Jero Freixas y Jose De Cabo, la pareja que frustra a la frustración: “Reírse es universal, como el fútbol”

Ambos actores pasaron de tener que buscarse la vida fuera de la interpretación a conquistar a Leo Messi con sus vídeos: “Gracias por las risas. Veo tus vídeos con Anto [su mujer]”

Jero Freixas y Jose De Cabo, durante la conversación con EL PAÍS.

“Maestro, ¿dónde está el éxito?”, me pregunta mi padre. Y yo sé, por su tono, que irremediablemente se viene un cuento. Lo que no sé es si se lo va a inventar o si lo escuchó en algún lado. Cualquiera de las dos opciones me parece igual de viable. “Un tipo le pregunta a un sabio maestro acerca de dónde está el éxito”, insiste mi viejo en su relato; “Por allá', le contesta el maestro y le señala un camino”. Según su relato, el hombre hace caso y toma la ruta marcada. Sin embargo, a los pocos kilómetros “lo cagan a trompadas [recibe una paliza]”. Entonces regresa y vuelve a preguntarle. El sabio...

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“Maestro, ¿dónde está el éxito?”, me pregunta mi padre. Y yo sé, por su tono, que irremediablemente se viene un cuento. Lo que no sé es si se lo va a inventar o si lo escuchó en algún lado. Cualquiera de las dos opciones me parece igual de viable. “Un tipo le pregunta a un sabio maestro acerca de dónde está el éxito”, insiste mi viejo en su relato; “Por allá', le contesta el maestro y le señala un camino”. Según su relato, el hombre hace caso y toma la ruta marcada. Sin embargo, a los pocos kilómetros “lo cagan a trompadas [recibe una paliza]”. Entonces regresa y vuelve a preguntarle. El sabio le indica el mismo camino. Pero en el mismo lugar, la misma tunda. Ya enojado y probablemente dolorido, siempre citando a mi padre —por estos días anda de visita por Barcelona—, el tipo regresa a cuestionarle al maestro dónde está el éxito. “Allí, un poquito después de las trompadas”, concluye mi viejo su cuento con el gesto risueño del que cree haber contado una buena historia. Creo que era la primera vez que me la explicaba. Nunca lo tengo demasiado claro en estos casos.

Sí sé que pensé inmediatamente en mi mujer, que ha sido opositora y, por ende, ha lidiado una y otra vez con la frustración. Los héroes no son tan héroes cuando los tienes a tu lado, son algo más terrenal. Mucho mejor si se quiere. Sobre todo, cuando tienes hijos en común: la tranquilidad del espejo.

Pero recordé, sobre todo, a Jero Freixas y a Jose De Cabo, una pareja de actores argentinos, con los que había estado conversando en un hotel de Barcelona con motivo de la presentación de su obra de teatro Una pareja Real, que interpretaron en Madrid, Barcelona y Valencia. “Un futbolista, por ejemplo, si no logró llegar a un club con 20 y pico de años, ya sabe que tiene que encarar para otro lado. El actor, no. Puede seguir intentándolo toda la vida”, explica Freixas. Intentarlo, en este caso, tiene un sinónimo cruel, esencialmente para esas personas que dejan sus victorias en manos de los demás: la frustración.

Jero tenía 25 años y vivía con sus padres. En los bolsillos, ni un duro. “Todos progresaban y yo seguía en la misma. No podía ni ir a cenar con mis amigos. Les decía que tenía un cumpleaños y que después me sumaba a tomar algo”, recuerda. Tenía, en cualquier caso, un sueño, si es que se le puede llamar así a esas idealizaciones que tejemos desde pequeños. Quería ser actor. Pero, por entonces, era solo eso: quería. “Había hecho bolos en la tele, en el cine, publicidades, mil obras en el teatro under”, enumera. Nada. Insistía con la idea (o idealización) de que algún productor despierto se enamore de un talento que, por entonces, solo era visible para sus ojos. Y, a veces, ni eso, con lo peligroso que puede ser para la autoestima. “Entonces, renuncié”, rememora Jero. “Yo ya me había frustrado mucho antes”, interviene Jose, más estudiosa —pasó por el conservatorio—, menos amiga de los desencantos.

La renuncia, sin embargo, fue relativa. Se abrió una escuela de actuación. “¡Es mi pasión!”, exclama Freixas. Habla sin pretensiones. Con esa humildad sin imposturas de los que han saboreado la victoria con previa escala en la derrota, si es que realmente existe eso del éxito y el fracaso, probablemente dos caras de la misma moneda.

“Arranqué mi propia escuela de teatro”, explica Jero. A su lado, también en aquella etapa, Jose. Él se encarga de tutelar a los más de 100 alumnos; ella, de la parte administrativa. Pero le faltaba algo. “Un día vino y me dijo que iba a hacer vídeos en redes sociales. Le dije que me parecía genial, pero que yo no quería aparecer. Pero poco a poco fui participando”, explica De Cabo. ¿El tema de los vídeos? Los más globales de todos los temas, fútbol y humor. “La risa es ja ja ja en inglés, en francés y en castellano. Reírse es universal, como lo es el fútbol”, expone Jose.

Nadie escribe de fútbol como los argentinos, subraya Enric González. Sin embargo, el riesgo no estaba en la literatura sino en bromear con lo que Jorge Valdano llama “lo más importante de las cosas menos importantes”. “Había poco humor de fútbol”, subraya Jose. “Lo arriesgado era reírse de la actualidad”, interviene Jero. La plataforma de la pareja: las redes sociales. “Se ha democratizado la exposición. Todos tenemos las mismas oportunidades. Ahora sí se ven los pingos en la cancha [expresión argentina que hace referencia a que los caballos buenos se ven en las carreras]”, recuerda Jose. Más cerca de lo cotidiano, lejos de la burla, Freixas y De Cabo han logrado cautivar a más de 500.000 seguidores en Twitter, más de 1,4 millones en Instagram y 2,3 millones en TikTok. Cantidad, sí; pero también calidad. Cuentan con el mejor de los seguidores, al menos para unos argentinos especializados en humor de fútbol: Leo Messi.

“Cuando Leo me empezó a seguir, no sabía qué hacer. Le preguntaba a Jose: ¿Le escribo?”, expone Jero. Pero Messi se le adelantó: “Gracias por las risas. Veo tus vídeos con Anto [su mujer]”, le escribió el capitán de Argentina. Messi y Freixas tienen algo tan potente en común como su amor por el fútbol: la tolerancia a la frustración. El rosario de chascos del 10 con Argentina era tan conocido como sus éxitos con el Barcelona. Hasta que un día tocó el techo del mundo en Qatar. “Perseveró, luchó, aguantó, esperó y triunfó, y eso es un mensaje contracultural. Vivimos en la cultura de lo inmediato y Messi, por no haber ganado, sufrió todo tipo de ataques”, elogió Marcelo Bielsa a su compatriota.

Como en el cuento de mi padre, Messi aguantó las trompadas, también mi mujer con sus oposiciones. Ni hablar Jero Freixas. Quizás se trate de eso, de insistir e insistir, por pasión o ego, por vocación o tozudez, hasta frustrar a la frustración.

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