Verano y desigualdad social infantil

Mientras que unos disfrutan de una segunda residencia, otros corretean por el barrio y, a lo sumo, participan en un campus de verano durante el mes de julio

Participantes en un campamento de scouts en Extremadura.SCOUTS EXTREMADURA (SCOUTS EXTREMADURA)

La situación de vulnerabilidad social se agrava en determinadas estaciones del año. A pesar de que la afirmación parezca un sinsentido, cuando pensamos en un invierno sin calefacción constatamos la realidad que viven determinadas familias. Verano es la estación del ocio, del tiempo libre, para la mayoría de escolares. El tiempo libre, sin embargo, es uno de los momentos donde más se viven las diferencias de clase social. Mientras que unos disfrutan de una segunda residencia, del confort de la vivienda ...

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La situación de vulnerabilidad social se agrava en determinadas estaciones del año. A pesar de que la afirmación parezca un sinsentido, cuando pensamos en un invierno sin calefacción constatamos la realidad que viven determinadas familias. Verano es la estación del ocio, del tiempo libre, para la mayoría de escolares. El tiempo libre, sin embargo, es uno de los momentos donde más se viven las diferencias de clase social. Mientras que unos disfrutan de una segunda residencia, del confort de la vivienda familiar y del entorno, del viaje familiar, de las colonias o campamentos, otros corretean por el barrio y, a lo sumo, participan en un campus de verano durante el mes de julio.

A cualquier edad es el tiempo libre el momento en que más se perciben las diferencias sociales. Los adultos en horario laboral solemos estar ocupados. Los niños y niñas están escolarizados en condiciones parecidas durante el curso, pero al llegar el verano es cuando las posibilidades económicas de la familia determinan en qué podrán ocupar los hijos las vacaciones. Poder distanciarse unos días de la residencia habitual es el mayor determinante del concepto de vacaciones. Poder hacerlo con la familia y, además, participar en unas colonias o campamentos, suele ser el máximo deseo infantil, a la vez que una oportunidad de aprendizaje y de vivir oportunidades educativas extraordinarias.

La sociedad del bienestar, en nuestras ciudades, prácticamente ha universalizado para quien lo desea la oferta de casal d’estiu durante el mes de julio. Pero hasta aquí llegan los recursos públicos. Después, queda la calle y muchos riesgos mientras las familias suelen disfrutar de pocas vacaciones.

Algunas entidades procuramos ofrecer colonias de vacaciones para menores en situación de vulnerabilidad social y también campus que les garantizan desayuno y comida durante el mes de agosto. Pero, a pesar de la importancia de que estos niños y niñas puedan disfrutar de una alimentación saludable y de unos días de diversión y de desconexión, el significado de estas actividades de ocio educativo va mucho más allá. La experiencia nos demuestra que la principal aportación es la de la figura del educador o educadora que, además de dinamizar las actividades, supone un referente para los participantes, que comparten con él o ella inquietudes y sentimientos a la vez que escuchan sus criterios. La labor preventiva, a la par que educativa, del tiempo libre organizado supone, así, una aportación social de primer orden.

Josep Oriol Pujol i Humet es director general de la Fundació Pere Tarrés

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