Una escuela urge a la retirada de una deteriorada cubierta de fibrocemento del DIR Maragall de Barcelona
Los informes técnicos alertan de que las placas están liberando fibras de amianto, un elemento cancerígeno
“Que se retire ya”, urgen las familias de la escuela Antoni Ballmanya de Barcelona. Se refieren a la gran cubierta de fibrocemento en mal estado que tienen justo al lado, en la finca que ubica el gimnasio DIR Maragall. Los diferentes informes, ordenados por el Ayuntamiento y por los propietarios del edificio y a los que ha tenido acceso este diario, insisten en que las placas están muy deterioradas y se están liberando ...
“Que se retire ya”, urgen las familias de la escuela Antoni Ballmanya de Barcelona. Se refieren a la gran cubierta de fibrocemento en mal estado que tienen justo al lado, en la finca que ubica el gimnasio DIR Maragall. Los diferentes informes, ordenados por el Ayuntamiento y por los propietarios del edificio y a los que ha tenido acceso este diario, insisten en que las placas están muy deterioradas y se están liberando fibras de amianto, un elemento muy nocivo que puede provocar cáncer de pleura y pulmón o graves dolencias respiratorias. La Generalitat aprobó hace unas semanas el plan de retirada del fibrocemento de la cubierta, aunque la propiedad todavía no concreta cuándo se llevará a cabo.
La cubierta, de 4.100 metros cuadrados, pertenece a la antigua fábrica Costa Font, construida en 1964, según información del catastro. La nave acoge desde 1979 el gimnasio DIR Maragall, el primero que abrió de la conocida cadena. En febrero de 2021, la Asociación de Vecinos del Clot-Camp de l’Arpa pidió información, en una audiencia pública del distrito de Sant Martí, sobre la cubierta de fibrocemento. A raíz de la pregunta, en mayo de ese año el Ayuntamiento realizó una inspección y constató que “el estado de conservación de las placas de fibrocemento es muy deficiente”, que presenta “una degradación uniforme” y detectó la reparación de roturas anteriores. Asimismo, ordenó a la propiedad de la finca realizar un estudio del estado de la cubierta y analizar si se están desprendiendo fibras de amianto.
Hasta casi finales de año, el Ayuntamiento tiene problemas para localizar a los propietarios -Sucesores y Herederos Costa-, que tras ser contactados encargan el informe requerido. Este concluye que las mediciones realizadas sobre la presencia de amianto en el aire son inferiores a los límites que marca la normativa, de manera que “no se superan los niveles de riesgo”. Asimismo, alegan que las placas de fibrocemento “no se encuentran en situación de riesgo de emisión de fibras”, así que “cabe descartar que estén al final de su vida útil”, de modo que “la propiedad no está obligada a retirar las placas”.
El Ayuntamiento replica a los propietarios que las mediciones se han hecho en el interior del edificio, pero no se ha evaluado el estado de degradación de las placas ni su emisión de fibras de amianto en el aire. Entonces, los empresarios encargan un nuevo informe, en esta ocasión a la empresa ACM 2020, del experto en fibrocemento Lluís Mallart, que es taxativo: “Las muestras de superficie de las placas de fibrocemento reflejan la presencia de amianto libre o poco adherido en su superficie”. Además, concluye que el nivel de deterioro de las placas es el más alto, así que recomienda “su retirada lo antes posible”. Mientras esto no se lleve a cabo, se proponen medidas preventivas “con carácter urgente”, como su encapsulado con productos químicos (para evitar la dispersión de fibras) y evitar su manipulación para tareas de limpieza o mantenimiento.
En base a este informe, el Ayuntamiento decreta en junio que las placas “están degradadas y desprenden fibras de amianto al aire respirable. Esto supone que han llegado al final de su vida útil, por tanto, su uso ya no está permitido y se tienen que retirar”. Los propietarios ya tienen listo un plan de trabajo, que incluyen “todas las soluciones técnicas posibles”, entre ellas su retirada, que podría tener un coste de unos 450.000 euros, según el presupuesto presentado al Ayuntamiento.
Por su parte, los propietarios del edificio, a través de sus representantes legales, afirman que están “en trámites” para iniciar las obras. En principio, de forma preventiva, realizarán un “encapsulamiento” con una pintura especial que evite el desprendimiento de fibras tóxicas al aire. Posteriormente, se hará la retirada, pero no concretan el calendario de ejecución. Asimismo, aseguran por escrito que “teniendo en cuenta que la finca se encuentra al lado de una escuela, se considera indispensable llevar a cabo los trabajos de acondicionamiento del tejado durante los periodos no lectivos”.
Las familias de la escuela Antoni Ballmanya, colindante con la cubierta, hace tiempo que hacen seguimiento del periplo burocrático. En noviembre llegó a sus manos el expediente del caso. “En base a lo que dice el informe sobre la gravedad del estado de la cubierta, pedimos que se retire de forma inmediata”, asevera Marta Herraiz, miembro del AFA. Y añade: “Yo no sé qué riesgo existe, pero no quiero que a mi hija le salga algo en el pulmón de aquí a 30 años y pensar que pudo ser a causa de esto”, zanja.
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