Barcelona instala cajeros automáticos en mercados, el metro y quioscos para mejorar el acceso al dinero en efectivo

La ciudad ha perdido un 40% de estas instalaciones en los últimos cuatro años, un fenómeno que afecta a barrios periféricos y personas mayores

El nuevo cajero automático instalado en el mercado del Besòs de Barcelona.Gianluca Battista

En los últimos cuatro años, Barcelona ha visto desaparecer un 40% de los cajeros automáticos, un fenómeno paralelo al cierre de oficinas bancarias y que deja a algunos barrios sin estos terminales. Es el caso de la Trinitat Nova o la Teixonera, ambos periféricos y con rentas bajas, que ...

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En los últimos cuatro años, Barcelona ha visto desaparecer un 40% de los cajeros automáticos, un fenómeno paralelo al cierre de oficinas bancarias y que deja a algunos barrios sin estos terminales. Es el caso de la Trinitat Nova o la Teixonera, ambos periféricos y con rentas bajas, que en los últimos meses se han quedado sin el servicio pese a las protestas de los vecinos. Para afrontar el fenómeno, que afecta sobre todo a las personas mayores (con más problemas de movilidad y menos competencias digitales), el Ayuntamiento está desplegando cajeros en mercados, estaciones de metro y quioscos. En los últimos meses se han instalado 65 y está previsto que a finales de este año haya un total de 161. La red también se quiere extender en equipamientos municipales (como los centros cívicos, bibliotecas, casals para mayores), para lo que se sacará el servicio a concurso. En ningún caso estas instalaciones tienen coste para el Ayuntamiento, ha destacado el teniente de alcalde de Economía, Jaume Collboni, este miércoles al presentar el plan de despliegue.

“Tenemos más de 500 equipamientos de proximidad para facilitar el acceso a los vecinos a cajeros, la banca kilómetro cero”, ha destacado el concejal desde el mercado del Besòs, uno de los cuatro donde se han instalado estos dispositivos y donde “una persona mayor que necesite sacar dinero en efectivo debe caminar 15 o 20 minutos”. Collboni ha explicado que los cajeros se están instalando y se instalarán en paradas de metro de barrios donde más oficinas se han cerrado; y también en quioscos, cuyas licencias concede el Ayuntamiento.

En el caso de los mercados, los cuatro se han instalado mediante un convenio con el Banco de Santander “el único banco que se ha prestado a hacerlo de forma gratuita”. Unas palabras de concejal que llegan tras las exigencias de hace unos meses a las entidades para que instalen nuevos cajeros. “Sin decir nombres, algunas entidades pretendían cobrarnos por el servicio”, ha lamentado Collboni. Los cajeros instalados en paradas de metro o quioscos son del operador ATM, ha aclarado. Al acto de anuncio de los nuevos cajeros en mercados, además de Collboni se han sumado otros cuatro concejales socialistas, que gobiernan en coalición con los comunes de Ada Colau: la teniente de alcalde de Agenda 2030, Laia Bonet; el consejero del distrito de Sant Martí, donde está ubicado el mercado del Besòs, David Escudé; la concejal de Hacienda, Comercio y Mercados, Montse Ballarín; y el concejal de Juventud y Mayores, Joan Ramon Riera.

“La accesibilidad al efectivo debería ser un derecho de ciudadanía porque los bancos operan con licencias del Estado. En el mundo rural se han tomado medidas, pero en las grandes ciudades tenemos el mismo problema y nadie había pensado en acciones concretas para tener más cajeros al alcance de la gente”, ha resumido antes de presumir de que Barcelona es la primera ciudad española en tomar una medida así.

La clientela y los paradistas del mercado del Besòs han aplaudido la novedad, pero muchos han señalado que no son clientes del Santander. Los tenderos porque podrán ingresar el dinero de la caja del día con mayor seguridad que si se tienen que desplazar, apunta el Ayuntamiento, pero muchos también cuentan que son clientes de otras entidades. “Si me ofrecen buenas condiciones no me importaría cambiarme. Antes había un Banco Sabadell enfrente, pero lo cerraron y ahora voy a ingresar a Sant Adrià. Aquí el Sabadell dejó un cajero pero está hecho polvo, no te puedes fiar”, comentaba el propietario del puesto de pesca salada y bacalao José Ángel Mestre. Las mujeres mayores, mayoría entre las compradoras, también ven bien el nuevo cajero, pero tampoco son clientas del Santander y se suelen desplazar fuera del barrio. “Aquí en el Besòs había cuatro o cinco entidades y no queda ni una”, lamentaba Araceli Salvador, que se desplaza hasta La Verneda a una oficina de La Caixa. “A mi paso tengo más de 15 minutos andando, muchas veces cojo el bus”. Su amiga Ana Canillas es presidenta de su escalera y también camina hasta una oficina de La Caixa, en este caso a La Mina, para hacer gestiones. “Habrá que preguntar cuánto cuesta cambiarse”, decían las dos mujeres, que siempre utilizan dinero en efectivo. “O al final, tendremos que coger tarjeta”, zanjaban.

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