Ada Colau confía en el recuento final de votos para quedar segunda y liderar un pacto en Barcelona
Este viernes se realiza el recuento definitivo: la distancia entre comunes y PSC es de 141 votos
Tras la inapelable victoria de Xavier Trias (Junts, 11 concejales) en las elecciones municipales de Barcelona del domingo pasado, el segundo y tercer puesto fueron para el PSC (10 concejales) y Barcelona en comú (nueve), por una diferencia de solo 141 votos. Una d...
Tras la inapelable victoria de Xavier Trias (Junts, 11 concejales) en las elecciones municipales de Barcelona del domingo pasado, el segundo y tercer puesto fueron para el PSC (10 concejales) y Barcelona en comú (nueve), por una diferencia de solo 141 votos. Una distancia tan corta que el partido que lidera la alcaldesa en funciones, Ada Colau, tiene la esperanza de que el recuento definitivo de votos, este viernes, les sitúe en segundo puesto, por delante del PSC. Es habitual que en el recuento final de la Junta Electoral se produzca un baile de entre 300 y 400 votos. Aunque en unas municipales quien más posibilidades tiene de ser alcalde es el ganador, los comunes llevan toda la semana llamando a un tripartito con socialistas y ERC, algo que ya ha descartado el presidente del partido, Oriol Junqueras. “Lo mejor para Barcelona es que haya un alcalde vinculado a un partido independentista”, dijo el republicano.
Si el recuento definitivo situara a Colau en segundo lugar y al PSC en tercero, se daría la vuelta a la tortilla, según fuentes de los comunes. Situándose por delante del PSC, tendrían la sartén por el mango de las negociaciones y confían en que, con Colau, tendrían más posibilidades de convencer a ERC. Comunes, PSC y ERC suman 24 concejales en un plenario donde la mayoría está en 21.
Con todo, los comunes saben que el debate interno en Esquerra Republicana, sobre si hacer alcalde a Trias o sumarse a un tripartito de izquierdas, está muy decantado. Por un lado, la dirección nacional, partidaria de impulsar Gobiernos municipales independentistas, tal y como anunció el president Pere Aragonès. Por otro, la federación de Barcelona, a favor de integrarse en un tripartito. Apoyar a Junts es apostar por el mensaje de unidad independentista, pero también es volver a gobernar con un pacto que en la Generalitat resultó un desastre. En el caso concreto del cabeza de lista republicano, Ernest Maragall, supone ir de la mano de la antigua Convergència, que atacó a su hermano Pasqual cuando presidía la Generalitat. En cambio, para los republicanos apoyar a Colau es distinto: los concejales de unos y otro se conocen, e incluso hay voces a favor del acuerdo, que podría pasar por una investidura o por entrar en el gobierno.
Por ahora las tres partes no se han sentado. A la espera de ver qué pasa este viernes. Y aquí podría entrar en escena la posibilidad de que comunes y PSC valoraran partirse la alcaldía durante el mandato, dos años cada uno. Sobre todo si del recuento definitivo resulta un empate técnico entre primero y segundo. En el PSC ven bien el tripartito. Una fórmula que no sería fácil. Comportaría que los debates que actualmente se producen en el pleno se trasladaron al paso previo en las decisiones: la comisión de Gobierno.
Movilización en los partidos para cotejar urna a urna, acta a acta
La pugna este viernes se prevé reñida en la gran sala de la Ciutat de la Justícia, donde se realizará el recuento final. Tanto PSC como los comunes han movilizado a varias decenas de personas. En el caso de Barcelona en comú, desde el miércoles hay una quincena de personas cotejando que las actas de cada mesa coincidan con los datos que se introdujeron la noche del recuento en el programa informático. Este jueves se han sumado refuerzos, en un despliegue notable de mesas, ordenadores y actas físicas (las que se quedan los apoderados de cada partido) en la sede del partido, en la calle de Marina. Habitualmente, el recuento definitivo comienza y acaba el viernes, pero el plazo previsto es de tres días, lo que podría prolongarse hasta el domingo.
El recuento del viernes se realiza en una gran sala en la que hay mesas por distritos. Y representantes (varias decenas de apoderados e interventores) de los partidos, sobre todo de los que se juegan más en el resultado final. Y se comprueba que el vaciado de las actas case con las cifras del programa en el que se introducen. Ante cualquier desajuste, se revisa qué puede haber pasado. En ocasiones son errores al picar las cifras (entrar la cifra 271 en vez de 217, por ejemplo). U otras veces el error está en escribir en la celda que no toca, con lo que se corren de un partido a otro.
Actas a parte, durante la jornada también se analizan uno por uno los votos nulos. Y en este caso de 1.540 votos nulos en 2019 se ha pasado a 6.402 en las elecciones del domingo pasado. Se revisan uno por uno, explican militantes de partidos que han participado en varias de estas jornadas de recuento. ¿Y qué se encuentran en los votos nulos? Papeletas rotas, escritas con insultos, lonchas de chorizo junto a papeletas, papeletas con nombres subrayados, con pegatinas de Doraemon, o con propaganda electoral o la tarjeta censal que los vecinos reciben en casa. A veces, los votos son claramente nulos. Pero en otras se pueden validar. Un ejemplo: que en un sobre haya dos papeletas del mismo partido.
De todo da fe una letrada de la administración de justicia. Y en caso de que haya que resolver cuestiones como si un voto nulo es válido o viceversa, se eleva a la Junta Electoral provincial, formada por tres magistrados que tienen la última palabra.
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