Los pactos de Junts y ERC con el PSC desbaratan el intento de recuperar la unidad independentista

Esquerra y los neoconvergentes se acusan mutuamente de perjudicarse al acordar con los socialistas el gobierno de municipios y diputaciones

Albert Batet, jefe de filas de la bancada de Junts, este miércoles en el Parlament.DAVID ZORRAKINO - EUROPA PRESS (DAVID ZORRAKINO - EUROPA PRESS)

Ni tres semanas ha durado la voluntad de acercamiento entre las dos principales fuerzas independentistas, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Junts per Catalunya. Los pactos para hacerse con el control de ayuntamientos y diputaciones provinciales tras el 28-M han vuelto a envenenar la relación entre los dos partidos: para lograr esas plazas ambos han roto su teórico compromiso de dejar fuera de la ecuación al PSC, ganador de las elecciones municipales en la comunidad, y privilegiar gobiernos independentistas. Este miércoles, aprovechando el pleno del Parlament, las dos formaciones se han...

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Ni tres semanas ha durado la voluntad de acercamiento entre las dos principales fuerzas independentistas, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) y Junts per Catalunya. Los pactos para hacerse con el control de ayuntamientos y diputaciones provinciales tras el 28-M han vuelto a envenenar la relación entre los dos partidos: para lograr esas plazas ambos han roto su teórico compromiso de dejar fuera de la ecuación al PSC, ganador de las elecciones municipales en la comunidad, y privilegiar gobiernos independentistas. Este miércoles, aprovechando el pleno del Parlament, las dos formaciones se han echado en cara el acercamiento a los socialistas, aunque cuidándose de no hacer tambalear el avance de las negociaciones en Barcelona, donde Xavier Trias (Junts) intenta atar el apoyo de Ernest Maragall (ERC) para ser elegido alcalde. Del goteo de pactos con el PSC, que ya estaba minando el supuesto acuerdo de unidad independentista, se pasó a un gran golpe con el anuncio, el pasado martes, de que PSC y ERC gobernarían juntos en las diputaciones de Lleida y Tarragona.

El 28-M, ERC se dejó casi 300.000 votos respecto a las elecciones de 2019 y Junts, que venía de sus peores resultados históricos, enmascaró todo con el triunfo en Barcelona. La certificación de la desmovilización de las bases secesionistas llevó a que representantes de ambos partidos se reunieran en Ginebra —donde está huida desde hace cinco años la republicana Marta Rovira— para intentar pactar un marco de acción en la política de pactos y, dando imagen de unidad, evitar un nuevo fiasco en las generales de julio. De la reunión salió un compromiso implícito de priorizar los pactos municipales entre independentistas. Efectivamente, tras el acercamiento, se dio velocidad a las negociaciones en Barcelona y hubo apoyo en bloque a la investidura de Anna Erra (Junts) como presidenta del Parlament, en reemplazo de Laura Borràs.

Sin embargo, en el universo de la política local los ritmos y las sensibilidades son diferentes y la constitución de los Ayuntamientos, este sábado, lo marca todo. Desde hace días, en ERC lamentan que Junts sume sus votos a los del PSC para evitar que los republicanos gobiernen en diversos municipios. Un ejemplo de ello sería Roses (Girona). Allí, ERC y PSC empatan en escaños en la primera posición (cuatro cada uno). Les sigue Junts, con tres. Los republicanos, líderes en voto y que hasta ahora gobernaban, van a tener que ceder la vara de mando a los socialistas porque estos van a ser apoyados por Junts y por Gent de Poble (suman nueve, la mayoría absoluta). ERC ha hecho lo propio, por ejemplo, en Tortosa (Tarragona): feudo convergente, en las elecciones pasadas Junts solo logró 10 regidores, pero se quedó a uno de la mayoría absoluta. Los votos de ERC y la CUP le darán a Movemos Tortosa PSC, la segunda fuerza más votada, la alcaldía.

La portavoz de ERC, Marta Vilalta, lamentó el pasado lunes que se incumpliera lo supuestamente pactado en Ginebra: no dar alcaldías a los socialistas. Con ello sugería que las formaciones secesionistas se habían dado un margen para jugar con los pactos pero siempre asegurando que el alcalde fuera o de Junts o de ERC. Tortosa, justifican desde las filas republicanas, es una gran excepción: pesaba más la alternancia tras gobiernos convergentes desde 2007. Un principio que, sin embargo, no valió en Premià de Mar (Barcelona), donde los herederos de CDC están en el poder desde hace 20 años.

Pero lo que realmente hizo saltar todo los por aires fue el pacto entre PSC y ERC en las diputaciones de Tarragona y Lleida, que ambos partidos anunciaron el martes. Estos acuerdos permitirán a ERC mantener las presidencias de los dos entes provinciales y es en esa salvedad (el gobierno no se cede al PSC) a la que los republicanos se aferran para decir que cumplen con lo prometido. En Junts dicen que no se ha seguido la senda del acuerdo independentista que hay en el ente provincial de Girona y que, antes que dividir en dos años la presidencia de esas otras dos diputaciones con ellos, los republicanos han preferido pactar con los socialistas. En Lleida, por ejemplo, Junts logró 10 diputados provinciales; ERC, ocho; y PSC, cuatro. Estos dos últimos partidos, junto a la coalición Pacte Local, de la que forma parte el PDeCAT, alcanzaron la cifra de 13 que impide gobernar a los de Junts.

Las filas de ERC compraron desde casi la misma noche electoral que el culpable de su debacle eran los pactos con el PSC y con el PSOE y, hasta el acuerdo en las diputaciones, parecían férreos en defender ese veto. El malestar sin embargo, se hizo patente en la sesión de control en el Parlament, este miércoles. “Ustedes no son de fiar, por eso salimos del Govern. Siempre dicen una cosa y después hacen otra”, le ha espetado el jefe de filas de la bancada de Junts, Albert Batet, al president Pere Aragonès.

El jefe del Govern ha respondido que evitaría entrar a glosar los municipios donde había pacto entre PSC y Junts, pero ha recordado que, en los últimos cuatro años, las dos formaciones han compartido Ejecutivo en la Diputación de Barcelona. Y ha defendido que su formación votó sin fisuras a Anna Erra para presidir el Parlament. “Si quiere nos podemos tirar a la cabeza todo lo que no acaba de ir como todos querríamos, o trabajar para incrementar lo que va bien. Soy más de la segunda opción”, ha dicho Aragonès.

“Usted es un presidente tutelado y desautorizado. Los primeros que no respetan y le hacen perder la credibilidad son [los de] su partido”, ha ahondado Batet. ”No intente proyectar la división, las sombras y correcciones públicas de su partido sobre el mío”, le ha respondido el president, recordando de manera implícita el debate vivido sobre la figura de Laura Borràs y, especialmente, su posición sobre dejar gobernar a la extrema derecha independentista en Ripoll.

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