del metro son insuficientes ante el gran flujo de pasajeros en la mayoría de franjas horarias. Además, algunos sindicatos critican que en periodo estival solo se refuercen las lín...
Barcelona ya no se vacía en agosto como antes. Lo saben especialmente aquellos vecinos que residen cerca de atracciones turísticas como el Park Güell o de las playas como las de la Barceloneta. Usuarios y asociaciones se quejan de que los buses lanzadera puestos en marcha por las obras de mejora de la línea 4 del metro son insuficientes ante el gran flujo de pasajeros en la mayoría de franjas horarias. Además, algunos sindicatos critican que en periodo estival solo se refuercen las líneas eminentemente turísticas frente a las que sirven a otros barrios de la ciudad.
Julia Baldó, de 21 años y vecina de Vila Olímpica, es usuaria habitual de las líneas H16 y V21 para moverse por el centro de la ciudad pero este verano ha tenido que recurrir a la bicicleta. “No estoy cómoda en el autobus durante estos meses. El servicio ha empeorado desde las obras del tranvía y del metro. Por mucho que hayan añadido una línea de bus alternativa, no es suficiente”, remarca, poniendo el acento en que la hora punta coincide con la ida y venida de los visitantes de las playas: de entre las 10 de la mañana y la una del mediodía y entre las seis y las nueve de la noche.
Desde el Guinardó, Carme Rodríguez ha tenido incluso que recurrir al taxi en más de una ocasión para poder desplazarse. “No hay ningún bus que suba a mi barrio en condiciones”, explica. Es usuaria de líneas como la V25, la D40 y la 24 y también de la línea 114 de bus de barrio.
Estas dos últimas, lamenta, fueron “reivindicaciones de los vecinos de barrios de montaña, que perdieron muchas líneas” en el rediseño de la red ortogonal. Son muchos los ancianos que aún los necesitan para salvar las empinadas cuestas de la zona. “Es muy triste. Casi siempre pasan llenos de turistas que van a las baterías antiaéreas y al Park Güell”, se queja.
Los sindicatos mayoritarios de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) coinciden en señalar dos focos de las líneas saturadas: las de playas como la Barceloneta y las que rodean el Park Güell, destacando las V19, V27, V29 y H16 y las líneas 24, 47, 114 y 116. Desde TMB señalan que las líneas que han tenido más pasaje este julio, según sus propios datos, han sido la V19, la D20 y la H6.
El operador público de la red de autobuses y metro subraya que el H6, que presta servicio entre Zona Universitària y Fabra i Puig, tiene una “alta frecuencia y capacidad” durante todo el año, mientras que las otras dos “se están reforzando con más vehículos este verano”, 10 buses adicionales en festivos. También aclara que ajustan la oferta y la demanda de las líneas a diario, así como que no notan “un exceso de pasajeros comparado con otros veranos”.
Respecto a las líneas de playa como la V27, la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (FAVB) propone medidas como un aumento de la tasa turística y que esta repercuta en la mejora del servicio de transporte público, indica su portavoz de movilidad, Joan Maria Soler. “Todo el mundo que viene disfruta del transporte que todos financiamos en parte con nuestros impuestos. Hay que incrementar la tasa de alguna manera para que los turistas asuman el coste real del servicio que utilizan. No hay capacidad de absorber el volumen de turismo”, explica.
Líneas tensionadas
Francisco Bernal, portavoz del Consell Veïnal del Turó de la Rovira, lamenta que la V19 sea una de esas líneas “tensionadas por el turismo masivo” y sugiere contratar a agentes cívicos que controlen el pago del billete y las aglomeraciones, entre otros aspectos. Admite que los vehículos suben menos cargados a los populares búnkeres del Carmel después de su vallado, pero señala que se dan muchas escenas de incivismo.
“Los conductores no pueden estar haciendo bajar a todos hasta que paguen el billete, ni recibir insultos, etc. No es su función, no son monitores de campamento”, asegura el líder vecinal. Lamenta tener que llegar a ese extremo de “infantilizar” a los viajeros con la existencia de agentes cívicos porque “son situaciones que preferiría evitar”.
Aumentar la flota y el personal son las dos soluciones principales que proponen varios representantes sindicales de los conductores. Ante unos “horarios imposibles de realizar”, el Sindicato Independiente de Transportes (SIT) pide la renovación de los 250 chóferes de nuevo ingreso que finalizan su contrato a finales de septiembre. La Confederación General del Trabajo (CGT) calcula que serán necesarios 300 nuevos trabajadores, considerando a los que se jubilarán en el periodo 2023-2024: “Las contrataciones tienen que ser estables y no de temporada”, subrayan desde ese sindicato.
Jornadas al extremo
Los conductores de TMB aprovechan las preguntas por la saturación de algunas líneas de autobús derivada de la sobrecarga de turistas para poner sobre la mesa otras cuestiones laborales sobre la mesa y que, a su parecer, terminan perjudicando al ciudadano. Respecto al estado de la flota, el Sindicato Independiente de Transportes (SIT) alerta de que hay “más de 60 vehículos sin estrenar por falta de puestos de carga” para buses eléctricos. La Confederación General del Trabajo (CGT), además, calcula un déficit general de 250 autobuses que debería paliarse antes de 2025. Además, denuncian que muchos de los vehículos existentes están “parados en verano por falta de seguros”, priorizando los buses turísticos. “Sobre todo por las mañanas y a primera hora de la tarde hay personal, pero no buses”, indica un portavoz. “Por ejemplo, en la línea 24, de 18 turnos solo salen 13 desde hace meses”.
J. P., afiliado a la CGT, lleva 29 de sus 59 años como chófer de TMB. Denuncia una tendencia a la reducción de servicios, con horarios más ajustados que han provocado “una jornada muy estresante de principio a fin”. Un ataque de ansiedad durante el servicio de la V23 le obligó a coger una baja hace un mes. “No pude más. No me cabía gente en la parada, estaba pidiendo que esperasen para subirse y me encaré con un viajero que me increpó” recuerda.
P. cree que se han ajustado las jornadas al extremo.“Antes tenías siete minutos al final de la línea —un trayecto de una hora— para estirar las piernas, ir al baño... Ahora no dan tiempo para hacer el recorrido normal. Llegas y estás dando la salida. Ya no existen horas valle”.
TMB niega que haya vehículos parados y explica que desde el viernes pasado ya están en circulación todos los buses eléctricos, que necesitaban sus respectivos puntos de carga tras resolver un problema de suministro con los proveedores. Además, indican que no es necesaria una ampliación de la flota, sino una renovación de equipamiento para que en 2024 un 25% de sus coches sean cero emisiones. Se renovarán 164 autobuses gracias a fondos Next Generation. Actualmente hay 101 buses —eléctricos o de hidrógeno— en funcionamiento.
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